jueves, 29 de julio de 2010

Desengrasando el blog


Esto del blog se me ha ido de las manos, lo admito. Nació con tan poca ambición y me lo tomé tan poco en serio que después de colgar el primer post se me olvidó la dirección que le puse y también la contraseña, lo sentí mucho por mi amigo Antonio que se curro una respuesta buenísima que se perdió en el ciberespacio. Fue el pasado mes de agosto, ha pasado casi un año. Desde entonces no ha vuelto a escribir, bueno, escribió una segunda vez para llamarme fumeta en mi primera entrega de los ECC, un comentario de lo más acertado, también imagino que estuvo tentado de llamarme rojo de mierda, pero claro, somos gente civilizada y no vamos insultando a la gente en su propia casa.

Tan poco en serio me tomé esto del blog que le puse el primer nombre que se me pasó por la cabeza, un nombre perfecto para pasar desapercibido y que no te lea ni el tato, un nombre con error ortográfico incluido, pero es que aunque parezca mentira todas las combinaciones posible de “Delenda est Carthago” ya estaban utilizadas, el mundo está lleno de freaks. Ahora el cuerpo me pide cambiarlo, pero no me apetece empezar otra vez de cero. Sigo con interés la mudanza de mi admirada Gordi para decidirme a seguir sus pasos. Al principio pensé que me dedicaría a escribir de historia, pero rápido me di cuenta de que me aburría hasta a mí mismo, algo he escrito, pero poco poquísimo y con un tono bastante ligero, mi primer post iba de romanos, de Aníbal y de Julio Salinas, no digo más.

Desde entonces he descubierto varias cosas, buenas y malas. Solo me quedo con las buenas. Una de las mejores es la inexistencia de fronteras que proporciona la red, salvando la del idioma, me parece genial, otra es el poder del anonimato, aunque yo me haya negado a renunciar a mi nombre y a mi fea cara, algo que por un lado me humaniza pero por otro me limita un poco las expresiones, las formas y los temas, trato de tocar mi propia vida un poco de refilón, cosa que arreglaría siendo anónimo y empezando otro blog, pero ya le he tomado cariño a éste, ¡cáscaras!, al final las personas tendemos a apegarnos a las cosas. Desde hace tiempo no le hablo a nadie del blog y poco a poco mi entorno se va olvidando de él, mejor así.

Pero lo mejor de la red es que es democrática y pone a cada uno en su sitio, lees lo que te da la gana, te quedas en los sitios que te gustan e incluso cuando te cansas de ellos te vas con la música a otra parte. Yo no debo ser nada del otro jueves porque me siguen visitando mis entrañables cuatro gatos, y creo que alguno se va de picos pardos y aparece muy de pascuas a ramos, lo cual me parece muy bien, dicho sea de paso. Hace un par de meses caí en un bache enorme con el blog y varias veces se me pasó por la cabeza abandonarlo y dedicarme a otra cosa para matar el tiempo, pero no, es que resulta que por muy mal que lo haga me encanta escribir, me relaja, me hace pensar y me sirve de vía de escape.

Tampoco quiero que parezca que escribo un blog solo para mí y que me da igual si me leen o no, porque no es verdad. Al final me he convencido que quien escribe y publica es un exhibicionista, porque si mi blog fuera algo meramente personal escribiría los textos y los guardaría en el disco duro, a todos nos gusta que nos lean y ver a nuestro contador de visitas crecer. Incluso de vez en cuando miramos desde dónde nos visitan e identificamos lectores que no dicen ni pío en el blog. Ese es otro tema, a mí me encantaría que quien me visite escriba algo, aunque sea para ponerme a parir, porque esa es la otra gracia de un blog, ser interactivo, si no es un monólogo y se convierte en algo aburrido. Pero tampoco es una orden, que además no puedo hacer cumplir, solo un deseo lanzado al aire.

