Si como cantaba Gardel veinte años no es nada, diez son casi nada, pero para mí lo han sido todo. Este es un post improvisado, que no tenía intención de publicar ni hoy ni nunca pero que me ha llegado casi por la espalda. Hoy era un día normal de los de mantener una pinza en el estómago esperando una llamada tranquilizadora, una llamada que como un ritual, al principio cada seis meses y después cada año, se ha ido prolongando durante una década. La verdad es que el paso del tiempo ha hecho que cada vez fuera menos angustiosa, desde el no poder pensar en otra cosa en todo el día de las primeras al seguro que no es nada de las últimas, cada vez más relajado y despreocupado, pero nunca tranquilo porque uno tiene presente que el mal siempre acecha.
Los que me hayáis ido siguiendo en el blog ya sabréis que si existe una persona que quiero y admiro como a nadie más es a mi padre, ya he hablado antes de su vida, de su historia de superación personal, de todo lo que ha dado por tener esa familia que él no tuvo, por haber sabido llegar a esa edad que raya en la vejez con los deberes hechos, sin embargo un tumor del tamaño de una pelota de tenis casi se lo lleva por delante impidiendo completar una vida que necesita compensarse de tantos problemas y sinsabores. Ese año fue una mierda, pero el anterior no fue tampoco mejor, en unos meses vi fallecer a dos personas que me importaban y a una tercera que ahora tendría que estar aquí para conocer a su nieto y a la que no me dio tiempo a tomar afecto. Siempre la misma canción, siempre un cáncer de por medio.
Aun recuerdo el día que murió el padre de mi amigo Carlos, con el que tan buenos momentos habíamos pasado durante años, recuerdo no saber qué decir ni como comportarme, tan emocionalmente torpe como el día que di mi primer beso. Peor fue cuando al poco tiempo murió mi tío Miguel, por ser la primera vez que la muerte se presentaba en primera persona, recuerdo estar tomándome un yogur de cereales cuando mi padre me dio la puñetera noticia, y en cómo entre lágrimas tuve que ir a vomitarlo. Mi tío, que tan buen ejemplo fue siempre para mí, ese rayo de persona culta y leída que no reconocía en nadie más de mi familia, no era de mi sangre pero le llevo grabado en el comportamiento. Tanto me afectó su muerte que estuve meses sin salir de casa, meses en los que estudié como si estuviera poseído, escuchando en bucle tres discos sin parar, el “Coming Up” de Suede, el “White on Blonde” de Texas y el “Tragic Kingdon” de No Doubt, machaconamente, hora tras hora, hasta memorizar todas sus canciones que me vuelven mezcladas con problemas de cálculo de estructuras y sistemas electrónicos digitales. Ese año, entre junio y septiembre terminé todas las asignaturas que me quedaban de la carrera, sin un suspenso de por medio, creo que se lo debía y así se lo dije en las dedicatorias del único libro que he escrito en mi vida, y escribiré, mi proyecto fin de carrera.
Recuerdo el día de la primera operación a mi padre, llevaba unos pocos meses trabajando en la empresa patera, que por cierto se portó conmigo impecablemente, todavía no sabíamos que tenía un cáncer. Recuerdo la extraña llamada del cirujano a los veinte minutos de haber comenzado a operar, en la que nos comunicó que se habían encontrado con algo imprevisto, un tumor, que las cosas cambiaban, que habría que volver a operar pero que no perdiéramos la esperanza. Lo recuerdo como si yo no hubiera estado allí, como si se tratase de una teleserie, pero no, aquello era de verdad y había que afrontarlo. Nunca he sentido tanto miedo, sin mi padre el mundo no existía, no podía existir. La primera semana seguramente fue la más difíciles de mi vida, porque aun no tocaba decírselo, lágrimas en los pasillos y risas en la habitación, cuando se lo contaron me impactó su entereza, su fe en que nada malo le iba a pasar, su fe en la protección de una madre que no conoció, también me sorprendió la humanidad de los médicos, el doctor Lledó y el doctor Llorente, a los que nunca podré estar suficientemente agradecido aunque ellos no lo sepan, y también al resto del equipo que le operó que interrumpió sus vacaciones para intervenirle un 21 de agosto. Desde entonces lo celebramos como si fuera otro cumpleaños.
