El viernes la gente de recursos humanos, perdón, en mi empresa eso no existe, quería decir la gente de dirección de personas, nos han presentado los resultados de un estudio que hacen cada cinco años para medir no sé muy bien qué, porque no me ha quedado muy claro. Es un rollo de esos de consultores que indican nuestro grado de satisfacción con la empresa, para, en teoría, detectar y tomar las acciones correctivas necesarias que hagan que todos vivamos en “un mundo feliz”. A mí las intenciones me parecen muy buenas, a lo mejor hasta las mentes pensantes que juegan con estas cosas son personas de bien que colaboran con nosotros desinteresadamente para hacer este mundo un lugar mejor, sí, puede ser, pero a lo mejor son meros empleados con la única misión de vendernos la moto, tan bien podría ser.
Del párrafo anterior se debería deducir que soy una persona escéptica con este tipo de cosas. Voy a disipar dudas, sí, soy una persona escéptica, muchísimo, cada vez que alguien se preocupa por mí pienso que algo va a querer a cambio, algo material por supuesto, y me suelo equivocar tan pocas veces... Pero tampoco va a ser una crítica feroz contra mi empresa, porque la verdad es que a pesar de los problemas del día a día soy en ella más feliz que una perdiz. Debo de ser una de esas pocas personas que se siente valorado, aunque no valore mucho el trabajo que hace (esto debe ser más a causa de mi poca autoestima que del trabajo en sí mismo), y no me siento ni discriminado, ni mal pagado, ni todas esas cosas malas que terminan por “ado”, yo simplemente he aceptado que si quiero trabajar en lo que trabajo, y no se me ocurre en que otra cosa podría a estas alturas trabajar, hay lo que hay y es como lo de las lentejas, si te gustan bien y si no también. Soy un puto técnico y lo he asumido.
Desde que trabajo en una empresa “de bien” he descubierto muchas cosas, muchas buenas, como el respeto a las personas, el respeto (casi siempre) al trabajo del prójimo, el orgullo de pertenencia (aunque de momento sea más de los demás que propio, aunque voy avanzando), algunas cosas intangibles que nunca hubiera imaginado. También he descubierto cosas que me dan repelús, como cierto servilismo, la burocracia, los escaqueados y los que no se mojan ni en la ducha, pero vamos, en el fondo fruslerías de gente acomodada, porque la verdad es que los que más se suelen quejar son los más acomodados y los que no se han dado cuenta de lo mucho que llueve fuera. Es por eso por lo que doy por buenos los ocho años que pasé luchando en la empresa patera.
Para los que se sientan desgraciados en su trabajo me permito hacer el recordatorio de que siempre alguien lo está pasando peor en una de esas pseudo-empresas. Empresas en la que un jefe se permite decir envalentonado que se pasa el convenio por el forro de los cojones, que se permite el lujo de disponer de tu tiempo como si le perteneciera, importándole tu familia un pimiento, en la que nunca se cobraba a tiempo, pero sin embargo veías al dictador estrenar sin el menor pudor su BMW último modelo, en la que te mandaban a trabajar a una nave en un polígono de Guadalajara a varios grados bajo cero sin el menor de los remordimientos, sin calefacción, sin nadie que fuese a limpiar los baños, bueno ni los baños ni nada, con el enganche de la luz pirata, con los proyectos siempre retrasados, mintiendo de cualquier forma a los clientes y sintiendo vergüenza ajena (y propia) de tu trabajo.
Por eso me parece casi entrañable que una empresa se tome la molestia de investigar todas estas cosas, aunque sea en su propio beneficio, y trate de explicárnoslas, aunque sea de una forma bastante pobre. La impresión que me ha quedado es que están encantados de mirarse el ombligo y de que realmente no utilizan la farragosa encuesta como herramienta de mejora, sino como confirmación de lo bien que hacen las cosas. Los puntos que han salido flojos lo achacan directamente a que la consultora ha planteado mal la pregunta, como por ejemplo con lo que opinamos, o más bien percibimos, con la gestión de los costes de la empresa. Y no es un tema baladí, porque la verdad es que todos tenemos la sensación, aquí y casi en cualquier sitio, de que el dinero se podría gestionar mejor, y en una ingeniería el dinero se traduce en tiempo y en horas para hacer nuestro trabajo. Voy a obviar cosas como la conciliación laboral y familiar, los beneficios sociales y el teletrabajo, porque con eso nunca he contado y no los hecho de menos, pero si que me preocupa la forma en la que trabajamos.
