lunes, 25 de febrero de 2013

Imagina, banaliza, improvisa, arriesga

 
Una vez leí un libro que hablaba de unos ratones y un queso que no me gustó nada. Seguro que todos ya sabéis cuál es, y no, no me gustó.
 
En general, no soporto los libros de motivación y autoayuda, leo y leo y sólo me quedo con un blablabla de filosofía barata muy poco aplicable a la vida real. Y la reconozco al instante porque es muy parecida a la misma mierda que yo escribo en este blog de vez en cuando, a partir de ahora MMQYEEEBDVEC. Un servidor, la autoayuda, siempre la ha encontrado escuchando rock and roll y bebiendo un poco más de la cuenta (*), y no me ha ido tan mal.
 
A lo que voy, ese libro hablaba del miedo al cambio, que es algo que nos sucede a todos, los cambios nos aterrorizan y quien más y quien menos alguna vez ha dicho en su vida aquello de “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”, es muy humano. Pero si eres una persona normal, siempre serás capaz de asumir que la vida es continuo cambio y que más vale irte adaptando a las circunstancias o estás muerto. Ya lo dijo Heráclito de Éfeso: “Todo cambia, nada permanece” ( MMQYEEEBDVEC), unas de mis citas favoritas.
 
Cuando las cosas eran de color de rosa, cuando las mentiras que descubrimos hoy nos parecían verdades, igual sí que funcionaba no hacer nada, pero ahora, si no quieres asumir que las cosas cambian lo llevas más crudo que el desayuno de un esquimal. Esto es así y por eso me sorprende tanto encontrarme rodeado por personas que no saben qué hacer cuando no tienen perfectamente identificados todos los factores de la ecuación. Gente que es incapaz de improvisar, gente que es incapaz de imaginar escenarios diferentes a partir de la poca información que posee, gente completamente asustada por tener que incorporar a sus vidas el factor riesgo.
 
Y la vida es riesgo, y no pasa nada, porque además, lo más chocante, es que es esta misma gente la que se cree que todo es a vida o muerte, cuando la realidad es que la mayoría de las cosas que hacemos son banales y insignificantes, que el mundo no se termina en un error, porque el mayor error posible es no hacer nada ante la posibilidad de ser imperfectos (más MMQYEEEBDVEC). Detrás de cada decisión no tomada o delegada en los demás hay un miedo enorme al fracaso y una falta total de imaginación que lo realimenta.
 
Lo peor, es que esta gente, desde su perpetuo miedo, desde su duda, desde el bloqueo mental que les lleva a la inacción, nos arrastran con ellos como si fuesen unos zapatitos de hormigón de los que no nos podemos liberar. Son gente que lastra nuestra vida, nuestro trabajo, incluso nuestro ocio y son muy peligrosos porque en lo más profundo de su ignorancia piensan que tienen razón, que los locos somos los demás y que el mundo debería funcionar así. Yo los odio.
 
(*) Bebe con moderación, es tu responsabilidad.

domingo, 24 de febrero de 2013

Soneto para Desgraciaito

Si por el Blasco pasas por delante,
ves la figura de un hombre sin par
que acodándose en la barra del bar
bebe gin-tonics con aire galante.
 
Si sospechas que no es muy interesante,
su aspecto formal no te ha de engañar,
que un club de tortura osa regentar
con menos comedia que la de Dante.
 
Desgraciaito es su nombre de guerra,
llamarle Bosco paréceme afrenta,
aunque como crítico algunas yerra.
 
Hoy, que este señor, nos cumple cuarenta,
camino maduro en la vida perra,
espero seguirle hasta al menos noventa.

sábado, 9 de febrero de 2013

Banderas que insultan a la inteligencia

 
Os prometo que cuando decidí abrir de nuevo el blog no era para pasarme el día refunfuñando, que no, que yo no soy así, que yo me río hasta de mi sombra. Pero es que, como dicen mis amigos argentinos, me llenaron las bolas estos pendejos.

