Este
mes, los resignados miembros del Club
de Lectura 2.0, hemos leído “La larga marcha”, de Rafael
Chirbes, a partir de ahora EHQNALPYA (el hombre que no amaba los
puntos y aparte) a propuesta de Paula, una novela, desde mi punto de
vista algo fallida, que nos habla de la España de la dictadura
franquista. EHQNALPYA, además de no incluir un miserable punto y
aparte, algo que voy a reproducir en este post para que veáis en
primera persona lo agotador que resulta, recurre a algo tan socorrido
como es repasar historias en paralelo que van tejiendo el mensaje de
la novela hasta que confluyen, inevitablemente, al final. Como ya es
costumbre en estas reseñas voy a copiar lo que nos dice el editor
como resumen: “La mirada narrativa de Rafael Chirbes pone en
evidencia los oscuros e incómodos mecanismos personales y colectivos
de nuestra historia durante la posguerra española y la resistencia
antifranquista de los años sesenta. Dos generaciones caminan delante
de un espejo que no devuelve imágenes gratas o autocomplacientes.
Hombres y mujeres que se reparten el dolor y la humillación de la
derrota mientras aprenden la dura tarea de sobrevivir. La juventud
universitaria que intenta tomar conciencia mientras aprende a
construirse contra un pasado que inevitablemente forma parte de su
herencia. Estamos frente a una de esas novelas que los lectores
reclaman a los autores de su tiempo, frente a una de esas novelas que
se esperan.” Y efectivamente, se trata de una novela que los
lectores reclamaríamos, porque muchos tenemos necesidad de
enfrentarnos a los fantasmas que nos han enseñado nuestros mayores,
tal vez como refuerzo de una identidad que en algún momento yo creí
que formaba parte de mi genética, tal vez para poder estar en la
piel de los que crecí considerando malvados por vocación, sin
conocer sus motivos, sin tener la oportunidad de despreciarlos, a
ellos y a sus motivos, al menos con conocimiento. Por eso “La larga
marcha” ha tenido momentos puntuales en los que me ha emocionado,
porque habla de la gente corriente de los dos bandos a los que,
simplemente, les tocó estar ahí, sin mucha convicción, la justa
para justificar sus actos; dividiendo el libro en dos partes, una
primera que cuenta la historia de los que tuvieron que sobrevivir en
la postguerra y una segunda que es la de sus hijos en los años
sesenta. La diferencia es clara, la primera es una generación
desgastada que se conforma simplemente con sobrevivir, y la novela
juega a enseñarlos siempre en tinieblas, rodeados de palabras a
media voz que tratan de evitar la atención de quien pueda
escucharlas, la segunda es una generación que aunque ha vivido esa
miseria, tanto física como moral, no siente la guerra como algo
propio y quiere un cambio, de nuevo nos encontramos ese ambiente
medio clandestino pero con diferente motivación, los padres tienen
necesidades materiales, los hijos creen necesitar la libertad. Los
que hayáis llegado hasta aquí pensaréis que la novela me ha
gustado, pero os equivocáis de pleno, bueno, para lo que es el nivel
del club aprueba, pero en general se me ha hecho pesada y difícil de
seguir, especialmente la primera parte que no es más que una
colección de retratos de época a los que, una vez dibujados,
EHQNALPYA trata de sacar partido sin darse cuenta de que tienen ya
menos jugo que el hueso de jamón de un cocido. Además, como si de
la misma carne de ese hueso se tratara, las historias, tal vez por
haber intentado morder más de lo que se podía tragar, se van
haciendo hebras que cuesta trabajo masticar, hasta hacerse algo de
bola. Por momentos la novela se hace confusa, teniendo que poner el
lector todo de su parte para saber donde está cada uno y qué
narices está pasando. Después, cuando EHQNALPYA, enhebra todas las
historias, todo mejora, siendo los capítulos finales los mejores,
como si hubieras encontrado algo de agua tras atravesar el desierto.
Como
siempre, encontraréis otras opiniones en las reseñas
de Desgraciaíto,
Carmen,
Livia
y Bichejo,
que me temo van a ser de lo más diversas, recorriendo el amplio
espectro que va del amor al odio, pasando por la indiferencia y la
ovación afectuosa pero no por ello apasionada. Y además, en unos
días todo esto lo debatiremos en el podcast del club, sí, con
sonido en alta felicidad y risas garantizadas.
3 comentarios:
En la diversidad está el gusto y, para mi desgracia, también el disgusto.
Me ha parecido pesadísimo y sin interés. Otra muesca en la historia del club que no deja de sorprenderme en la cantidad de libros que yo no leería nunca. Y el caso es que después de leerlos... solo puedo que alabar mi buena intuición
A ti te quiero más que a Chirbes, pero a ninguno de los dos os queda bien la vida sin puntos y aparte.
Pues yo no te agradezco que no hayas puesto puntos y aparte. es más: no me parece bien.
Publicar un comentario