Año 2599. “Alcorcón 4-0” es ahora un barrio residencial de la colonia “Madripolis”, capital de los “Estados Confederados Castellanos” (ECC), pequeño estado mesetario que hace varios siglos formaba parte de un país llamado España. Pero de eso ya casi nadie se acuerda, incluso hay quien lo duda y comenta que es otro invento más del imperialismo castizo. Un invento tan absurdo como afirmar que un día existió un parque en el medio de la ciudad e incluso un bosque cerca de un palacio llamado real. ¿Bosques? ¿Palacios? ¿Rey? ¡Qué estupidez! A otro ciberperro con ese hueso.
Los más audaces, en el colmo de la desfachatez, afirman que fueron navíos castellanos los que descubrieron América, ¡y que eran de madera!, claro, son la misma gentuza que niega que el primer hombre que pisó Marte nació en Andoain y que fue enviado al planeta rojo propulsado por un golpe certero de un aizkolari. Ya lo dijo el comandante Egibar cuando dio con su gorda cabeza en el polvo marciano “es un gran testarazo para un simple mortal pero un coscorrón para un vasco”. Milagrosamente Marte sigue en su orbita.
Se cree que fue a mediados del siglo XXI cuando se produjo la gran rebelión de las naciones periféricas contra el estado opresor castellano. La verdad es que no quedan pruebas que lo confirmen o lo desmientan porque justo unos meses antes los inquisidores de la SGAE, cuales Torquemadas de la era digital, habían requisado todos los soportes electrónicos al grito de “Antes la barbarie que copiar ilegalmente un disco de Teddy Bautista”. Y la barbarie llegó, y más tarde comenzó la quema indiscriminada de libros, pero eso ya no sorprendió a nadie.
Hubo un momento en el que nadie quería ser español. Los castellanos empezaron a tener miedo de salir de los límites de Castilla porque por todas las partes eran perseguidos y acusados de los más tremendos crímenes. El simple hecho de expresarse en su propio idioma traía represalias físicas y morales y eso que ya casi nadie comprendía lo que querían decir. Los pobres nunca llegaron a entender esa animadversión, ellos a lo único que aspiraban era sacar adelante a sus familias lo mejor posible, sin meterse con nadie, a base de atascos, trabajos mal pagados, y jornadas maratonianas, pero los demás les acusaban de despotismo, de negarles su identidad, de robarles el pan y de mil cosas peores. Estaba claro, te podían perdonar el pecado original pero nadie te podía perdonar haber nacido en la meseta.
Y el momento llegó, los castellanos acorralados cedieron a las pretensiones de sus otrora hermanos y vecinos y España desapareció. La capitulación fue dolorosa, de un día para otro los castellanos se habían quedado sin pulpo a feira, sin pan tumaca y sin pescaito frito, una tragedia. A partir de entonces estaban condenados a sobrevivir a base de cocido, pisto manchego y morcillas de Burgos. Las flatulencias y las indigestiones comenzaron a hacer mella en la moral de la población. Desesperados y para librarse del bloqueo comercial al que iban a ser sometidos renunciaron a todo con una única condición, necesitaban un puerto de mar.
Tras buscar mil soluciones insatisfactorias alguien por azar dio con la solución. Encontró en los fondos de un museo, antes de que también quemaran los museos por ser fuentes de libertad e imaginación, un mapa de la España de 1970. Sabemos por los restos arqueológicos descubiertos de la época que gobernaba por entonces un señor llamado Caudillo, además parecía contar con la gracia de otro señor llamado Dios, desde luego vista la cara que tenía Don Caudillo en las monedas él y Dios tenían que ser unos tipos muy graciosos. La solución estaba clara, los “Estados Confederados Castellanos” serían constituidos por los que un día se llamó “Castilla la nueva” y “Castilla la vieja”.
Durante la negociación los leoneses llenos de júbilo les hacían cortes de mangas a los vallisoletanos, riojanos y cantabros tampoco parecían muy dispuestos a renunciar a su libertad y pusieron miles de trabas manifestándose por las calles. Se hizo una conferencia en Santander para firmar el tratado de secesión, al llegar la delegación euskaldún su máximo representante, Ibarretxe III, hizo un gracioso comentario sobre el origen de Santander, según él Santander fue fundado por San Ander, un santo muy milagroso y por supuesto con RH negativo. Simultáneamente una delegación alavesa pidió asilo político en Logroño por considerarse plenamente castellana. Los alaveses les contaron, para gran asombro del personal, que Gasteiz una vez se llamó Álava. Fue así hasta que casi dos siglos antes llegó hasta allí un tal Sabino, procedente de Vizcaya, haciendo gracias sobre el RH de la Virgen Blanca. En ese momento se disolvieron las manifestaciones y cántabros y riojanos firmaron la adhesión incondicional al nuevo estado.
Los castellanos daban vítores de alegría por las calles por haber recuperado las anchoas y el reserva de rioja a su gastronomía, se perdió la cecina, eso sí, pero a cambio se firmo un tratado de libre comercio con Salamanca para la importación sin restricciones de productos ibéricos. Como contrapartida se adquirió el firme compromiso de enviar anualmente mil estudiantes en celo a los colegios mayores de su universidad, pero claro, eso fue antes de que también prohibieran las universidades porque era mejor tener borregos que gente con cultura.