Ayer volvía del trabajo cabreado porque a un miserable kilómetro de mi casa me van a montar un quilombo llamado Eurovegas, que el que lo quiera por mí que lo reclame para su pueblo a ver si aún está a tiempo de llevárselo, cuando de repente veo aparecer por el horizonte una bandera de España que hacía parecer enanos a los autobuses de la compañía de Blas & CIA (aka Blasas). Me he quedado tan flipado que casi me como a un pobre señor al incorporarme a la A5, extasiado por la presencia de 30m2 de bandera rojigualda en canal.

Al llegar a casa he mirado a cuento de qué venía esto y he encontrado este enlace del ayuntamiento http://www.ayto-alcorcon.es/portal/noticias?detalle=37303 En el nuestro Alcalde afirma sin que se le caiga la cara de vergüenza que: “el Ayuntamiento tiene por objeto reflejar el amor, el orgullo y el respeto que todos los españoles tenemos a nuestro país y a nuestros símbolos nacionales. Son muchas las ciudades, en todo el mundo, que lucen en sus calles, plazas y parques la enseña nacional y los vecinos se sienten muy orgullosos". Cierto es, por ejemplo esta bandera de Cuba que luce orgullosa en La Habana http://es.123rf.com/photo_8653083_la-habana-cuba--enero-de-2009-bandera-cubana-y-la-escultura-del-che-guevara-en-la-fachada-del-minist.html

No tengo nada en contra de nuestra bandera, ni de nuestros símbolos nacionales, al contrario, la educación que recibí en los años mal llamados de la transición (permitidme que lo escriba en minúsculas) hace que se me salte una lágrima cada vez que veo a un español subido en un podio. Así somos los rojos del siglo XXI. Por eso me toca mucho la moral que un político use trucos propios de una dictadura bananera en mi nombre. A ver, señor alcalde, yo puedo estar muy orgulloso de mi bandera, a fin de cuentas es algo íntimo y personal, pero insulta a mi inteligencia el uso que usted hace de ella, por mí se la puede meter por el recto entera, o en cómodos trapos de un metro cuadrado, incluyendo el mástil de 16m que es lo que más disfrutará.

Alcorcón, por si alguien no lo sabe, tiene una deuda de 612 millones de euros, ahí es nada, la mayoría achacables a las aventuras circenses del anterior alcalde del PSOE, el ahora senador y diputado regional Enrique Cascallana al que como dicen en mi pueblo “no le comió la mano un guarro”. Echad un vistazo al enlace, no tiene desperdicio, tenemos un circo a medio terminar a pesar de que nos sobran los payasos. Fue el mismo señor que proyectó desde la empresa municipal de la vivienda un proyecto llamado Distrito Norte en los mismos terrenos en los que ahora se va a perpetrar Eurovegas. Son tan, pero tan chapuzas que el enlace lleva años en la página del ayuntamiento que desde dos años regenta (va a ser un verbo muy de moda en Alcorcón ahora) el PP.

Hemos pasado de esto de los parques tecnológicos a los casinos, aunque es de justicia decir que los que lo prometían lo más tecnológico que habían visto en su vida es uno de los botijos que se hacían en la Calle de los Alfares. Y no me parece justo que los que somos alcorconeros desde niños tengamos que tragar por cojones con esto, que va a cambiar nuestras vidas, ojalá me equivoque, a peor. Si un par de centros comerciales de poca monta colapsan ya la ciudad no quiero imaginar qué va a suceder a partir de ahora.

Y frente a todo esto la solución es una bandera, una bandera infinita que oculta que nuestras calles cada vez están más sucias, que los ambulatorios funcionan cada vez peor y que a los colegios se les quitan la mayoría de las ayudas, este año ya he firmado más peticiones en contra de algún recorte que autógrafos Cristiano Ronaldo. Una bandera utilizada de manera vil y partidista que me parte el alma y me avergüenza tanto que me concentro en las líneas de la carretera para no mirarla cuando paso a su lado.

martes, 5 de febrero de 2013

Con la que está cayendo

Con la que está cayendo: Muletilla utilizada sin pudor para justificar cualquier tipo de tropelía, injusticia o coacción cometida al amparo de la recesión económica.

