A veces me encantaría tener una máquina del tiempo, aunque solo fuese para poder volver ir hacia atrás. A lo mejor a alguien le gustaría tener la misma máquina para atajar el futuro, pero yo eso ni me lo planteo porque el futuro, seguramente, es la cosa más divertida que me va a suceder los próximos años, no tengo prisa, vamos a dejarle llegar poco a poco. En mi máquina del tiempo sin retrovisores tendríamos que echar varios contenedores para guardar el arrepentimiento, unos botes de cubre arañazos y una bombona del tamaño del ego de una soprano del elixir de la experiencia, porque eso es clave, si pudiera retroceder sería para tratar de evitar muchas de las meteduras de pata, fruto del desconocimiento, que han hecho de mí el cacho de carne con ojos que acompaña a estas manos inquietas.
Espero que casi todo el mundo que haya leído el primer párrafo no esté de acuerdo con él, haría del mundo un lugar mejor. Normalmente la gente a la que miro a los ojos parece contenta de ser quien es, gente que tiene pinta de conocer hasta la última baldosa del camino que ha recorrido y, sorprendentemente, da la impresión de que la mayoría de ellas estaban bien pegadas, a mí me parece increíble pero tienen pinta de ir tan en serio... Yo no puedo jugar a eso, ni de coña, si miro hacia atrás solo veo la prueba aquella del humor amarillo en la que los pobres japos corren como pollos sin cabeza para acabar “desmorrados”(*) en el agua tras rebotar varias veces contra las piedras, eso sí, sonriendo, porque hay que llevar hasta las últimas consecuencias el lema “jodidos pero contentos”. A lo mejor a eso juega la mayoría de la gente y yo no les entiendo.
Yo quiero una máquina del tiempo que me lleve a la casilla de salida lleno de conocimiento, que me regale segundas oportunidades, que me ayude a distinguir lo malo de lo bueno, que cambie el álgebra y el cálculo por domingos en el parque y veranos en la playa, que me regale síes por noes y viceversa, que me aleje de este punto muerto en el que veo como las curvas de la vida y la experiencia se mueven hacia el punto en el que se han de encontrar, que me lleve de esa encrucijada en la que me encuentro, acojonado por el paso del tiempo, enfadado por tener ahora lo que no necesito mientras que antes moría de sed abrasado por el sol reflejado en las arenas del desierto. Quiero una máquina del tiempo que me regale lluvia, que me limpie por fuera pero sobre todo por dentro, que me cambie sin que yo me dé cuenta, que se lleve las dudas y las contradicciones, que me haga más feliz sin la necesidad de saberlo.
Porque es duro ponerse delante de un espejo, sobre todo si es en pelota picada, y decirse uno a la cara que es un capullo integral capaz de ser auto engullido por su propia bocaza o por el agujero negro de su cerebro, es bastante más jodido aún pensar que la propia vida es un cúmulo de equivocaciones y terminar medio loco sumido en la incertidumbre y en el arrepentimiento. Da mucho miedo, da mucho vértigo. Aclaro que no es que yo tenga ese concepto de mi existencia, al menos no completamente, pero quien ya me conoce sabe que lo de tomar la parte por el todo es deporte olímpico en el cerebro de Juanjo, si ya era así cuando lucía leonina melena que se puede esperar ahora que veo en el horizonte la crisis de los cuarenta mientras le canto canciones de amor a lo que queda de mi cabello.
Por eso este es un post de verdad y mentira y por eso, y por mucho más, me sobran los motivos para querer una máquina del tiempo, porque quiero vivir una vida de ciencia ficción que no me obligue a apechugar con el camino recorrido hasta ahora, que no me deje vivir con la falsa sensación de que a partir de este momento sí que sabré cuales serán las elecciones claves que allanarán mi camino, las mismas decisiones que ya he ido tomando desde que me creí en la posesión de algo extraordinario y más escaso que el agua en la luna llamado juicio.
(*) comillas con el patrocinio de Anijol que limpia y da esplendor
5 comentarios:
Yo creo que cada vez que tomamos una decision no somos conscientes de si es o no una elección clave y que eso ha pasado y pasará. Las elecciones dependen de cada momento y circunstancia (como dijo Ortega y Gasset -qué repelente-) así que no podemos arrepentirnos de las pasadas, porque somos como somos debido y/o gracias a ellas, con lo bueno y lo malo que conlleva... no?
Ah! y una cosa es la entereza con la que lleves la vida que te ha tocado (o decidido) y otra muy distinta que no pienses que algunas cosas al menos podías haberlas hecho mejor.
Y por último un ejercicio para cuando mires atrás y veas equivocaciones, piensa cuántas de ellas te han llevado a conocer gente estupenda... a mi me funciona!
FIN :)
Pues yo me quedo con Karina y su "volver la vista atrás es bueno a veces (uúuh) mirar hacia delante es vivir sin temor", que aunque demodé, mola bastante. La verdad es que cuando tienes un hijo y miras atrás, piensas que todo ha valido la pena, porque ese montón de caminitos que has recorrido te han llevado hasta él. Besos!
Seguro que la quieres? ;)
Mira que igual no cometes los mismos errores, que igual los cometes peores...
Yo no cambiaría nada, y mira que hay cosas que no he podido hacer peor, pero todo eso (hasta lo peor) me ha hecho ser quien soy (toma topicazo!!)
El truco está en o creerte el ombligo del mundo o en no mirarte jamás el ombligo.
Yo no me considero especialmente feliz pero no volvería atrás para nada.Y ya he pasado la crisis de los cuarenta.
Hazla. Y llévame en un viaje. Tengo cuentas pendientes con mi pasado...bueno, como todos. Supongo que con eso tenemos que vivir. Y tú eres un buen ser humano, así que mejor nos quedamos como estamos, con venganza Montecristiana, a eso sí que me apunto ;)
Un abrazo :)
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