Tengo memoria de pez, es un hecho. No recuerdo las cosas, las del corto plazo y las del largo, esas posiblemente más. No recuerdo los nombres de mis compañeros del colegio, ni los del instituto y ya empiezan a olvidárseme los de la universidad, dentro de poco cuando mire el título pensaré que lo gané en una rifa, que es casi verdad, vale, pero no me mola nada. Como mucho recuerdo caras, pero una cara sin nombre no es más que un fantasma. A veces los veo, a los fantasmas, haciendo la compra en el supermercado o esperando a que salga del cole mi hijo, hoy mismo he visto uno en el metro y aunque el primer impulso ha sido de ir a saludarle he sido incapaz de asociarlo a nada y el recuerdo de su rostro me sigue dando vueltas en la cabeza esperando aterrizar en el lugar del pasado que le corresponde, pero ni aterriza, ni cobra vida ni nada de nada, como vino se irá, atormentándome mientras tanto por no poder ubicarlo.
Lo mismo me pasa con las películas y con los libros, las veo, los leo y se me olvidan, puedo verlas y leerlos de nuevo como si fuera la primera vez, como si mi cerebro sufriera una fuga invisible que va irradiando fotogramas y palabras. Me da rabia, es como desperdiciar el tiempo, como lanzar el espacio exterior todos esos buenos momentos que disfruté sin el menor aprovechamiento, es algo así como tener la sensación de ir malgastando la vida porque en el fondo sigo siendo más cáscara que relleno, soy hueco, me traspasa el viento. Pasa con las cosas que me interesan y con las que no, ya no entiendo qué era una ecuación diferencial, el cálculo de estructuras, la química orgánica o cómo se polarizaban los transistores en cascada y en cascodo, no me acuerdo y eso no me duele, pero no soporto la idea de no recordar un día que Ishtar, la diosa babilónica del amor y la guerra, es venus, que Alejandro era macedonio y que Lucio Cornelio Sila era un sádico.
También se me olvida el paso del tiempo, pienso en un año y solo es una cifra, cuatro números a los que soy incapaz de asociarles nada más, me da igual pensar en 1995 que en el 2007, no recuerdo qué era de mí entonces, qué asignaturas estudiaba o en qué estaba trabajando, no lo recuerdo y me desespera. No soy más que el marcapáginas de un libro que voy escribiendo y cuya tinta se desvanece a la vez que lo voy redactando, lo abro y sé donde estoy pero me preceden capítulos emborronados que casi ya ni se leen, que a veces, con mucho esfuerzo, forman una historia que como viene se va, sin saber de dónde sale y si algún día volverá a mi mente desde el universo paralelo en el que mis recuerdos fueron abandonados. Porque me encantaría saber cómo funciona mi cerebro, o un cerebro cualquiera, saber qué es la memoria, dónde reside, por qué unos lo recuerdan todo y otros lo olvidamos... Si ya me parece fascinante que un semiconductor sea capaz de almacenar un bit, me parece cosa de brujas que mi materia gris recuerde que “es tan corto el amor y tan largo el olvido”, un regalo de Don Pablo.
A lo mejor por eso comencé este blog, a lo mejor, pero ya hace tanto tiempo que los verdaderos motivos los estoy dudando. Como me conozco escribí un post inicial que me lo recordase, e hice bien, porque tampoco llevo un histórico de lo que voy escribiendo, seguro que me repito a menudo, y no me extraña, porque al releerme, a veces, no me reconozco llegando en ocasiones a dudar de que hayan sido mis manos las que han transmitido los impulsos de mi cerebro. Creo que si leyese en otro sitio alguno de mis post no los reconocería, en serio, aunque al recorrerlos cronológicamente tengo conciencia por primera vez en mi vida del paso del tiempo. No pretendía escribir un diario pero creo que sin querer lo he hecho, que escribo para no olvidar, para dejar registro de lo que soy, para cazar al vuelo y pintar en dos trazos a mis escurridizos recuerdos.
8 comentarios:
Querida Dori, a veces olvidar fácilmente es mejor que recordarlo todo. Los recuerdos ocupan espacio y presionan el celebro.
Síiiiiiiiiiiiiiiiiii, soy Dori!!!! Lo has clavado :)
No estoy de acuerdo. Te acuerdas de muchas cosas. Jodo, cuánto acuerdo...
Discrepo profundamente, lo que pasa es que disimulo muy bien, de muy poca información hago una historia.
Quizá es que estás aprendiendo otras cosas ;) no sé, lo de la memoria es extraño, a veces de repente olvido hasta mi número de teléfono, y recuerdo gilipolleces, molaría elegir lo que uno quiere recordar, como dices, hay cosas que dan igual, pero otras...
En fin, que más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria, entre la nieve y el sudor ;) y que tampoco te preocupes tanto, cuando olvides que Alejandro era macedonio, ya sí que te puedes preocupar, sin duda :DD
Un abrazo :)
Explorador, es verdad, uno recuerda o no cosas de la forma más caprichosa, creo que deberíamos recordar las cosas más útiles, por mera supervivencia, pero nos acordamos de las chorradas más grandes y olvidamos algo fundamental, como la fecha del aniversario :)
Eso sí, el día que me olvide de quién era Alejandro me tiro a un pozo
Lo malo es que si lo olvidas, es probable que olvides la importancia de olvidarlo, y no te importe. Pero bueno, mejor estar fuera de los pozos que dentro, así que casi que eso sería lo bueno...jejejej ;)
Bueno, ya quisiera yo, estuve dudando si apodarme "Dori" de nick.
Pero la verdad es que lo único que aveces me jode es no poder demostrar mi superior cultura con algunos de los que me rodean....pero entonces pecaría de soberbia, así que eso que me ahorro.
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