domingo, 13 de junio de 2010

El apartamento (50 años)


Juguemos a los tópicos. Si tuviera que irme a una isla desierta y me preguntaran “¿qué película te llevarías?” no sabría dar una respuesta, ¡si existen cientos, miles de buenas películas que merecerían ir en una maleta para aliviar la soledad! Si ampliasen la elección a una docena, aún no sabría qué películas elegir, ¡si es que es imposible!, pero si cambiasen la pregunta y me pidieran elegir una selección de filmes que me lleguen al corazón, sin dudar iría a mi videoteca para despertar de su letargo a El apartamento.

¿A qué viene esto precisamente ahora?, pues a que esta tarde, echándole un vistazo a la prensa, he visto una noticia que se hacía eco de la efeméride, El apartamento cumple 50 años, realmente es bastante extraño encontrarse una noticia así referida a una película que, desde el punto de vista del gran público, no es para tanto. Pero sí, allí estaban, en la pantalla de mi portátil, los maravillosos Jack Lemmon y Shirley MacLaine mirándose a los ojos antes de comenzar una partida de cartas. Casualidad o no, en mi último post reclamaba con justa indignación encontrármela, aunque fuera en sueños.

50 años, ni más ni menos, El apartamento fue estrenada en el año 1960, ganando, en mi opinión merecidamente, el Oscar a la mejor película, y no porque fuera un año sin competencia, qué va, en ese año se estrenaban Psicosis, Espartaco, El fuego y la palabra, Los siete magníficos, El Álamo, Éxodo… ahí es nada. Una pelea entre el cine de autor de Wilder o Hitchcock y las grandes superproducciones que, sin ir más lejos, el año anterior habían arrasado con Ben Hur. Era además un periodo en el que el cine en blanco y negro daba sus últimos coletazos, arrollado por el realismo del Technicolor, de hecho El apartamento fue la última película ganadora de un Oscar rodada en blanco y negro, dejando aparte los estremecedores delirios spilberianos en la Alemania nazi.

El Apartamento es una película que se mueve con sutileza en ese estrecho filo que separa la comedia del drama, un poco como mi vida que se vuelve dramática cuando debería ser cómica y viceversa, imagino que es por eso por lo que me engancha tanto. Además, es tremendamente romántica, cayendo casi en el platonismo, esa clase de amor sin esperanza que tantas veces he terminado ahogando en alcohol. Afortunadamente, y eso solo puede pasar en la ficción, la protagonista se da cuenta de lo que verdaderamente la hace feliz y la conviene. En el mundo real las protagonistas siempre suelen quedarse con el más cabrón, el que más daño las hace y el que menos las merece, aunque ésta es una visión distorsionada por el prisma de mis desengaños. Es un consuelo moral, él se va a acostar con ella, besará sus labios y gozará de su cuerpo, sin embargo yo soy mejor, ¡y un cuerno!

(Aviso, voy a destripar el argumento)

Porque El apartamento trata de eso, y de más. Trata de un hombre gris, de un nacido para perder, como cantaba Sabina, de un chupatintas de oficina llamado C.C. Baxter, un ser anónimo difuminado y absorbido por la masa. Y sin embargo, él, que se sabe diferente a los demás, es un hombre con aspiraciones pero desafortunadamente con pocos principios, o por lo menos sus principios pueden ser puestos en una balanza y comprados con dinero. También trata de una chica tan bonita como ingenua, de una soñadora que busca la felicidad pero que lamentablemente se da de bruces contra ella. Él vende su alma al diablo, en frías noches a la intemperie, mientras que su jefe hace de su casa un picadero. Con ello consigue su objetivo, un miserable ascenso y una llave para poder utilizar el aseo de la dirección, ¡qué gran premio!

Ella creo que no vende nada, creo que todo lo regala confiada de su amor y de los hombres. Porque se enamora perdidamente de su jefe, que está casado pero que todo se lo promete, a sabiendas de que no lo podrá cumplir, y siente en sus carnes el dolor del desengaño al saber que es plato de segunda mesa y que eso no va a cambiar. Porque los hombres son capaces de prometer casi cualquier cosa si el sexo está de por medio, todos son infelices y todos van a dejar a su mujer, pero a la hora de la verdad dar ese paso da mucho miedo, un miedo a caer en un vacío que no se sabe dónde va a terminar, una seguridad infantil tan grande como su ego.

