No debe existir cosa más absurda en este mundo que un colegio público de barrio periférico con vocación de Liceo Británico. Ese es el cole al que inconscientemente he llevado al peque, vale, tiene buenas instalaciones, es bilingüe, con profesores de inglés nativos, blablablablabla, eso está bien, pero lamentablemente está lleno de gilipollas que, además y como deber ser habitual, copan esos centros de poder mafioso llamados consejo escolar y (h)ampa. No es difícil huir de ellos, total, uno va a por el niño y mira fijamente al horizonte como si nadie existiera, se refugia en un libro, insulta mentalmente a los que van en coche y aparcan en triple fila, vamos, cualquier actividad que te haga invisible y/o desagradable (1). Eso no es nada difícil, lo que es difícil es huir de las decisiones que esa fauna toma en nombre de la democracia, san canelón nos proteja.
Estos carnavales nos ha tocado disfrazarle cada día de una cosa, el lunes de árbol, el martes de duende, el miércoles solo tocó maquillarle como un búho, el jueves disfraz de contenedor amarillo en honor al día del reciclaje y hoy, viernes, de rana, porque además tenía que ir disfrazado de algo relacionado con el bosque. El pobre no estaba muy convencido y me preguntó al comprar el disfraz si en el bosque había ranas, más les vale, contesté, y vaya si las había, el veinte por ciento de los niños iban de rana, un diez por ciento de tigres, que, joder, no sé en qué puto bosque habrán visto su padres tigres, igual se han criado en Indochina o Sumatra, vete a saber, otro veinte por ciento iba de Robín de los Bosques y el resto reciclaban el disfraz de duende del martes porque no está la cosa para despilfarrar. Entre las niñas los más vistos han sido los disfraces con alas, a saber, mariquitas, mariposas, abejas, hadas, bueno, una iba disfrazada de Gormiti, así, con un par, ha sido sin dudar mi favorita.
Pero todo esto es lo de menos, lo increíble, y lo que de verdad me ha parecido un espectáculo, ha sido la concurrencia. Admito que la organización ha sido tirando a mala, que no se escuchaba absolutamente nada y desafortunadamente, sobre todo por los niños, ha chispeado todo el rato, vamos un horror, pero yo esas cosas me las reservo para la intimidad, además los niños se lo estaban pasando estupendamente ajenos a esos problemas terrenales, así que tampoco me ha parecido para tanto. Sin embargo a los padres vengadores, esos seres superiores que deben ser infalibles en su trabajo, les ha sabido a poco. La palabra indignación no puede expresar bien sus miradas de odio y su mala baba. Mira que no es santa de mi devoción la profe del peque, la sargentona, pero ahí os quería ver yo a vosotros, campeones, disfrazados de abeja maya, dominando a treinta niños que saltan y bailan en el patio mientras amenaza la lluvia. Si a vosotros en vuestro trabajo os hacen disfrazaros así y en esas condiciones pedís la cuenta entre lágrimas.
El sarao estaba montado en la pista de fútbol sala, recubierta de colchonetas para que las criaturas retozaran, bien, después unos bancos haciendo de grada para que los niños se sentaran hasta que les llegase el turno de hacer su coreografía, los más pequeños delante de los mayores y detrás los padres separados por unas vallas. Primer problema, los niños mayores no se sientan, como es natural, y no se puede ver a los niños pequeños mientras que bailan, un primer padre iluminado comenta satisfecho que él habría puesto a los pequeños detrás para que los padres les pudiesen ver, murmullos de aprobación, ¡qué gran idea pienso yo!, si luego los pequeños no ven nada que se jodan hasta que cumplan once años. Un segundo iluminado añade que además como casi todos van de verde, menos los tigres, es imposible diferenciar a nadie, sorprendentemente la multitud no salta sobre él y le despedaza, al contrario, alguien añade que ya que no se ven los niños en las fotos espera que el colegio nos regale el vídeo de la actuación, aclamación popular y chascarrillos varios sobre la estúpida prohibición de grabar a menores. Un gafapasta, al que daban ganas de disolverle en ácido, eleva el nivel de la conversación incluyendo un nuevo punto de vista, los niños se sienten desorientados sin saber dónde están sus padres, totalmente inseguros, yo miro a los niños y les veo cantar, bailar y saltar sobre las colchonetas sin hacernos ni puto caso.