Hace tiempo, en los tiempos felices en los que ZP nos regalaba nubes de algodón de 400€, si escuchabas a alguien pronunciar esta frase y mirabas al cielo normalmente llovía. Sin embargo, ahora, si escuchas la frasecita de los cojones o estás a punto de que te la metan si no es que ya te la han metido, hasta la bola.

Con la que está cayendo es el bálsamo de Fierabrás del mal gobernante, del político corrupto, del empresario chanchullero, del jeta, del sinvergüenza y, en resumen, de todo aquel aprovechado sin escrúpulos al que no le importa sacar tajada de las penurias de los demás.

Nunca jamás cinco palabras fueron tan poderosas para justificar que alguien mangonee en lo que por derecho es tuyo. Cualquier tipo de queja o reivindicación cae inmediatamente fulminada ante tal expresión fruto del victimismo interesado, y somos tan gilipollas que las hemos asimilado y aceptado como si formaran parte del nuevo catecismo de los que no tienen derecho a tener derechos. Además las hemos aceptado como si lo que es normal ahora fuese excepcional, hasta la culpabilidad, hasta los remordimientos.

En los tiempos que corren, con la que está cayendo, cualquiera se queja de su trabajo, ¿con qué derecho?, si tienes un trabajo, aunque trabajes por un salario de miseria y hagas cada día un par de horas extras no remuneradas. Cualquiera pide un aumento de sueldo, con la que está cayendo, al contrario da gracias de que no seas tú el que tenga que pagar una indemnización a la empresa que con tanto esfuerzo se lucra por tu trabajo. Además, con la que está cayendo, es buen momento para que te manden a trabajar a un lugar exótico, pero sin rechistar, que hay millones envidiando que te pueda asaltar, violar o ametrallar un grupo armado por una dieta diaria de 30 o 40 euros.

Con la que está cayendo nos suben el IRPF y lo llaman “recargo temporal de solidaridad”, de solidaridad con los mangantes, digo yo, porque esto es como el anuncio aquel “del mar a la mesa” pero versión “de tu nomina a mi sobre”. Con la que está cayendo nos suben el IVA que es el impuesto que pagamos por sobrevivir (AKA malvivir), tengamos trabajo o no, nacionalizan el banco malo, nos suben la luz, el agua, el IBI, la gasolina, el transporte público, las matrículas universitarias, nos hacen repagar las medicinas, las muletas, las ambulancias, la quimioterapia y hasta la puta madre que los pario, con la que está cayendo.

Es asombroso el poder de esta frase que nos mantiene a todos sumisos y acojonados mientras que cuatro listos se apropian de nuestra educación, nuestra sanidad y todo aquello que nuestros mayores se ganaron con mucho esfuerzo. Ante el menor símbolo de rebelión o disconformidad, sólo hay que pronunciarla para que caiga todo su poder sobre nosotros, como una fina lluvia de pesimismo que nos diluye el ánimo y nos pellizca en el estómago hasta hacernos temblar de miedo. La puta frase de marras es la madre de la desesperanza y del inmovilismo, es lo que nos hace mirar hacia otro lado cuando la cosa no parece ir con nosotros mientras rezamos aquello de virgencita que me quede como estoy, que en el fondo no estoy tan mal, que todavía me llega para comer sin acercarme al banco de alimentos.

Porque parece que todo lo que nos sucede, todo lo que nos cae, es fruto de una maldición bíblica en la que no hay responsables pero de la que todos somos culpables, aunque no tengamos ni puñetera idea de lo que hemos hecho. Son malos tiempos, sobre todo si eres de los que simplemente aspiran a vivir con un mínimo de dignidad, pero no te atrevas a decirlo en voz alta porque te arriesgas a que el viento de responda: ¿Vivir? Optimista. Con la que está cayendo.