Antes, en un tiempo que no conocí, las cosas tomaban el tiempo necesario para hacerlas, es importante por dos motivos, el primero para hacerlas bien, el segundo porque desde esa perspectiva es la única en la que se valora como se merece el trabajo, no trivializándolo. Pero la necesidad de reducir costes a cualquier precio ha llevado a ofertar los trabajos por menos horas de lo que realmente cuesta hacerlos, todo vale y poco importa que las cosas salgan así, de cualquier manera. Por tanto, el mundo de la ingeniería se ha convertido en un monstruo con muchas prisas y poco tiempo para hacer las cosas bien, que devora a dos carrillos horas extras hechas de más y que los partes de horas sistemáticamente no van contabilizando. Y no es que reclame que me las paguen, lo mío tiene mucho de vergüenza torera, lo único que pido es que dejemos de engañarnos, que nos cuenten las cosas claras y que decidamos si seguimos trabajando como ingenieros u ordeñando.
Yo entiendo que posiblemente trabajar así sea la única solución para sobrevivir, eso e irse a trabajar fuera en este mundo globalizado, bien sea como individuo o como parte de una empresa que se va internacionalizando, porque aquí de momento el negocio está finiquitado, y más nos vale tomárnoslo con espíritu constructivo porque no veo otra forma de que salgamos para delante. A fin de cuentas, casi somos unos afortunados porque la ingeniería se puede exportar, los planos y papeles pueden cruzar los océanos digitalizados, otros no lo han tenido tan fácil, porque los ladrillos se ponen a mano y las carreteras se trazan a pico y pala y excavando. Pero que no me vendan más la moto, por favor, que no soy gilipollas y ya peino canas en los pocos sitios que pelo me va quedando.
Del párrafo anterior se debería deducir que soy una persona escéptica con este tipo de cosas. Voy a disipar dudas, sí, soy una persona escéptica, muchísimo, cada vez que alguien se preocupa por mí pienso que algo va a querer a cambio, algo material por supuesto, y me suelo equivocar tan pocas veces... Pero tampoco va a ser una crítica feroz contra mi empresa, porque la verdad es que a pesar de los problemas del día a día soy en ella más feliz que una perdiz. Debo de ser una de esas pocas personas que se siente valorado, aunque no valore mucho el trabajo que hace (esto debe ser más a causa de mi poca autoestima que del trabajo en sí mismo), y no me siento ni discriminado, ni mal pagado, ni todas esas cosas malas que terminan por “ado”, yo simplemente he aceptado que si quiero trabajar en lo que trabajo, y no se me ocurre en que otra cosa podría a estas alturas trabajar, hay lo que hay y es como lo de las lentejas, si te gustan bien y si no también. Soy un puto técnico y lo he asumido.
Desde que trabajo en una empresa “de bien” he descubierto muchas cosas, muchas buenas, como el respeto a las personas, el respeto (casi siempre) al trabajo del prójimo, el orgullo de pertenencia (aunque de momento sea más de los demás que propio, aunque voy avanzando), algunas cosas intangibles que nunca hubiera imaginado. También he descubierto cosas que me dan repelús, como cierto servilismo, la burocracia, los escaqueados y los que no se mojan ni en la ducha, pero vamos, en el fondo fruslerías de gente acomodada, porque la verdad es que los que más se suelen quejar son los más acomodados y los que no se han dado cuenta de lo mucho que llueve fuera. Es por eso por lo que doy por buenos los ocho años que pasé luchando en la empresa patera.