Ha llovido tanto que parecen historias de fantasmas, pero el rastro que han dejado no lo puedo borrar. La cirugía es dura, pero el tratamiento posterior es casi peor, la recuperación lenta y dolorosa, y cuando crees que estás ganando la batalla a la enfermedad te encuentras con otra que es casi peor, la depresión que llega por la espada en cuanto te paras a pensar qué te ha pasado. Pero ha pasado, y todo ha sido para bien, dicen que no hay mal que por bien no venga y a mí me sirvió para madurar de golpe, para tomar las decisiones de la familia, como hermano mayor que era, porque mi madre no salía del estado de shock y delegaba. Por eso, hoy me alegra poder contar una historia con final feliz, porque esto, como casi todo, se puede superar y no hay que identificar cáncer con muerte. Sé que cada vez se curan más pacientes, que se investiga más, que la prevención es mejor, que los medios cada día son más potentes, que si entre todos arrimamos el hombro las cosas pueden ir a mejor. Yo desde entonces todos los meses colaboro con la AECC, qué menos, sé que es poco pero si muchos hicieran lo mismo todos lo agradeceríamos.
Han pasado diez años y de repente en esta última llamada me dicen que todo esto se acabó, que le han dado de alta, que las únicas secuelas que quedan son las físicas, porque las del alma ya están más que superadas, y me emociono como un niño porque quiero verle envejecer en paz, porque por fin podemos pasar página y olvidar esta historia, porque he podido escribir un post a base de pico y pala en el que enterrarla.
11 comentarios:
Enhorabuena, poco más se puede decir.
Que se me alegra la cara viendo estas historias con final feliz, que ojalá fueran así todas.
Un beso fuerte
Enhorabuena, es una noticia fantástica y, como dice bichejo, ojalá hubiera muchas más así.
Me alegro mucho, Juanjo. Ojalá puedas relajarte, y pasar página, y mirar atrás dentro de otros diez años. Yo no pude hacerlo.
Bich, ND, la verdad es que no se puede decir nada :) Pero las cosas buenas también hay que airearlas, ¿verdad?
Muchas gracias Teresa, pensé bastante en ti cuando escribí esto, imagine que removería cosas pero hay que dar todas las versiones, hasta las felices, y bueno, felices ahora, porque te puedes imaginar los dos primeros años de infierno. La vida es injusta, más cuando nos creemos que la vejez es un derecho y no un privilegio, por eso a veces más vale no tomársela muy en serio. Te mando dos besos como dos soles.
me alegra mucho que hayáis recibido tan buena noticia .
Por suerte ,aunque sigue siendo una enfermedad muy dura ,ya hay muchos casos en los que el cáncer no es sinónimo de muerte ,como ocurría cuando lo padeció mi madre hace 29 años.
Unbesazo cargado de optimismo
Me alegro un montón, un abrazo grande para ambos y a disfrutar la vida como se merece en momentos así :) Ha debido ser durísimo, desde luego, pero de todo se puede aprender...y si es con final así de feliz, mucho mejor.
¿Qué libro has escrito? ;)
Anusky, muchas gracias. Sí, afortunadamente ya se curan más de los que no lo hacen y estoy seguro de que en unos años serán muchísimos más. Otro besazo.
Explorador, un libro llamado "Hardware de monitorización y control de un robot de paletizado", no te puedes imaginar qué peñazo era!!! Si te puedes registrar en la biblioteca de la uc3m te lo mandan en pdf xD
enhorabuena juanjete
Enhorabuena de corazon! Es una noticia inmensa, feliz y plena. Disfuta de tu padre toooodoo lo que puedas y mas.
Me has hecho llorar a moco tendido, pero no por tristeza, sino por la suerte que tenemos a pesar de todo. TE QUIERO!
Ni te imaginas lo que te entiendo Juanjo... el cáncer ha sido el dolor que más me ha hecho sufrir y el que se lleva poco a poco a mi familia...
Recuerdo comentarlo en un post de Diva en Divagando Divagando..el día que ella se entero que una amiga suya le habian diagnosicado cáncer. Ahí me desahogué un poco yo..
http://divagandodivagando.blogspot.com/2010/11/y-yo.html
Besitos
Publicar un comentario