sábado, 23 de julio de 2011

Las orejas al lobo


Este es un post que no sé cómo escribir ni qué tono darle, porque no me apetece contar un melodrama y muchísimo menos que suene a coña marinera como he hecho otras veces, porque se trata justamente de eso, de que la vida no es una broma por mucho que yo me empeñe en no tomármela en serio. Y joder si va en serio, la puedes ignorar, puedes mirar hacia otro lado y hacerte el tonto, pero la verdad es que no cuela porque tarde o temprano las vas a pagar todas juntas, y en ese momento solo se puede rezar para que la hostia no sea tan grande como para que no tengas otra oportunidad para pensártelo.

Admito que llevo algo de tiempo que no me cuido lo que debería, y es por decirlo finamente, porque la verdad es que no me cuido una mierda, con lo listo que soy para otras cosas mucho menos importantes y lo gilipollas que soy para mi mismo, soy capaz de diseñar el sistema de control del maldito Canal de Panamá y después no sé atarme ni los zapatos... Y pensé que con la edad maduraría, pero no es así, lo único que maduran en mí son los problemas y los achaques que acarrean los años. Vale, soy joven, pero tengo todas las papeletas en la rifa para que me dé un chungo, casi cuarenta, trabajo con estrés, sedentarismo, obesidad, triglicéridos altos y ahora parece que hipertensión. De cine, ¿y qué hago?, nada, ni el huevo, soy así de payaso.

El sábado pasé por una de las peores experiencias de mi vida, seguramente por la peor, una de las arterias que van por dentro de mis fosas nasales decidió demostrar de lo que era capaz y reventó. Vamos, lo que se dice una hemorragia de puta madre, no había manera de contener la sangre y voy a ahorrar detalles escatológicos porque no vienen a cuento; lo único que sé es que tuve mucha suerte de tener un hospital cerca, porque si me pilla en un avión, volando al otro lado del charco, como me estaba pensando hacer en contra de la opinión de mi otorrino, igual no lo cuento. Prefiero no pensarlo. ¿Por qué me ha pasado?, pues nadie sabe decirlo, complicaciones de la operación de la nariz, el calor o una subida de tensión que reventó por ahí, puede ser, porque cuando llegué al hospital tenía la tensión tan disparada que me tuvieron que poner una de esas pastillitas que se ponen debajo de la lengua para evitar imagino que un infarto.

No es una broma, no, espero olvidar pronto el sabor de la sangre, el dolor inhumano del taponamiento sin anestesia y los días ingresado en los que tomar un trago de agua era un triunfo, a fin de cuentas eso es pasado y solo tengo que cruzar los dedos para que no se repita, aunque no puedo evitar la sensación de vivir con una bomba dentro que en cualquier momento puede estallar. Pero las cosas no pasan por casualidad, la mala suerte existe pero para otras cosas, ayer mi médico dio en el clavo cuando le dije que tenía miedo de que volviese a pasar, “miedo deberías tener de estar así”, me respondió, y es la verdad, existen formas más sencillas de suicidarse y seguramente mucho más elegantes, la mía es un puto asco.

Estos días en el hospital me ha dado por pensar y, ¡oh milagro!, he sacado ciertas conclusiones. Que soy imbécil ya lo sabía, pero he ido un paso más allá y tengo que admitir que lo que soy es un estúpido, y un egoísta de paso. Imbécil porque me complico la vida por cosas que no lo merecen, y además dejo que me afecten tanto como para caer en ese estado de ansiedad en el que sólo pienso en comer. Quien haya pasado por ello me entiende, a los demás me gustaría saber explicárselo. Estúpido porque lo hago sabiendo las consecuencias, porque ya me conozco y paso, porque mi metabolismo es tan lento que podría alimentarme de rayos de sol durante años, y lo sé y lo ignoro, hasta que mi cuerpo me avisa de que algo va muy mal, llámese apnea del sueño, triglicéridos o hipertensión. Entonces me porto bien unas semanas y se me pasa, y vuelvo a cambiar de prioridades y ya le he cagado.