Por eso, pese a las desilusiones que a veces me llevo cuando creo haber escrito algo estupendísimo y pasa inadvertido pienso seguir con el blog y el año que me había autoimpuesto se va a prolongar, he llegado a un punto en el que además de ser Juanjo tengo un blog y eso ya es parte de mí. Como paso por horas bajas después de las vacaciones me va a tocar currármelo un poco para levantar el nivel y las visitas. A ello me pongo, con las pilas recargadas y la ilusión del primer día. Nos leemos, si queréis.

martes, 27 de julio de 2010

Extremoduro (y yo)


Si existe algo en este mundo que no soporto son los anti todo, la gente con prejuicios, los predicadores, los que solo pueden ver en blanco y negro y además lo llevan a gala. Teniendo en cuenta lo que voy a escribir después casi me parece que empiezo con una justificación, pero no lo es, es simplemente una reivindicación. Y lo digo porque a muchos que no hayan escuchado una canción de extremoduro el título de este post les echará para atrás, peor para ellos, tampoco quiero decir que a todo el mundo les tenga que gustar, pero por lo menos el que hable que hable sabiendo lo que está diciendo.

Todos tenemos una historia personal y por supuesto yo también, mi historia no se puede entender sin la música, no es que me guste escuchar música, no, es que necesito escuchar música, no entiendo la vida sin la música, todos mis recuerdos tienen banda sonora, y por supuesto no estoy hablando solo de rock, porque me gusta todo, o casi todo, depende del momento. No voy a empezar ahora un debate sobre mi cultura musical, pero seguro que la canción en la que estás pensando ahora, la conozco, sé quien la toca y chapurreo la letra.

Yo crecí escuchando copla y flamenco, no sabía quiénes eran los escarabajos pero podía cantar con soltura a Manolo Caracol, Rafael Farina o a La Paquera de Jerez, es lo que había. Tuvieron que pasar muchos años para que en mis recuerdos se cuelen canciones de las Bangles o Madonna, pero fue algo transitorio porque pronto caí en las redes de mis primos mayores con los que compartía vacaciones. Es ley de vida querer ser como tus primos, así que comencé a pedirles prestadas sus cintas TDK o BASF de 90 minutos con los últimos éxitos de Judas, Iron Maiden, AC/DC o Black Sabbath. Me hice Heavy, y sí, he llevado pantalones elásticos, chupa llena de chapas y largas greñas. Hasta que llegué a la universidad y mis gustos musicales se fueron ampliando al ritmo que disminuían mis melenas. Desde entonces he escuchado música compulsivamente, es más, he llegado a un punto en el que no sé concentrarme si no consigo que la música me aísle del mundo, estudiaba con música a todo volumen, trabajo con los auriculares con el volumen más alto que me permite escuchar el teléfono y, por supuesto, escucho música mientras junto estas palabras.

Extremoduro pertenece a aquella época, a mis universitarios noventa. Al principio me parecían unos tíos graciosos con letras divertidas, ni siquiera sabía aún que Extremoduro no existe y que de lo que hay que hablar es del Robe, pero eso duró lo que tardé en escuchar el Deltoya y su “Ama, ama, ama y ensancha el alma”, era un gran disco y descubrí que alguien capaz de cantar “hay que volar libre al sol y al viento repartiendo el amor que tengas dentro” podía ser un drogadicto, sí, pero también alguien especial. Hasta que llegó mayo del 96, un mes que recordaré por dos cosas, la primera es que salió a la venta el mejor disco de rock español de todos los tiempos “Agila” y que lo compré por mil pelas en Doctor CD, esa tienda de la calle Luna a cien metros de la FNAC donde se podían comprar los discos superventas, eso sí, siempre desprecintados y con dudosa legalidad. La segunda es que me rompieron el corazón como nunca antes ni después lo han hecho, en mitad de unos exámenes, que no recuerdo haber hecho.

De eso no quiero hablar, no merece ni un mal recuerdo, pero recuerdo haber escuchado esos días canciones de Extremoduro sin parar buscando consuelo, hice mío aquello de “Desde que tú no me quieres yo quiero a los animales y al animal que más quiero es al buitre carroñero. Desde que tú no me quieres yo todos los días me muero y alimento con mi carne en Monfragüe buitres negros”. También llegué a pensar que la estrofa “Mi corazón, que lo perdí en un mes de mayo se lo encontraron en un bar donde se moja con luces rojas” de la canción Tu Corazón la habían escrito pensando en mí. Pero sobre todo recuerdo pasar tardes infinitas escuchando la canción So Payaso en modo continuo perdiendo la cuenta de las veces que ya la había oído. Así me sentía yo por haber confiado en quien no lo merecía.

