“Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”
En una casa en la que el sindicalismo se vivía en primera persona, para mayor gloria de mi padre y cabreos inenarrables de mi madre, que pensaba que la solidaridad se debía practicar más de puertas adentro que de puertas afuera, el primero de mayo era un día que no pasaba desapercibido, no porque acudiéramos pancarta en mano a la manifestación que CCOO convocaba, aunque a alguna habremos ido, sino porque era un día de orgullo de clase, algo que en su momento entendía perfectamente y que, la verdad, ahora mismo no entiendo ni su sentido ni su significado. Hoy, primero de mayo de 2011, solo me parece un día de lamentos y de tópicos.
"El mejor truco que el diablo inventó fue hacer creer al mundo de que no existía"
Lamentos por todo el camino desandado, un camino ganado a base de sudor y trabajo y perdido a base de aburguesamiento y de habernos tragado sin pensar el caramelo que nos pusieron al alcance de la mano, dulce y sabroso, una versión moderna del bálsamo de Fierabrás que nos iba a curar nuestro histórico retraso, que nos iba a europeizar, que nos iba a hacer los putos amos, de pisos con piscina, trastero y garaje en el que guardar un flamante utilitario con motor TDI y chorrocientos caballos. Y se lo creyó todo el mundo, empezando por los sindicatos, que ahora lloran como Boabdiles lo que no quisieron o no supieron defender como proletarios. Dan pena y dan asco.
“Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida”
Tópicos por lo agilipollados que estamos, y yo el primero, viviendo en una realidad paralela que podemos tragar sin anestesia, una realidad de partidos de fútbol al más alto nivel llenos de vivas y mueras, de corridas de toros en la Maestranza con toros indultados, bonita metáfora para unos banqueros que han demostrado tener cuernos y rabo, de bodas reales que miramos atolondrados, de famosillos y famosetes que hacen su agosto porque viven de la carroña que les vamos regalando. Nos hemos vuelto superficiales e individualistas, porque así nos han educado, miramos para otro lado creyendo que no somos parte del problema, cerramos los ojos esperando que el monstruo desaparezca pero el monstruo es invisible y ya no se va a ir a ningún lado.
“Más vale un cobarde vivo que un héroe muerto”
Porque el monstruo habita dentro de nosotros, se llama resignación, se apellida miedo. Un miedo provocado por sabernos expuestos y sin coraza, más solos que la una y sin nadie que nos defienda. Últimamente no me canso de escuchar la palabra reforma y me entra la risa, pero la risa tonta porque cada reforma es una patada en los huevos, en los míos y en los tuyos, o en tus ovarios, una vuelta más de tuerca, somos como cuerdas que van tensando poco a poco en un clavijero, hasta que nos rompamos. Divide y vencerás, eso nos han hecho, con la excusa de la justicia y el mérito, y hemos tragado porque parece bueno y parece justo, pero es mentira porque la excepción nunca confirma la regla. Así que uno ya traga con todo, ¿para qué voy a protestar?¿para qué voy a montar un pollo y llamar la atención?¿para ser un día lástima y al siguiente olvido? Yo paso, tú pasas, todos pasamos.
“Las causas perdidas son las únicas por las que merece la pena luchar”
Es primero de mayo y no encuentro nada por lo que luchar, salvo por los míos y por lo mío, otro síntoma de que el diablo ha hecho muy bien su trabajo. Todos pensamos que no podemos hacer absolutamente nada por cambiar las cosas, nos contentamos con sobrevivir de la mejor manera posible con el deseo de que nada cambie a peor, ahogados en conformismo. No soy un líder, ni mucho menos, pero me gusta pelear por algo si creo que merece la pena, pero ¿qué merece la pena?, ¿de dónde va a salir ese héroe anónimo al que seguir?, ¿qué revolución podemos esperar ya?. Creo que ninguna. Y me acojona mirar a mi alrededor y no encontrar síntomas de que alguien más le de vueltas a estas cosas que yo llamo pedaladas, a lo mejor debo echarme la manta a la cabeza y emigrar a una casa okupa, o hacer collares de conchas transformado en perroflauta.
“Creo que bajo su apariencia de hombre cínico, es usted un sentimental”
Pero no me apetece venirme abajo. Mayo es mi mes favorito, si me dieran a elegir viviría en un mayo eterno en el que la vida nunca dejase de florecer, es cursi pero es cierto. Ya lo escribí el año pasado y me auto cito “me encanta la primavera, porque todo renace, porque es un nuevo comenzar de la vida, por los rayos de sol y el olor de las gotas de rocío en la hierba, por las tardes jugando con los niños en el parque escuchando sus risas, por las claras con limón bien fresquitas en una terraza, por los partidos del Atleti sin estar debajo de una manta y porque dentro de nada llegará el verano”. Por todo esto y mas no hay que rendirse, aunque últimamente valgo menos por lo que cuento que por lo que callo.
4 comentarios:
Creo que somos muchos, aunque lamentablemente no demasiados, los que damos vueltas a lo que llamas pedaladas; El gran problema es que no sabemos cómo cambiar las cosas, ni siquiera si se puede... a ver ese héroe anónimo dónde está!
Pues me temo que en ningún sitio, aunque es una heroicidad levantarse cada día y sacar la vida de cada uno para delante, ¿o no?
Yo trabajé, no te digo más.
Añado otra, "yo no digo se perdió una batalla pero no la guerra; digo, ya que la guerra está perdida, me voy a intentar dar el lujo de ganar esta batalla" ;)
Creo que el drama es que nos hemos encadenado a ciertas posesiones y expectativas que impiden romper la baraja. Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder. Pero mientras tanto...
Espero que todo vaya bien, ¡un abrazo!!
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