Pero sobre todo me quedo en lo de egoísta, porque no tengo derecho a hacerlo, porque no soy una seta que nací de unas esporas, porque increíblemente hay gente que me quiere y que me lo está demostrando, sobre todo los que con rabia me abroncan sin misericordia porque les importa más tenerme a su lado que ser cariñosos o caer simpáticos. Pero sobre todo soy egoísta con mi hijo, la única persona que de verdad me necesita, no solo me juego mi vida, me estoy jugando la suya, estoy poniendo en riesgo que crezca escuchando los consejos de un padre que lo quiere, que le enseñe todas esas cosas que yo he aprendido del mío y que son el único testigo a pasar para dejar constancia de nuestra presencia en el mundo. Porque me dolería horrores no envejecer a su lado, que llegara a pensar que su padre era imbécil y que no supo estar a su lado, no quiero que me pueda echar de menos.

Y no me lo quito de la cabeza y creo que es la única medicina que necesito para tomarme este aviso en serio.

11 comentarios:

B dijo...

Pues poco más se puede decir, no?

Ya sabes lo que tienes que hacer, así que me temo que toca ponerse a ello.

Mucho ánimo y aquí estamos para lo que haga falta.

Un beso enorme

La de la ventana dijo...

No creo que seas tan idiota si de vez en cuando tienes ataques de lucidez como éste. Aunque no te conozco aún mucho, también a mí me gustaría que durases unos añitos más, así que... ¡a ello!

El niño desgraciaíto dijo...

Pues ánimo y a ello... no hay más huevos...

Miss Hurry dijo...

Como ha dicho Bichejo, ya lo has dicho tu todo, así que...
Cuídate por diossss!!!!

Jesús Miramón dijo...

Ha llegado el momento de echarle huevos al asunto, Juanjo. Y como bien dices, tu hijo es un argumento definitivo. Ánimo.

Anniehall dijo...

A cuidarse y a cuidarte tocan. Y tú no te hagas el súper hombre. Si no se vuela, no se vuela y si no se curra, NO se curra.

Newland23 dijo...

Sí, si, esta vez me voy a cuidar, aunque prefiero no decir nada porque las palabras, hasta las escritas, se las lleva el viento. Es la hora de demostrarlo con hechos :)

Gracias por estar por aquí, ya sabéis todos lo que se agradece este cariño bloguero.

pseudosocióloga dijo...

Reconocerlo es un gran paso pero a lo mejor necesitas acudir a un terapeuta para que te marque pautas y consigas tener voluntad más a largo plazo.

Arwen dijo...

COMO HAS DICHO, HA SIDO UN AVISO, LA VIDA TE ESTA DANDO OPORTUNIDADES PARA CAMBIAR, Y NO TIENES QUE HACERLO POR TU HIJO, TIENES QUE HACERLO POR TI.Y SI DE PASO TU HIJO TE VE UNA PERSONA LUCHADORA Y CON DOS COJONES MEJOR QUE MEJOR,YA SABES QUE LOS NIÑOS LO MAMAN TODO, Y EL DIA DE MAÑANA SERA LO QUE HA VISTO EN SUS PADRES.ANIMO

No dijo...

Me has llegado.

Juanjo, hay personas que necesitan agarrarse a algo mucho mucho mucho para conseguir que su voluntad no se voltatilize.
Tu hijo es lo mejor.

Créeme Juanjo...se puede cambiar de vida, y cuando lo consigues te preguntas mil veces como no lo conseguiste o hiciste antes...consiguelo y cuando lo hayas conseguido no te pares y no mires atrás. Valdrá la pena tanto lo que consigas para ti mismo personalente por el camino, como lo que consigas para los demás al final.

Un besito.
Me alegra que estés bien ;)

Salamandra dijo...

Hace tiempo que te leo sin comentar. Pero en este ... me has emocionado tannnnto.

Lo malo de estas carreras de larga distancia es que el objetivo está leeeejos. Y cuando estás tan al principio lo ves tan inalcanzable que lo dejas estar, te autoengañas con unas cuantas excusas y abandonas. Y la comida siempre está ahí para consolarte.

Te entiendo muy bien.

Tienes un comienzo. Ahora solamente te falta tomar la decisión hasta el final. No pienses en la meta, si no en ir encontrándote cada día un poquito mejor que el anterior. Y siempre hay que mirar el camino recorrido, nunca el que te queda por delante ...

Un beso