Que soy agnóstico creo que ya lo he dicho en repetidas ocasiones, ni lo llevo a gala ni es importante, simplemente soy así. Y la verdad es que es una pena, porque dejar montones de cosas en las manos de Dios sería maravilloso. También soy tolerante y respetuoso, tanto como para escribir siempre Dios con mayúscula, porque no cuesta trabajo y porque así nadie se sentirá ofendido.
Obviamente tampoco soy de misa diaria, ni siquiera de misa de domingo, como la mayoría de los españoles, quiero dejar esto claro porque más tarde volveré a ello. Sin embargo no existe año en el que no tenga que ir varias veces a la iglesia, una boda, un funeral, un bautizo, son las convenciones sociales y yo las acepto, no tengo motivos para no hacerlo. Entro en la iglesia porque quién me invita a su boda espera que le vea darse el sí quiero, y no que me quede en el bar de enfrente poniéndome chuzo a tercios. Quién quiera que lo haga, y yo no diré nada, pero creo que cuando se hacen las cosas se hacen con todas las consecuencias, ni más ni menos.
Ayer me tocó ir a una misa de difuntos, o mejor dicho a una misa de recordatorio de difuntos, porque un difunto va perdiendo sus derechos ante la iglesia con los años, al año aún tienes derecho a una misa, a los diez a un recordatorio. Imagino que será así, pero me parece curioso. Porque en el fondo estoy de acuerdo, partiendo del principio que para mí la muerte no es el comienzo de nada, más bien el final del camino, pero para quien predica lo contrario no debería ser así. No señor. Además el recordatorio no es gratis, existe un cuadro de tarifas perfectamente estipulado, nombrar a un difunto en una misa que de todas formas ibas a celebrar cuesta ocho euros. Tampoco me parece mal, aunque no lo comparta, yo he montado un acontecimiento y si quieres ser protagonista de él pasas por caja, aunque traigas a la mayoría del público.
Si le pidiera a los Rolling Stones que me dedicasen una canción en un concierto entendería el tema del pago, pero en una misa por muchas vueltas que le doy no lo entiendo, porque la religión no debería ir de eso. Y lo que me molesta no son los puñeteros ocho euros, que ni al señor cura le van a hacer rico ni a mí me van a mandar a la ruina, es el detalle, porque yo soy mucho de detalles, de cómo se deben hacer las cosas, soy estúpidamente idealista y me tomo esas cosas muy a pecho. Por eso si alguien viene a mí para que recuerde a su padre muerto nunca, pero nunca jamás, se me ocurriría meter al vil metal por medio. ¿Es eso lo que querría Cristo?, me sorprendería mucho, porque si te haces llamar cristiano lo primero que deberías hacer es seguir su ejemplo. ¡Ay!, mi idealismo otra vez.
También debo admitir que la misa hasta me estaba gustando, la Biblia cada día me interesa más, pero como historia, porque no sé que tenemos que ver nosotros con unos señores que habitaban hace varios miles de años en oriente medio. Pero hay algo que no cambia en las misas, son los sermones. Acepto con deportividad que me digan que sea bueno, uno lo intenta pero un recordatorio no está ni de más ni de menos, también me llegan dentro otros mensajes como la compasión ante el sufrimiento ajeno, o ser consciente de que la mayor montaña que debemos superar en esta vida está en nuestro interior, chapó, todo eso está muy bien, ¿por qué entonces joderlo con comentarios que no vienen a cuento? Porque es muy de curas mezclar las témporas con el culo e ir soltando puyazos a diestro y a siniestro.
Esta vez no iba a ser menos y el señor cura lanzó la siguiente perla: “esta España que no sabe a dónde va, esta España confundida que no reconocemos y reniega de sus raíces”. ¡Con dos cojones!, dicho delante de un auditorio compuesto por cuarenta o cincuenta ancianos, seis o siete jóvenes y un niño, es darse verdadera cuenta de cómo funciona este país y de tener un buen concepto de negocio. Que ya está bien de ir propagando la virtud basada en el miedo, que ya vale, porque el infierno es un cuento y que se anden con ojo por si no lo es, porque todos tenemos derecho a ser lo que queramos y estoy seguro de que a Dios le gustaría como somos. Tanto predicar en su nombre y se han olvidado de escucharlo.
