domingo, 25 de abril de 2010

Brico-chapuzas


Éste debería ser mi nombre, brico-chapuzas, una lástima, y eso que en teoría debería tener el potencial de MacGyver, coño, ¡qué soy ingeniero!, pero la triste realidad es que tengo el cuerpo de Manolo y las ideas de Benito. Por eso una vez más la he vuelto a cagar cayendo en el más oscuro pozo de la vergüenza y la ignominia, mancillando, de paso, las enseñanzas del barbas de bricomanía. Porque siempre que me pongo a hacer algo en casa sucede un drama, es tan matemático como el teorema del seno, al final a duras penas suelo remontar la situación, aunque, ahora que recuerdo, una vez estuve a punto de cagarla del todo. Si alguien se cree que montar un fregadero es coser y cantar que hable conmigo antes de intentarlo, le daré un único consejo, amigo, llama a un fontanero.

El día que te casas te dan dos cosas, bueno algún cabrón también te da el pésame, pero eso vamos a obviarlo, la primera es el libro de familia, un conjunto de papeles de dudosa utilidad pero escurridizo como un bebé de foca, a la que te descuidas ha desaparecido y nadie sabe dónde está. El segundo es un título honoris causa de técnico de mantenimiento del hogar, realmente no está escrito en ningún lado que debas de ser tú el encargado de que esa cosa viva, que es tu casa, detenga su deterioro o cambie de aspecto, pero ya puedes protestar más que el pitufo gruñón, te va a dar lo mismo, es tu misión y te jodes, punto final. A partir de ahí descubres que tu padre no se lanzaba a la arena disfrazado de gladiador tracio por gusto, ¡qué va!, era el eslabón anterior en la cadena de chapuzas amateurs. Es una mierda, yo preferiría tener que matar leones con mis propias manos a tener que sufrir colgando lámparas, barras de cortinas y cuadros, seguro que no soy el único.

Y por culpa de un cuadro me encuentro en la situación de desamparo actual, ¡por un puto y jodido cuadro!, y no solo por eso, lo admito, además por manazas, cabezón y cocinillas. Todo empezó hace casi un año, en casa de mi prima, en Valencia. Ella, que es más maja que las pesetas y tiene vocación de artista, no supo negarse al encargo de mi mujer de un cuadro para nuestra habitación. Dicho y hecho, hace menos de un mes recibimos un lienzo con un precioso sol mediterráneo amaneciendo en el mar, me encanta. Hasta ahí perfecto, lo malo, su ubicación, justo encima del cabecero de la cama.

Me da una pereza horrible taladrar encima de la cama y mover el canapé, pesa varias toneladas y mi espalda es propensa al lumbago. Honestamente, creo que debemos estar almacenando lingotes de plomo dentro de él, porque unos bolsos y unos zapatos no deberían pesar tanto. Pero no pasa nada, colgar el cuadro hoy en día sin utilizar métodos intrusivos está chupado, dos gotas de masilla fijadora, de esa que juran en el envase que sería capaz de unir las dos neuronas de Leire Pajín para provocar un pensamiento y asunto resuelto (para las de Javier Arenas no ha avanzado aún tanto la química, lo siento Javi, chato). Pero no, ni la buena de Leire tendrá jamás su momento de gloria ni mi cuadro quedó fijado en la pared. Analizándolo bien, en frío, era una misión destinada al fracaso, mi pared tiene más curvas que una montaña rusa y encontrar un buen plano de fijación es imposible. El resultado, aún, no era dramático, unos manchurrones en la pared perfectamente disimulables con el propio cuadro.

Evidentemente era el momento de plantarse y sacar la taladradora, pero de eso nada, una vez que has decidido que no la vas a usar, no la sacas aunque tengas que unir el marco a la pared con un cordón de soldadura. Plan B, pongamos esos pequeños fijadores de los que todo el mundo habla maravillas. Pongo el primero, agua, lo único que existe debajo de la pintura en una capa de yeso que comienza a desmoronarse, habrá sido mala suerte, a ver, un poco más arriba, coño, más yeso, un poco más abajo, más yeso, ¡qué mierda de pared!, seguro que si me lanzo contra ella la atravieso y caigo al vacío como un concursante de humor amarillo. Varios intentos desesperados después descubro con pánico que tengo una pared manchada y llena de agujeros, la he cagado.

Cuando tu mujer se percata de la que has liado no es precisamente compasión lo que ves en su mirada, sería el momento de claudicar y llamar a un pintor que además sepa colgar cuadros, pero no, los nervios te hacen optar por la peor solución, la huida hacia delante. Dos segundos después de decir, “no pasa nada, compro un poco de pintura y la pintamos entera que ya iba haciéndole falta”, estás completamente arrepentido. Por no hacer dos taladros te va a tocar sacar los muebles de la habitación, lingotes de plomo incluidos, llenarla de cinta de carrocero, cubrir el suelo de papel, repasar todos los agujeros con aguaplast, hacer los dos taladros que deberías haber hecho al principio, rezar para que hayan caído en su sitio y pasarte un día entero dándole al rodillo. Leyendo esto último Leire y Javier me parecen una pareja brillante, ¡qué bochorno!

Pero ya está hecho, misión cumplida, tengo la habitación pintada y el cuadro en su sitio, no soy muy eficiente pero mi eficacia está fuera de toda duda. De propina me han caído los techos de la cocina y el baño, porque, ya puesto, no me costaba nada. Seguro que sabéis quién ha dicho esa frase, yo no, por supuesto. Ha sido la misma persona que me martillea el cerebro repitiéndome que el tono de azul que he usado no es el correcto y que aunque aprecia mi esfuerzo el resultado final no le gusta. Lo escucharé todos los días de mi vida hasta que esa maldita pared desaparezca. Ahora entiendo aquella frase de Taxi driver que dice “It's not really jail. 'Course living with his wife, anything would be jail”. Yo pensaba que no la entendía por culpa del inglés, pero me equivocaba, es que todavía no me había casado. Cariño, te quiero.

4 comentarios:

alma dijo...

:) Cuánto daño ha hecho la emisión de Bricomanía, cuánto daño.

Saludos, Juanjo

El niño desgraciaíto dijo...

Estremecedor.

Newland23 dijo...

almalaire, sí, eso de hacer creer a los pobres mortales que TODO es fácil debería estar penado con cárcel ;)

ND, se nota que tú también has sufrido!!!

alpla dijo...

hola juanjorl! eres un paquete, con lo fácil que es apoyar el cuadro en algún sitio vistoso y buscar una ocupación para la jefa. no sé. poner un partido de caminero y kiko en la tele igual no capta su atención, pero tú sabrás cómo. otras opciones: colgar el cuadro sin marco, que queda más hippy y es más fácil.
otra opcion es criticar el cuadro y desestimarlo como obra de arte. al fin y al cabo los primos de valencia no van nunca a madrid, es más bien en la direccion contraria como se hacen los viajes.
con todo. un abrazo, y gracias, ya sé qué no regalarte!! :)