Desde entonces he ido comprando todos sus discos y he cantado hasta quedarme afónico en sus conciertos. Me han acompañado durante veinte largos años y creo que forman parte de mi vida, como tantas otras cosas, importantes o no. Ahora que escribo lo que me pasa me apetecía escribir de ellos, ¿por qué?, porque en medio de la crisis existencial que me inunda he escuchado por azar La Vereda de la Puerta de Atrás, la frase “Y si fuera mi vida una escalera me la he pasado entera buscando el siguiente escalón, convencido que estás en el tejado esperando a ver si llego yo” resume lo que me pasa, no sé dónde voy ni quien me espera al final del camino. Es difícil de explicar, ni yo me entiendo, pero ellos ya lo habían cantado “Dices que a veces no comprendes qué dice mi voz ¿Cómo quieres que yo sepa lo que digo? Si entre los dedos se me escapa volando una flor y ella solita va marcando el camino”.

No quiero seguirla ni alcanzarla, solo quiero que no se marchite.

domingo, 25 de julio de 2010

Estúpidos pensamientos inconexos


Hoy voy a descubrir las grandes verdades de la vida, de un tirón y sin pestañear. El agua moja, el fuego quema, el cielo es azul. Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis.

Las palabras se las lleva el viento, menos las escritas, que se las lleva el tiempo, la indiferencia y el olvido. Los idiomas cambian y mueren, las inscripciones pierden su significado, las piedras caen, las lápidas se llenan de ramos de flores secas que nunca nadie remplazará.

El amor es de ida y vuelta, la soledad es negra y fría, el miedo nace de la prudencia, la muerte es el fin. Sin embargo el sol seguirá saliendo por el este, aunque no estemos para comprobarlo, hasta que ya no exista sol. Gigante roja, enana blanca, enana negra, game over, chao, adiós.

Todos hemos llorado alguna vez, aunque lo hayamos negado, todos volveremos a llorar una vez más, Todos hemos saboreado nuestras propias lágrimas, el dolor es salado, la pena es salada, el mar es infinito, la pena más.

La belleza se marchita, la inteligencia también. La belleza está sobrevalorada, la inteligencia también. El sexo está sobrevalorado, el amor también, el amor sin sexo duele, el sexo sin amor no, el amor con sexo no siempre es cosa de dos, los celos siempre son cosa de tres.

La maldad y la bondad existen, son dos caras de una única moneda. Hay que estar loco para ser bueno, hay que ser realista para ser malo, el fin justifica los medios, ¿no?, ¿eres tonto, estás loco o eres bueno? La justicia es un ideal romántico, no es lo mismo ser justo que ser bueno.

La inocencia solo habita en los niños y muere con la primera mentira. Cuando muere la inocencia nace la ilusión, que muere con la persona. Quien ha perdido la ilusión ya está muerto aunque siga respirando. La inocencia es como el ave fénix, siempre existirá un niño donde renacerá.

El dinero compra la felicidad, aunque sea una felicidad de pega, que es siempre mucho mejor que la resignación de verdad. Somos posesivos, somos egoístas, somos voraces, somos humanos. Necesito aire, necesito agua, necesito pan, ¿necesito más?, sí, necesito paz.

La ira habita en los lugares más vergonzosos de nuestra alma, la envidia también, la violencia es una bomba de relojería que todos tratamos de desactivar pero tarde o temprano termina por estallar. Todos tenemos de que avergonzarnos, todos tenemos cadáveres en el armario.

Creemos más en lo que nos conviene que en la verdad misma, una buena mentira es preferible a una mala verdad, los valores no valen nada, la sinceridad está pasada de moda, es un mito. Ver es creer pero estamos ciegos, de las cuencas vacías de nuestros ojos cuelgan raíces secas.

