martes, 4 de mayo de 2010

Primavera


El comienzo de la primavera, la de verdad no la de elcortinglés, me deja muerto, no puedo con mi vida, me arrastro desde que me levanto hasta que me acuesto subiendo un día tras otro l’Alpe d’Huez, revuelta a revuelta, pasándolas tan putas que un día tendré que salir de casa con una botella de oxígeno (aire para los más puristas) para sobrevivir. En teoría debería ser al revés, la gente es más feliz en primavera, tenemos más horas de sol para cargar pilas, los pajarillos pían, el campo florece, todo cojonudo, ¿verdad?, pues no, yo sufro de una cosa que se llama depresión primaveral. Con dos cojones.

Debe ser algo de nacimiento, segurísimo. ¿Qué cómo estoy tan seguro?, porque nací con ayuda de unos fórceps, en plena primavera. El primer efecto fue una cabeza apepinada dignísima del mismo Blas (Beto allende los mares) de Barrio (Plaza) Sésamo, aunque aparentemente eso se solucionó solo porque gasto una mollera digna de un concurso de sandías, pero la avería tuvo que quedar por dentro, con algunas de las conexiones en cortocircuito o desconectadas. Para colmo soy un auténtico géminis y contra la alineación de los astros no se puede luchar. Por supuesto que no creo en el horóscopo, es una solemne estupidez, menos en el mío, ese sí que cuenta porque acierta siempre que no se equivoca, es pura matemática. Lo de ser géminis es una forma de vida, soy el puto niño peonza con la cabeza siempre girando incapaz de fijar una idea, y cuando la fijo la cambio sin el menor pudor, porque tampoco tengo principios, soy una veleta.

Lo de la depresión primaveral no deja de ser transitorio pero es un fastidio, ves a todo el mundo feliz y dando saltitos y tú solo tienes ganas de apretar el botón nuclear, ¿de qué os alegráis tanto?, ¿de la traslación del planeta?, ¿del cambio de la inclinación respecto al sol?, ¡qué interesante!, simples, que sois unos simples. A lo mejor no es por eso y me estoy precipitando, seguramente la alegría será por las buenas abejitas que tienen ya flores que polinizar, y a todos nos gusta la miel, claro, será por eso, o por el fin de la hibernación de los osos, o por la migración de las aves, mierda, la primavera es maravillosa y yo no me he dado cuenta. Eso sin contar con las alergias, los cambios repentinos de temperatura, las comuniones o de cómo acertar con el vestido de la boda, que hay por el mundo cientos de novias acojonadas pensando que van a morir pasmadas de frío antes de dar el sí quiero.

En resumen, hay que terminar con la primavera como sea, o por lo menos acelerarla, se me ocurren varias ideas a cada cual más sencilla. La primera es migrar, si las ballenas y las aves pueden ir de hemisferio en hemisferio nosotros también, si tenemos barcos y aviones, está chupado, la pampa es grande, hay sitio para todos. También podemos dar la vuelta al planeta de vez en cuando, si tiramos todos a la vez del eje de rotación comandados por Obama seguro que lo conseguimos, o mucho mejor, podemos impulsar el planeta con cientos de miles de masclets perfectamente sincronizados hasta sacarlo por unos instantes de la órbita, esto tendremos que dejarlo en manos de los chinos que de esas cosas de manipular el clima saben. Otra alternativa es probar a cambiar la primavera de nombre, si en lugar de primavera la llamamos aloevera a lo mejor el truco, en cerebros simples como el mío, funciona, lo que no puede ser es que el año que viene esta agonía se repita.

Si algún tiquismiquis piensa que todo lo anterior es imposible entonces podemos pasar a los cuidados paliativos, el primero y más urgente tapar con una mantilla a todos los indecentes que van por la vida con el torso medio desnudo, para después prohibir a las flores florecer, a las espigas germinar, a los árboles echar hojas, a los insectos polinizar, a los pájaros hacer su nido, a las mariposas eclosionar, a las nieves derretirse, a la Igartiburu llamarnos corazones… Y sobre todo habría que prohibir los cambios del tiempo, porque con su viento racheado me vuelven tarumba y me descojonan la veleta. Vaya, ha vuelto a girar.

Por eso, que creo que no lo había dicho, me encanta la primavera, porque todo renace, porque es un nuevo comenzar de la vida, por los rayos de sol y el olor de las gotas de rocío en la hierba, por las tardes jugando con los niños en el parque escuchando sus risas, por las claras con limón bien fresquitas en una terraza, por los partidos del Atleti sin estar debajo de una manta, porque dentro de nada llegará el verano, porque tengo cuerpo de vacaciones, por todo eso me encanta la primavera, y ya ha llegado, ¡qué bien!, me moría de las ganas.

5 comentarios:

Anniehall dijo...

Yo también nací con forceps en primavera :)

Ah!! igartiburu siempre dice corazones, en otoño también.

alpla dijo...

hOLA!! eres un gruñón! la primavera es cojonuda!! pero bueno, eres del atleti, qué se puede esperar de un atlético, y encima abonado.... jejeje.
por cierto, siempre queda la opcion de convertirse en un Ikikomori. :)
a los ikikomoris no les influyen las estaciones anuales, ni nada, excepto la conexion a internet y la disponibilidad paterna para alimentarles.

alpla dijo...

por cierto, se te empieza a descompensar la temática de los blogs... llevas un alto porcentaje de pedaladas... jejeje sintoma de algo?

Explorador dijo...

hay ideas que están bien para acabar con la primavera, pero me opongo firmemente a ellas. En todo caso, debemos acabar con la humanidad, haciendo que el planeta gira más rápico y no podamos sujetarnos a ningún borde y caigamos hacia la noche. O eso, o nada, porque ver a las muchachas en flor a mí me gusta, auqnue si es cierto que tanto cambio de tiempo agota un poco.

Es mi opinión, así que voto "NO" ;) Un saludo.

alma dijo...

Cuando leí la entrada por primera vez aquí estaba nevando. Después durante toda la semana ha estado haciendo un pelete que corta hasta hoy, que la temperatura no es desagradable, pero llueve y llueve y llueve. Espero que no hayas terminado con la primavera.
;)