lunes, 18 de abril de 2011

Haciendo camino

Voy al volante, tranquilo, relajado, escuchando música mientras disfruto del paisaje, no pienso en nada, mi mundo se reduce a dos líneas paralelas que marcan mi camino, es fácil, no tengo que pensar, no tengo que decidir, ellas hacen todo el trabajo por mí y por una vez me dejo llevar, abandonando la angustia como los malnacidos abandonan a sus mascotas en las gasolineras. Podría seguir así cien kilómetros, mil, cien mil, con la mente en blanco, siendo freno y acelerador, siendo motor y columna de dirección, un ser biomecánico que simplemente sigue su camino.

El paisaje es árido, nada del otro mundo, tierra de pelarte de frío destripando terrones con un arado, pero ya no ara nadie, es tierra yerma, es casi olvido, matojos, piedras y yerbajos. A veces, como despistados, veo verdes campos de cebada que rodean enormes campos eólicos que me hacen pensar en gigantes y en molinos, allí nada crecerá más, no habrá más vida que la de las palas girando síncronamente a cincuenta hercios, monótonamente, desafiando a los caminantes y a las aves que tendrán que buscarse otra ruta para llegar a su destino, gigantes que surten de electrones nuestros aparatos eléctricos, un mal menor, un precio a pagar con disfraz de ecología. Les veo decirme adiós, con su acompasada danza, por mi retrovisor mientras que desaparecen y les deseo buen viento y que los rodamientos no les fallen, cosas que pensamos los ingenieros medio zumbados, meras tonterías.

A mi lado va mi padre, serio, callado, mirando al infinito, sin hacer caso de una música que no es la suya que además está cantada en un lenguaje que ni entiende ni quiere entender, hace un rato me hacía bromas pero ahora respeta mi silencio. Le miro de reojo y me alegro de ir con él, seguro que sigue pensando en el pequeño milagro que es el GPS, en los satélites, en lo que ha cambiado la vida desde que salio de su pueblo, no entiende el rock and roll porque su vida es por soleares y alegrías, y algún que otro fandango que hace bailar a su corazón recordando aquello de “diviértete con quien quieras, que yo me estaré llorando, que puede ser que algún día, tu risa se vuelva llanto y mi llanto alegría”, puro saber popular, pero es universal, lo pienso al escuchar que todo el mundo tiene un corazón hambriento y que Bruce ya sabía que eso de amor está muy bien pero que al terminar la película solo queda un “brilliant desguise”, una muerte anunciada, una apuesta segura al llanto a cambio de una efímera alegría.

Pienso en Bruce y en mi padre, que casi deben tener la misma edad y deben ser casi igual de guapos, es un pensamiento idiota pero me los imagino tomándose juntos una cerveza mientras que en la barra caen al vacío, rendidos, los corazones de las camareras, seguro que se entenderían. Me río y él, que me conoce, me pregunta por la chorrada en la que estoy pensando, y contesto que nada, mientras que busco una salida de la autopista con la excusa de que tengo que ir al baño. Y solo paro para que él tome el volante, para que no piense que no quiero que maneje él el coche, porque se siente joven y le cuesta aceptar que sus reflejos van menguando. Cierro los ojos saboreando todavía el café, y pienso en cuantas canciones se podrían haber escrito con su vida, pienso en las que se podrían haber escrito con la mía, no hay color, pienso en las que podríamos haber escrito juntos y sobre todo en las que no, pienso en el camino que ahora recorremos y en otros caminos paralelos que todavía no conozco pero que sé que están allí esperándome algún día. Que esperen.

Siento el sol naciente en mi cara y estornudo como de costumbre cuando me acaricia la nariz, el maldito, porque voy camino del sol, del mar, de escribir una página más de una historia en la que soy protagonista de rebote, feliz de ser guiado por alguien que quiero mucho, de no tener nada más en lo que pensar en las próximas dos horas, a salvo, lejos de los problemas, tomando nota mental de escribir esto en el blog, inyectándole una transfusión salvadora de optimismo, aun a riesgo de parecer empalagoso, deseando que el viaje no se acabe nunca, que el tiempo no pase, que la vida se detenga, al menos un rato para darme una tregua, para recrearme en lo que veo, en lo que siento, en lo que escribo.

jueves, 7 de abril de 2011

Poesía para niños de tres años

Vosotros lo habéis querido, una muestra de mi calidad literaria, afortunadamente los niños han mostrado interes y se han tragado la historia de cómo se hace la miel, de por qué los osos hibernan y que las ardillas aunque no son pájaros hacen nidos, evidentemente el tema era el bosque. Prueba superada.

En el bosque hay animales,
bichos, ranas y roedores,
y árboles descomunales
bajo los que crecen flores
que abejas en los panales
hacen miel de mil sabores.

Los ciervos tienen dos cuernos,
los jabalís dos colmillos,
y comen frutos muy tiernos
los osos que son muy pillos,
para dormir los inviernos
mientras les cantan los grillos.

En los arroyos los peces
mueven la cola fresquitos,
no les gustan las nueces
les gustan más los mosquitos,
por eso algunas veces
los cazan dando saltitos.