El pasado es una losa de recuerdos de la que no podemos escapar, el presente ya es pasado y el futuro no existe aunque sea todo lo que nos queda. Queremos parar el tiempo, queremos crecer deprisa y envejecer despacio, queremos jugar a ser dioses, nunca lo seremos.

Toda la felicidad del mundo cabe en un segundo, que no es más que el latido de un corazón, la amargura no. Nadie sabe el tiempo que le queda, nadie puede comprar el tiempo, nadie sabe cuántas veces más latirá su corazón, ni en el último momento lo sabrá, ¿será una?, ¿serán dos?

viernes, 23 de julio de 2010

Muerte en Venecia


Existen ideas que surgen espontáneamente de la cabeza y que no meditamos mucho, así, a priori, parecen cojonudísimas y ni nos molestamos en analizar los pros y los contras. Yo, que soy profundamente irreflexivo, en el fondo me alegro de ser así, porque creo que si muchas veces me parara a pensar lo que hago y digo sería el tío más rollo y muermo del planeta. Afortunadamente lo que soy es un inconsciente que no prevé las consecuencias de sus ocurrencias, además suelo acompañarlas de ciertas dosis de mala suerte, sí, porque la mala suerte existe y yo la atraigo, es un hecho más que comprobado. La buena creo que también, pero me costaría más demostrarlo.

Irse de vacaciones es una de las pocas cosas buenas que suceden en el año, bueno, en vacaciones también aumentan los divorcios, los robos y los accidentes pero no viene al caso, por lo menos este año. No es que haya tenido un plan vacacional apasionante, aunque comparado con el trabajo de revisor de hojas cualquier cosa es trepidante, una semanita en mi querida sierra jiennense y otra a remojo en el Adriático italiano, ¡quién me iba a decir que en ambos sitios me esperaría la misma ola de calor africano! Porque si ya era mala suerte caer en Jaén a casi 45 del ala, que esa mancha bermeja que adornaba el mapa del tiempo se pasase de Andalucía a la Romagna persiguiendo a mi avión es sangrante.

Total, que espero con ilusión todo un año par verme en la orilla del mar, a más de cuarenta grados y con una humedad tan grande que mis calcetines estaban más mojados que los de Bob Esponja. En esas condiciones lo normal es rendirse a la fuerza del destino y pasarse la semana debajo de una sombrilla, pero no, yo tenía unos planes que se debían cumplir con sangre, sudor y lágrimas. Sobre todo sudor… y alguna lágrima. Pero no, yo no voy a Italia para disfrazarme de guiri en Benidorm, de eso nada, Italia es un museo con forma de bota y a lo hecho pecho, si has sacado tu entrada no te quedas en la cafetería tomando un tinto de verano. El plan comenzaba en Venecia y para allá nos fuimos.

Tampoco es que nos pillase a tiro de piedra, unos 250 Km, nada para nuestro pequeño FIAT de alquiler con aire acondicionado. O eso creíamos, porque a la hora de la verdad lo que salía de las rejillas no era aire fresquito, como dice mi hijo, las rejillas de los conductos de ventilación debían estar conectadas con el mismísimo infierno y mil demonios debían soplar por ellas como si fueran vuvuzelas del averno. Súmese a la avería del aire un atasco kilométrico debido a un accidente y ya antes de llegar a destino, tras cuatro horas, sudaba más que un cura pederasta el día del juicio final. Todavía no lo sabía, pero en ese momento aun estaba fresco y lozano comparado con lo que debería llegar.

Recuerdo la ingenua sonrisa de triunfo en mi rostro al cruzar el puente de entrada a la laguna, además encontrar aparcamiento fue fácil, caro pero fácil, fracciones de 12 horas y cuota mínima de 26€. Por bajarme de esa caldera en llamas hubiera pagado el doble, aunque con esos precios si vuelvo a ir, que lo dudo, lo haré en submarino. Además en el parking te piden que dejes el coche abierto y las llaves en el salpicadero, por si hay un incendio, alegan; para descojonarse, no tenían pinta de jugarse el físico para evacuar unos miles de coches en un aparcamiento de ocho plantas en forma de caracol, y aunque lo consiguieran, ¿dónde piensan aparcarlos?, ¿sobre las góndolas?, mejor no pensarlo, aunque hubiera podido comprobarlo dejando el coche encendido con el aire acondicionado puesto al máximo.