Porque no se enteran de que este país será lo que quiera ser, que su falsa superioridad moral es repugnante, que el mundo es de colores, que las personas tenemos libre albedrío y que más les valdría entendernos que juzgarnos. Si no, se les terminará el negocio, serán unos muertos vivientes que darán risa y pena predicando en un desierto o entre rastrojos.
Obviamente tampoco soy de misa diaria, ni siquiera de misa de domingo, como la mayoría de los españoles, quiero dejar esto claro porque más tarde volveré a ello. Sin embargo no existe año en el que no tenga que ir varias veces a la iglesia, una boda, un funeral, un bautizo, son las convenciones sociales y yo las acepto, no tengo motivos para no hacerlo. Entro en la iglesia porque quién me invita a su boda espera que le vea darse el sí quiero, y no que me quede en el bar de enfrente poniéndome chuzo a tercios. Quién quiera que lo haga, y yo no diré nada, pero creo que cuando se hacen las cosas se hacen con todas las consecuencias, ni más ni menos.
Ayer me tocó ir a una misa de difuntos, o mejor dicho a una misa de recordatorio de difuntos, porque un difunto va perdiendo sus derechos ante la iglesia con los años, al año aún tienes derecho a una misa, a los diez a un recordatorio. Imagino que será así, pero me parece curioso. Porque en el fondo estoy de acuerdo, partiendo del principio que para mí la muerte no es el comienzo de nada, más bien el final del camino, pero para quien predica lo contrario no debería ser así. No señor. Además el recordatorio no es gratis, existe un cuadro de tarifas perfectamente estipulado, nombrar a un difunto en una misa que de todas formas ibas a celebrar cuesta ocho euros. Tampoco me parece mal, aunque no lo comparta, yo he montado un acontecimiento y si quieres ser protagonista de él pasas por caja, aunque traigas a la mayoría del público.
Si le pidiera a los Rolling Stones que me dedicasen una canción en un concierto entendería el tema del pago, pero en una misa por muchas vueltas que le doy no lo entiendo, porque la religión no debería ir de eso. Y lo que me molesta no son los puñeteros ocho euros, que ni al señor cura le van a hacer rico ni a mí me van a mandar a la ruina, es el detalle, porque yo soy mucho de detalles, de cómo se deben hacer las cosas, soy estúpidamente idealista y me tomo esas cosas muy a pecho. Por eso si alguien viene a mí para que recuerde a su padre muerto nunca, pero nunca jamás, se me ocurriría meter al vil metal por medio. ¿Es eso lo que querría Cristo?, me sorprendería mucho, porque si te haces llamar cristiano lo primero que deberías hacer es seguir su ejemplo. ¡Ay!, mi idealismo otra vez.
También debo admitir que la misa hasta me estaba gustando, la Biblia cada día me interesa más, pero como historia, porque no sé que tenemos que ver nosotros con unos señores que habitaban hace varios miles de años en oriente medio. Pero hay algo que no cambia en las misas, son los sermones. Acepto con deportividad que me digan que sea bueno, uno lo intenta pero un recordatorio no está ni de más ni de menos, también me llegan dentro otros mensajes como la compasión ante el sufrimiento ajeno, o ser consciente de que la mayor montaña que debemos superar en esta vida está en nuestro interior, chapó, todo eso está muy bien, ¿por qué entonces joderlo con comentarios que no vienen a cuento? Porque es muy de curas mezclar las témporas con el culo e ir soltando puyazos a diestro y a siniestro.