En el bosque todo es vida,
crecen bayas y una seta
que sirven como comida
a una ardillita coqueta
que entre las ramas anida
saltando muy pizpireta.

domingo, 3 de abril de 2011

Carta de ajuste

Llevo unas semanas que me cuesta la misma vida escribir, y es por varios motivos, el primero por puro cansancio porque cuando pasas doce horas en la jungla enjugando lagrimas de dramas ajenos al llegar a casa estás más hueco que un pozo seco, eso es lo que soy, un manantial agotado. No me queda ni una idea, no me queda casi nada que contar, salvo este tipo de miserias tan cotidianas que seguramente no interesan a nadie y que además, pensándolo bien, son miserias de niño tonto, de niño mimado, gilipolleces de alguien que no sabe qué es realmente pasarlo mal y qué es sufrir de verdad. Dicho esto, el segundo motivo es evidente, me avergüenzo de mis chorradas, esto no da para más. Y no me refiero a que me avergüenzo de lo que cuento, ahora no es pudor, me avergüenzo de ser tan superficial, tan simple, tan tremendamente bobo.

Sería facilísimo recurrir a eso de que con la que está cayendo no tengo derecho a quejarme de nada, que medio país vendería su alma por tener mi trabajo y que la otra mitad seguro que me cedería gustosa sus preocupaciones a cambio de las mías, seguramente, no lo dudo, yo por mi parte les dejaría feliz que llevasen un rato la carga agobiante de mi cerebro, estoy harto. Estoy profundamente defraudado con lo que he hecho de mi vida, y no culpo a nadie, toda la culpa es mía por indolente, por flojo, por conformista, por no ser el puto egoísta que debería haber sido, por creer en los cuentos de hadas y a muchos de los mentirosos que por el camino me he encontrado, tengo una edad estupenda para miles de cosas y debería estar más seguro de lo que soy y de lo que quiero pero la impresión general es que lo tenía mucho más claro a los veinte años, por lo menos entonces muchas de las ilusiones que ahora he perdido permanecían intactas, sin contar con los ideales que han sido sistemáticamente pisoteados y que ahora yacen moribundos junto a las piedras del camino.

Como soy un zoquete no sé hacer muchas cosas en la vida, y bien o mal siempre las he intentado hacer de la misma manera, sin sacar partido de lo que no me merezco para sentirme bien conmigo mismo, pero el mundo no funciona así, está claro. He leído esta semana que si eres así no eres más que comida, pues cojonudo, soy comida, como tanto individuo insignificante que no tiene donde guarecerse, a merced de hijos de la gran puta y especuladores que tienen clarísimo que ellos nunca pierden, me hierve la sangre. Me deprime la sensación de estar a la merced de ellos, de sus caprichos y de sus desatinos, mientras que al mismo tiempo trato de ser una persona responsable que cuida de su familia, que pone todo en su trabajo, que trata de buscar la sonrisa ajena, que ayuda siempre que puede a los demás, entonces, ¿por qué no avanzo?, ¿por qué nunca tengo premio?, ¿por qué me veo igual el resto de mi vida?, ¿por qué?, ¡cojones!, ¿por qué?

No entiendo el mundo, no sé como seguimos todos sumisos mientras que nos pisotean, me repugna la política y los políticos, de todos los colores, si no fuésemos más que una pandilla de conejos asustados iríamos a por ellos y los tiraríamos al río. No soporto más las escenas de inauguraciones costeadas con nuestro dinero, que sí, que es nuestro, que veo la nómina todos los meses y entre pitos y flautas me falta más de un treinta por ciento, que no habéis puesto vosotros ni un euro, no puedo con tanto mangante sin escrúpulos, con mi señor alcalde que antes de que se lo pasen por la piedra va a dar puesto de funcionario a medio ayuntamiento. Es acojonante ver como un banco presume sin escrúpulos de ganancias mil millonarias y a la vez ejecuta hipotecas a unos pobres diablos a los que engañaron dos veces, pero es peor ver a los dirigentes de otro pedir miles de millones al estado porque tienen el agua al cuello, y en aras del bien general... ¡Vuestra puta calavera! En esta mierda de país se nacionalizan las pérdidas y se vende lo poco bueno que tenemos, se amenaza con el copago sanitario y enseñamos a desaprender a las masas porque cuanto más brutos seamos más nos van a dar por el trasero.

Cuando pienso en estas cosas se me quitan las ganas de seguir con esto, he tratado de hacer del blog un sitio diferente, ser menos rebuscado, más cotidiano, más agradable, pero no me sale, por lo menos no ahora. Trato de ser natural, de no pinchar, de no morder, y no puedo, quiero abrirme al mundo y cuanto más lo intento más vuelvo a ser el niño concha, sin ningún motivo más que la tara genética que debo llevar dentro, vivo dos realidades, la del mundo que va a lo suyo y la historia paralela que yo me monto por dentro. No es la primera vez que me pasa esto con el blog, porque ya son casi dos años juntando letras y lanzándolas al ciberespacio, creo que es hasta normal y de una manera u otra le ha pasado a todo el mundo que leo, y a muchos que ya no leo porque no consiguieron superarlo y echaron el cierre, yo ya lo superé una vez y espero poder hacerlo una segunda. De momento devuelvo la conexión a los estudios centrales, les dejo con la carta de ajuste.