Venecia, es bonita, huele un poco mal, pero es bonita, está que se cae a pedazos, pero es bonita, es sucia, pero es bonita, el agua es un mejunje de aspecto sospechoso, pero es bonita, está atestada de gente con pintas deleznables, pero es bonita, sí, definitivamente es bonita, distinta, irrepetible e incómoda. Más si se te ocurre ir con un niño que, muerto de calor, se niega a andar. Menos mal que para eso llevamos siempre su carro, ¿he dicho menos mal?, pues no, ¡en la puta hora que lleve el carro!, porque los canales no se cruzan en paso de cebra, se cruzan por preciosos puentes llenos de inclinados peldaños para permitir el paso de las embarcaciones. No sé cuantas veces tuve que portar a ambos, carro y niño, a cuestas, pero fueron muchas, demasiadas. A la hora, si no hubiera estado siempre rodeado de testigos, los habría arrojado desde lo alto a uno de los canales, pero en Venecia siempre encontraras un testigo para una fechoría.

A las dos horas, ya me daba igual Venecia, San Marcos, las góndolas y hasta la madre que pario a los gondoleros, solo buscaba un plan para escapar de esa trampa mortal, pero ya era muy tarde, para salir tendría que recorrer todo el laberinto arrastrado por la marea humana y lastrado por una mochila, un carro y la carne de mi carne. Ya no era una persona, era un charco con patas, me sudaban las axilas, la espalda, los pechos, incluyendo los pezones, la cara, las pestañas, las uñas, el intestino delgado, el bazo, las gafas de sol, la tarjeta de memoria de la cámara de fotos, me sudaban hasta los malos pensamientos que mi mente recorrían fruto de la deshidratación.

Por eso, cuando diez horas después llegué a mi punto de partida, a pesar de haberme bebido un río y sudado un mar no tenía fuerzas ni para parpadear. Estaba pringoso y pegajoso, hecho pedazos, hundido y maloliente, casi como la misma Venecia, poco a poco me había mimetizado con la ciudad de la que solo quería escapar. Y aun me quedaba un largo viaje de vuelta en el caldo móvil, disfrutando de la elegante conducción italiana y pensando en lo acertado del nombre de la novela de Thomas Mann, muerte en Venecia, sí, yo, como su protagonista, atraído por la belleza veneciana casi me dejé la vida.

El año que viene me voy de vacaciones al polo.

lunes, 12 de julio de 2010

ECC – La Traición de Enemigo (cantar popular)


Año 2599. “Alcorcón 4-0” es ahora un barrio residencial de la colonia “Madripolis”, capital de los “Estados Confederados Castellanos” (ECC), pequeño estado mesetario que hace varios siglos formaba parte de un país llamado España. Hace siglos que desapareció cualquier tipo de referencia a todo aquello, vivimos años de ignorancia y barbarie tras la quema de bibliotecas, museos y universidades. Sin embargo los cronistas de la época inmortalizaron en un cantar la historia de un desamor, posiblemente la versión que nos ha llegado diste bastante de la realidad, sea como fuere dice así:


En un confín de Castilla,
A la orilla del Arlanza,
Doña Esperancia Aguililla
Preparaba su venganza

El que fuera su marido,
Cofundador de un imperio,
El corazón la ha partido
Cometiendo un adulterio

La traición de aquel fantoche,
El innombrable Enemigo,
La hacía velar de noche
Maquinando su castigo

“Si nací de su costilla,
Si era mi dulce esperanza…
¿Por qué se mofa y me humilla?
¿Para servirle de chanza?