Esta vez no iba a ser menos y el señor cura lanzó la siguiente perla: “esta España que no sabe a dónde va, esta España confundida que no reconocemos y reniega de sus raíces”. ¡Con dos cojones!, dicho delante de un auditorio compuesto por cuarenta o cincuenta ancianos, seis o siete jóvenes y un niño, es darse verdadera cuenta de cómo funciona este país y de tener un buen concepto de negocio. Que ya está bien de ir propagando la virtud basada en el miedo, que ya vale, porque el infierno es un cuento y que se anden con ojo por si no lo es, porque todos tenemos derecho a ser lo que queramos y estoy seguro de que a Dios le gustaría como somos. Tanto predicar en su nombre y se han olvidado de escucharlo.
Porque no se enteran de que este país será lo que quiera ser, que su falsa superioridad moral es repugnante, que el mundo es de colores, que las personas tenemos libre albedrío y que más les valdría entendernos que juzgarnos. Si no, se les terminará el negocio, serán unos muertos vivientes que darán risa y pena predicando en un desierto o entre rastrojos.
9 comentarios:
Yo no reniego de la educacuón católica. Creo que son valores (valores como la responsabilidad personal, el perdón, el respeto, la separación entre Iglesia y Estado) que parecen universales, pero son muy, muy localizados.
Yo soy ateo, pero quiero para mis hijos una educación en la que la relatividad moral no sea un valor. Lo que está mal, está mal. No importa que las consecuencias sean pequeñas. Es muy habitual, por lo menos en el trabajo, ver a gente que te cuenta como robaron no sé qué en un centro comercial, o como engañaron a no sé quién con no sé qué. Eso no lo quiero.
Respecto a la Iglesia, tienes razón. Tal vez en un tiempo en que el único que tenía algo de conocimiento era el cura del pueblo podía permitirse aleccionar al personal, pero yo no le doy ninguna autoridad moral para juzgarme y para decirme lo que debo hacer en nombre de lo que él interpreta que es la fe.
Dentro de mi ateísmo estoy mucho más cerca de la Biblia que de la Iglesia.
Ay, me encanta mi ND. Yo no lo hubiera dicho mejor. No es estupendo que le parezca que lo que está mal está mal?
Sí, lo que está mal está mal, y además está mal.
Es algo insuperable :)
según mi insulsa opinión, no hay nada más anticatólico que la biblia. Por otra parte, creer que la Iglesia camina hacia su ocaso... es algo erróneo. Sino dime qué empresa ha durado más de dos mil años sin vender absolutamente nada!!
alpla, también cayó roma, tu crees que un romano del siglo II pensaba que eso podía pasar?
De todas formas tampoco es que lo esté deseando, me es indiferente siempre que nos dejen vivir en un estado laico de verdad.
Pues no lo decía en plan irónico, lo decía en serio. Me gustó mucho el comentario de ND.
Y yo tampoco creo que la Iglesia toque a su fin a pesar del terrible panorama reinante.
Yo tampoco era irónico, lo que ha dicho ND es una verdad absoluta.
Respecto a lo otro tiempo al tiempo...
Hace tiempo un francés (no recuerdo su nombre) dijo algo genial sobre el funcionamiento de la Iglesia: "Cuando soy débil reivindico mi libertad invocando vuestros principios. Cuando soy fuerte, suprimo la vuestra invocando los míos", o algo así, no la sé literalmente.
Pues eso. Creo que el problema ha sido la impunidad y el poder (terrenal, y tanto) de que han disfrutado tanto tiempo en este pais, y ahora luchan por conservarlo, aunque no se den cuenta de que el tempo pasa, afortunadamente, y cada cal puede estar donde quiera. Y si no lo acaban entendiendo, lo acabarán lamentando, es obvio.
Gran entrada, un saludo :)
Cuanta verdad "pardiez".
Tal solo hay un funeral por el que yo hubiera pagado lo que fuera por estar.
En Octubre de 1989 se celebró la misa funeral de Graham Chapman (Monty Pythons) el prota de "La Vida de Bryan". Aqui os dejo lo que aconteción:
http://www.youtube.com/watch?v=r1Wwn0E6oik&NR=1
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