Y sin embargo ella sigue inmersa en esa relación destructiva, y él sigue dejando las llaves de su apartamento hasta que ya no pueden más. Porque todo tiene un límite, y Baxter descubre que su jefe se acuesta con su amada precisamente en su casa, y ella trata allí mismo de suicidarse tomando un coctel de pastillas de culpa, falta de auto estima y de despecho. El renuncia a todo, a su cargo y a la llave del baño, casi también renuncia a ella y trata de poner tierra de por medio, pero entonces sucede el milagro y ese “happy end” que tanto esperábamos, ella se da cuenta de su error y corre a su encuentro. Es entonces cuando él la dice eso de “Did you hear what I said, Miss Kubelik? I absolutely adore you” y ella contesta sonriendo “Shut up and deal!” mientras se quita el abrigo y le clava sus ojos azules como el cielo.




8 comentarios:

Némesis dijo...

Hum... espero que en la susodicha isla pudieras encontar enchufes suficientes :-D

Anniehall dijo...

Mmmm, esto me recuerda que tengo que ponerme a buscar un libro

alma dijo...

Mira que coincidencia, acabo de leer otra entrada fabulosa sobre esta peli en un blog que sigo ;)

por si te interesa es http://24vecesxsegundo.blogspot.com

El apartamento también es de mis favoritas. Saludos,Juanjo

Silvia dijo...

Excelente película, me ha gustado mucho ver el trailer.

Bss.

Gordipé dijo...

Billy Wilder es el dios del cine. Por sus guines, el montaje de sus películas, la fotografía y, sobre todo, por su dirección artística.

Alguien capaz de hacer La tentación vive arriba, Perdición, Sunset Boulevard, Ninochtka o El apartamento sólo puede ser un dios.

Si me permitís una recomendación, leed su biografía. La de Hellmuth Karasek está bastante bien.

Gordipé dijo...

El guión de Ninochtka, vaya.

Newland23 dijo...

Némesis, me has hecho sonreir, sí, mucha isla desierta y yo pensando en tecnología... A falta de enchufes siempre me puedo llevar el guión que es, casi, igual de maravilloso

Annie, dicho así parece que vivas en la casa de los Windsor, ¿has mirado en la biblioteca de la sexta habitación de la segunda planta del ala norte? ;)

Almalaire, las casualidades creo que no existen, es que como dicen en el post que has dejado los fans de El Apartamento somos muy fans. Me ha gustado mucho la reseña, aunque entra en muchos puntos en los que yo no quería entrar. Desde luego que la película es un tirón de orejas para la sociedad americana, una crítica bastante más dura de lo que parece del sistema, pero eso a mí no es lo que me emociona. A lo mejor porque en 1960 en España el único rayo de sol que teníamos (tenían) era Marisol. Otras cosas, como las miserias de los personajes, sí que las siento mucho más cercanas. Por cierto el concepto de "chica con sorpresa" me ha gustado, tendré que comentarlo.

Silvia, el trailer es genil, como casi todos los trailer son geniales, bueno, no los de las comedias que enseñan las tres situaciones cómicas de la película. Me podría pasar horas viéndolos.

Gordi, tú lo has dicho, Wilder es Dios. Incluso en sus películas más pequeñas existen detalles de genio, sus guiones son perfectos y los actores pasados por sus manos relucen como el sol. Nunca he leído el guión de Ninochtka tal cual, tendré que hacerlo, por cierto ¡qué pareja!, Lubitsch y Wilder juntos, no sé si me vuelvo un nostálgico o es que realmente la balanza dólares y talento cae ahora dramáticamete del lado de los dólares. A lo mejor es que tampoco sé donde buscar...

Anniehall dijo...

Estoy contigo andan cortitos de talento por allí ahora.

Se me olvidó esa biblioteca, sí :) Aunque en este ambiente tan cinematográfico preferiría que me hubieses nombrado Manderley. En realidad lo que pasa es que soy muy desordenada y tengo muy poco sitio así que las librerías tienen varias filas en profundidad y algún que otro ejemplar haciendo equilibros sobre ellas en horizontal. (Sólo tenemos tres de menos de un metro de ancho, por si acaso.)