Para los que se sientan desgraciados en su trabajo me permito hacer el recordatorio de que siempre alguien lo está pasando peor en una de esas pseudo-empresas. Empresas en la que un jefe se permite decir envalentonado que se pasa el convenio por el forro de los cojones, que se permite el lujo de disponer de tu tiempo como si le perteneciera, importándole tu familia un pimiento, en la que nunca se cobraba a tiempo, pero sin embargo veías al dictador estrenar sin el menor pudor su BMW último modelo, en la que te mandaban a trabajar a una nave en un polígono de Guadalajara a varios grados bajo cero sin el menor de los remordimientos, sin calefacción, sin nadie que fuese a limpiar los baños, bueno ni los baños ni nada, con el enganche de la luz pirata, con los proyectos siempre retrasados, mintiendo de cualquier forma a los clientes y sintiendo vergüenza ajena (y propia) de tu trabajo.
Por eso me parece casi entrañable que una empresa se tome la molestia de investigar todas estas cosas, aunque sea en su propio beneficio, y trate de explicárnoslas, aunque sea de una forma bastante pobre. La impresión que me ha quedado es que están encantados de mirarse el ombligo y de que realmente no utilizan la farragosa encuesta como herramienta de mejora, sino como confirmación de lo bien que hacen las cosas. Los puntos que han salido flojos lo achacan directamente a que la consultora ha planteado mal la pregunta, como por ejemplo con lo que opinamos, o más bien percibimos, con la gestión de los costes de la empresa. Y no es un tema baladí, porque la verdad es que todos tenemos la sensación, aquí y casi en cualquier sitio, de que el dinero se podría gestionar mejor, y en una ingeniería el dinero se traduce en tiempo y en horas para hacer nuestro trabajo. Voy a obviar cosas como la conciliación laboral y familiar, los beneficios sociales y el teletrabajo, porque con eso nunca he contado y no los hecho de menos, pero si que me preocupa la forma en la que trabajamos.
Antes, en un tiempo que no conocí, las cosas tomaban el tiempo necesario para hacerlas, es importante por dos motivos, el primero para hacerlas bien, el segundo porque desde esa perspectiva es la única en la que se valora como se merece el trabajo, no trivializándolo. Pero la necesidad de reducir costes a cualquier precio ha llevado a ofertar los trabajos por menos horas de lo que realmente cuesta hacerlos, todo vale y poco importa que las cosas salgan así, de cualquier manera. Por tanto, el mundo de la ingeniería se ha convertido en un monstruo con muchas prisas y poco tiempo para hacer las cosas bien, que devora a dos carrillos horas extras hechas de más y que los partes de horas sistemáticamente no van contabilizando. Y no es que reclame que me las paguen, lo mío tiene mucho de vergüenza torera, lo único que pido es que dejemos de engañarnos, que nos cuenten las cosas claras y que decidamos si seguimos trabajando como ingenieros u ordeñando.
Yo entiendo que posiblemente trabajar así sea la única solución para sobrevivir, eso e irse a trabajar fuera en este mundo globalizado, bien sea como individuo o como parte de una empresa que se va internacionalizando, porque aquí de momento el negocio está finiquitado, y más nos vale tomárnoslo con espíritu constructivo porque no veo otra forma de que salgamos para delante. A fin de cuentas, casi somos unos afortunados porque la ingeniería se puede exportar, los planos y papeles pueden cruzar los océanos digitalizados, otros no lo han tenido tan fácil, porque los ladrillos se ponen a mano y las carreteras se trazan a pico y pala y excavando. Pero que no me vendan más la moto, por favor, que no soy gilipollas y ya peino canas en los pocos sitios que pelo me va quedando.
8 comentarios:
Bueno, la vida empresarial en España es maravillosa, el otro día salían en un reportaje riéndose, encantados de haberse conocido, y supongo que echando las culpas a los demás de los problemas de la economía. Pero si te sientes razonablemente a gusto en tu trabajo, ya llevas mucho ganado, y aunque todo es susceptible de mejora, temo que el trabajo en España es susceptible de un empeoramiento tan radical que...mejor valorar lo que se tiene y luchar por ello, con mejoras graduales, si es posible.