Por supuesto llega el momento climatológico que todos estábamos esperando, un gañán dice solemnemente que podían haberlo hecho el lunes que ha oído que va a hacer bueno, yo me quedo sin palabras, algo que no les sucede a un coro de madres que como si fueran las Ronettes corean “se van a poner malos dubidubidubidu”. Sin dejar que me reponga y cuando creo que no se puede superar una señora con aspecto de mastín de los Pirineos añade que todo es una “imprivisión”, que se podía haber alquilado el teatro de la escuela de música (sic) y que ella incluso hubiera pagado un euro de ser necesario, casi aplaudo tanta generosidad pero las Ronettes se me adelantan y corean de nuevo “se van a poner malos dubidubidubidu”. Una madre con un plumas dorado y más pintada que las cuevas de Altamira aprovecha para decir que lo que está pasando es súperfuerte, que ella no ha comido para verlos y fíjate que mal, además nos hace saber que se tiene que volver al trabajo. A puntito estoy de comentarla que no sabía que los viernes por la tarde se grababa princesas de barrio.
Ya roto el hielo cada uno hace la guerra por su cuenta, unos se quejan, otros aprovechan para ajustar cuentas con preguntas tan sutiles como ¿la “conserja” de qué va disfrazada?, mira que es fea, mira que es gorda, mira que es rara, apuntilla la multitud. El de gimnasia está buenorro escucho a mis espaldas, la de cinco años está horrorosa… y como no puedo darme la vuelta y decir abiertamente que los de cinco años están de mi lado de la valla decido plegar velas e irme estupefacto. Afortunadamente el peque se lo ha pasado genial y luego me ha cantado una canción que hablaba de salvar el mundo de los peligros de las personas. ¡No lo sabe el bien!
(1) Un afectuoso saludo para Anniehall
8 comentarios:
Sé de lo que hablas. Por algo dicen por ahí con razón que hay que huir del lado oscuro.
Qué bien contado, eso sí.
Es que se pierde el punto principal, que es que los niños están encantados con estas cosas. Es cierto que se nos cae la baba viéndoles, pero el espectáculo no lo hacen para nosotros, lo hacen para ellos. Nosotros no somos público, somos comparsa y eso hay quién no lo entiende.
Annie, hubieras sentido vergüenza ajena, de verdad, no es oscuro, es un agujero negro.
ND es exactamente eso, sin quitar una coma. Pobres niños que crecerán con unos padres así...
Algunos padres debieran ir a la escuela, sin duda. Pero bueno, lo importante es que los niños puedan pasarlo bien...
Ay, las princesas de barrio...el horror...el horrooooorrr... :DDD
Y bueno, menuda semana de sastre de la imaginación, espero que haya sido grato, seguro que sí.
Saludos :)
Lástima que para ser padre/madre no haya que pasar un examen.
Explorador, ha sido una semana trepidante!!! y de lo otro, puf, seguro que de ser al revés los niños habrían sabido estar a la altura.
Sí, Gordi, pero desgraciadamente cualquiera puede serlo sin mucho esfuerzo. Luego para adoptar te las hacen pasar moradas. Por lo menos estos no llegan a la altura del salvaje que deja a su hijo muerto de frío y miedo en el coche para irse de putas. Se me encoge el corazón de pensarlo.
Madre mía...que espanto. Empezando por disfrazarlos 5 dias...¿ a quien se le ocurre?
En fin un completo despropósito todo..pero lo más importante es que tengas claro que hay que huir del lado oscuro. Cuando crees que es imposible que sea más negro..siempre, siempre, siempre te encontrarás diciendo: ¿ pero como es posible que.....?
moli lo tengo clarísimo, además ya sabes que soy una persona de lo más reservada :)
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