Juro, puerco malnacido,
¡Que irás para el cementerio!
Un error has cometido
A Espe no tomando en serio

Y aunque te blindes el coche
No vas a jugar conmigo,
Balazos a troche y moche
Te meteré en el ombligo”


Así bramaba la dama,
Sacando brillo a sus cuernos,
Toda su ira derrama
Camino de los infiernos

Hundida al rememorar
Las noches en La Zarzuela,
Llora y llora sin parar,
Tratada cual mujerzuela

Recuerda a Ave César Vidal,
Al que amaba como a un hijo,
Declamando a Juvenal
Mirando a Enemigo fijo

¡Al fin comprende la trama!
Le ponía ojitos tiernos
Para metido en su cama
Calentarle los inviernos

“No voy a fiarlo al azar,
César, ave que no vuela,
A falta de mejor manjar…
¡Desplumado a la cazuela!

Esta plegaria mortal
Al Dios Chemari dirijo,
Que mi mano y este puñal
Van a cercenarte el pijo”


Mientras tanto los traidores
Se pasean por Chueca
Demostrando sus amores
Van de la ceca a la meca

No exclaman mariconazo,
Ni sarasa, ni capullo
A ningún guapo chulazo
En el día del orgullo

Se han vuelto más tolerantes
Con el que es diferente,
Enseñando sus talantes
Por las playas de poniente

Ya no son predicadores
De una moral rancia y hueca,
Prefieren tomar licores
E irse a la discoteca

Entre copazo y copazo,
Entre caricia y arrullo,
Declaran quererse un mazo
Al oído en un murmullo

Le resbala a los amantes
Lo que comente la gente,
En Castilla hay más liantes
Que soldados en el frente


Se cree que existía una segunda parte de este cantar, que narraba la venganza de Esperancia Aguililla y de cómo Enemigo y Ave César Vidal terminaron jugando con las carpas en el fondo del pantano de Entrepeñas, cogiditos de la mano y con un adoquín de cemento adornando sus tobillos. Dicen que fue Ruin Rapiñón, reconciliado con Esperancia, quien compuso los versos, y que tocaba el arpa desde la orilla del pantano mientras los cantaba. Desafortunadamente se han perdido. Pero esa es otra historia que ya contaré otro día.

Campeones, campeones, oe oe oe!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

La vida sin Internet es posible, bueno, no tengo ni media hora para conectarme y otra semana de exilio voluntario, pero ¡esto hay que celebrarlo! ¡Qué alegría! Por lo menos para mí que nunca escondo mis sentimientos futboleros más allá de la irracionalidad. Pensé que el mundo era un sitio injusto y que estaba destinado al sufrimiento perpetuo, pero no, en un año he visto ganar la UEFA al Atleti y el Mundial a la selección, dos equipos hechos a imagen y semejanza, y el que lo dude que se lo pregunte a mi pobre corazón, uf!!!!!!!!!!!!!!

Es solo fútbol, sí, pero bastante mierda tengo que aguantar todos los días para que nadie me amargue esta alegría, somos campeones del mundo y punto pelota, cuando toque ponerse serio ya nos pondremos. Ahora a seguir conteniendo la emoción que a cada rato trata de desbordarse por mis ojos, porque cada vez quiero más a este jodido país y me pone más la bandera.

Y para buen rollo el de Shakira, ¡ea!, a bailar todos el Waka Waka ;)


jueves, 1 de julio de 2010

Vacaciones, ¡por fin!

Sí, ¡por fin han llegado!, quince miserables días para olvidarme de las miserias cotidianas, de las plataformas marinas y de los cursos de supervivencia en el mar que, si nadie lo remedia, me veo haciendo más pronto que tarde. Espero que esos días no pase cerca de mí algún ballenero japonés que me arponee confundiéndome con alguna especie de orondo cetáceo como, por ejemplo, el cachalote.

Desde que mi destino me parece claro todas las mañanas al llegar al trabajo pongo con toda la potencia que los altavoces de mi portátil me permiten la canción “bajo el mar” de la sirenita. Me da buen rollo y de paso me echo unas risas con mis compañeros a los que, por cierto, sí que voy a echar de menos, bueno a casi todos.

No sé si me conectaré o no, posiblemente sea que no, así que pasadlo bien, sed buenos y bailad con Sebastian.