Y bueno, me acabo de dar cuenta de que estoy en el paro...espero que no por mucho tiempo... en fin, ánimo y a seguir bien.
Saludos :) y espero lo de Tamerlán ;)
Yo no me quejo de nada, no están las cosas para quejarse. buneo, me quejo de los problemas del día a día que es algo distinto, pero es que si no lo hiciese todo sería aburridísimo.
Muchos ánimos y espero que encuentres un trabajo lo antes posible, entiendo que es muy difícil pero no imposible.
Un abrazo fuerte
A mí lo que más me gustó saber es que cuanto más has estudiado más borrego eres. Aunque ya me lo temía... Ah!! y que con nuestro trabajo es imposible teletrabajar. Creo que lo del teletrabajo es más para los de las cadenas de montaje.
No sé, Annie, no sé. En la mía, en plan perrito piloto, han desmontado, literalmente, una de las decenas de oficinas y los que han quedado trabajan desde casita, hasta el staff. Hace 5 años, que todo eran reuniones de todo para sacar cualquier proyecto (nada se empezaba sin su kick-off ni se terminaba sin una postmortem de tronío), nadie hubiera pensado que eso sería posible. Ahora, lo que se plantean mis coleguis (yo no porque voy para jubiletaen plan lanzao) es el tiempo que tardará en culminar el proceso con "todas" las oficinas del mundo. Desde luego, la remotizada no está en España, así que el problema del trabajo es global.
Y es que, Juanjo, todo camina hacia la reducción draconiana de gastos, menos los de los altos ejecutivos. Hasta un punto que yo, que he trabajado contento y aceptablemente bien durante muchos años, ahora me aburro porque lo que interesa es el esfuerzo, mi esfuerzo iba hacia la calidad y ahora la calidad importa poco.
Estoy convencido que nos encontramos en un callejón que parece no tener salida: las empresas "buenas" son las comercian con dinero. La economía productiva se defiende como gato panza arriba rebajando los costes de todos.
En ese sentido, que tu empresa haga la pantomima de la encuesta de satisfacción, es una buena señal. Nosotros tuvimos la última hace 7 años: dije que todo bien pero que por favor, pusieran un par de tostadoras en la cafetería. Me agradecieron la idea, pero no compraron las tostadoras.
Cualquier día de estos veo al Jefe de TI cambiando unas bombillas. ¡Ah, no, calla! Eso lo he visto hoy mismo; como tenía 4 empleados y ahora solo tiene uno.
Annie, qué te voy a decir que tú y yo no sepamos, todo el mundo sabe que trabajaría más y mejor en casa pero... Aunque todo llegará, ahora a ver si llegamos nosotros.
NáN, mi empresa (y la de Annie) está un poco chapaa a la antigua, por eso no le gusta perder el control físico de sus trabajadores. Pero tiene en cambio sus cosas buenas, y es que su capital pertenece a los socios fundadores y no tiene ni intención de vender ni de cotizar en bolsa. Y eso según están los tiempos es una bendición porque además de pensar en el dinero, que piensan desde luego, piensan en su empresa porque la quieren y están orgullosos de ellas.
Lo malo que competir en esas condiciones es difícil y no sé lo que aguantarán, a cambio a veces tenemos que comulgar con ruedas de molino, pero si no cambia la cosa benditan sean!!!
Pues no sabéis la suerte que tenéis. El mayor cáncer es el de "añadir valor al accionista". Porque el accionista, en cuanto se le ha añadido valor, vende.
Aunque no soy un entusiasta del capitalismo (al menos como está montado), entre la economía productiva y la financiera veo un mundo apeor.
La verdad es que sí, aunque a veces sobrevuela la frase de que hay que hacer ganar dinero a los dueños, estos por lo menos tienen cara, nombre y apellidos.
De acuerdo con vosotros. Y sé que tengo mucha suerte, no creáis.
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