Volverán las
oscuras malandrinas
en
su
balcón de Génova
sus nidos a colgar,
y,
otra vez, Sorayas
y Cospedales
a
votarlas
llamarán;
pero
aquéllas que el suelo
recalificaban
con
usura
y dicha
al desahuciar,
aquéllas
que cobraron
magros sobres...
ésas...
¡no gobernarán!
Volverán
las túpidas
madreselvas
de
las
cárceles
las tapias a escalar,
y
otra vez a la tarde, aun más hermosas,
a
Esperanza saludarán;
las
querellas, ganadas del rojerío,
cuyas
gotas escuchábamos llorar
a
la Mato, con sus lágrimas de arpía...
ésas...
¡no escaparán!
Volverán
de la rabia en tus oídos
las
palabras ardientes a sonar;
tu
dignidad, de su profundo sueño
tal
vez despertará;
pero
mudo y absorto y de rodillas,
como
se adora a Rato ante su altar,
como
ellos te han robado..., desengáñate:
¡así
no te robarán!
Y que Bécquer me perdone
4 comentarios:
Eres un poeta.
Contra a las malandrinas, un remedio:
¡A las barricadas!
Muy logrado.
....y que Bécquer me perdone dice,,,, Jajaaaa
Qué bueno!!!
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