Éste creemos que fue el origen de nuestro estado, han pasado cientos de años y cientos de cosas, aún recordamos con pavor cómo subieron las aguas hasta los límites actuales y de cómo todos querían entonces ser castellanos.
Los más audaces, en el colmo de la desfachatez, afirman que fueron navíos castellanos los que descubrieron América, ¡y que eran de madera!, claro, son la misma gentuza que niega que el primer hombre que pisó Marte nació en Andoain y que fue enviado al planeta rojo propulsado por un golpe certero de un aizkolari. Ya lo dijo el comandante Egibar cuando dio con su gorda cabeza en el polvo marciano “es un gran testarazo para un simple mortal pero un coscorrón para un vasco”. Milagrosamente Marte sigue en su orbita.
Se cree que fue a mediados del siglo XXI cuando se produjo la gran rebelión de las naciones periféricas contra el estado opresor castellano. La verdad es que no quedan pruebas que lo confirmen o lo desmientan porque justo unos meses antes los inquisidores de la SGAE, cuales Torquemadas de la era digital, habían requisado todos los soportes electrónicos al grito de “Antes la barbarie que copiar ilegalmente un disco de Teddy Bautista”. Y la barbarie llegó, y más tarde comenzó la quema indiscriminada de libros, pero eso ya no sorprendió a nadie.
Hubo un momento en el que nadie quería ser español. Los castellanos empezaron a tener miedo de salir de los límites de Castilla porque por todas las partes eran perseguidos y acusados de los más tremendos crímenes. El simple hecho de expresarse en su propio idioma traía represalias físicas y morales y eso que ya casi nadie comprendía lo que querían decir. Los pobres nunca llegaron a entender esa animadversión, ellos a lo único que aspiraban era sacar adelante a sus familias lo mejor posible, sin meterse con nadie, a base de atascos, trabajos mal pagados, y jornadas maratonianas, pero los demás les acusaban de despotismo, de negarles su identidad, de robarles el pan y de mil cosas peores. Estaba claro, te podían perdonar el pecado original pero nadie te podía perdonar haber nacido en la meseta.
Y el momento llegó, los castellanos acorralados cedieron a las pretensiones de sus otrora hermanos y vecinos y España desapareció. La capitulación fue dolorosa, de un día para otro los castellanos se habían quedado sin pulpo a feira, sin pan tumaca y sin pescaito frito, una tragedia. A partir de entonces estaban condenados a sobrevivir a base de cocido, pisto manchego y morcillas de Burgos. Las flatulencias y las indigestiones comenzaron a hacer mella en la moral de la población. Desesperados y para librarse del bloqueo comercial al que iban a ser sometidos renunciaron a todo con una única condición, necesitaban un puerto de mar.
Tras buscar mil soluciones insatisfactorias alguien por azar dio con la solución. Encontró en los fondos de un museo, antes de que también quemaran los museos por ser fuentes de libertad e imaginación, un mapa de la España de 1970. Sabemos por los restos arqueológicos descubiertos de la época que gobernaba por entonces un señor llamado Caudillo, además parecía contar con la gracia de otro señor llamado Dios, desde luego vista la cara que tenía Don Caudillo en las monedas él y Dios tenían que ser unos tipos muy graciosos. La solución estaba clara, los “Estados Confederados Castellanos” serían constituidos por los que un día se llamó “Castilla la nueva” y “Castilla la vieja”.
Durante la negociación los leoneses llenos de júbilo les hacían cortes de mangas a los vallisoletanos, riojanos y cantabros tampoco parecían muy dispuestos a renunciar a su libertad y pusieron miles de trabas manifestándose por las calles. Se hizo una conferencia en Santander para firmar el tratado de secesión, al llegar la delegación euskaldún su máximo representante, Ibarretxe III, hizo un gracioso comentario sobre el origen de Santander, según él Santander fue fundado por San Ander, un santo muy milagroso y por supuesto con RH negativo. Simultáneamente una delegación alavesa pidió asilo político en Logroño por considerarse plenamente castellana. Los alaveses les contaron, para gran asombro del personal, que Gasteiz una vez se llamó Álava. Fue así hasta que casi dos siglos antes llegó hasta allí un tal Sabino, procedente de Vizcaya, haciendo gracias sobre el RH de la Virgen Blanca. En ese momento se disolvieron las manifestaciones y cántabros y riojanos firmaron la adhesión incondicional al nuevo estado.
Los castellanos daban vítores de alegría por las calles por haber recuperado las anchoas y el reserva de rioja a su gastronomía, se perdió la cecina, eso sí, pero a cambio se firmo un tratado de libre comercio con Salamanca para la importación sin restricciones de productos ibéricos. Como contrapartida se adquirió el firme compromiso de enviar anualmente mil estudiantes en celo a los colegios mayores de su universidad, pero claro, eso fue antes de que también prohibieran las universidades porque era mejor tener borregos que gente con cultura.
Éste creemos que fue el origen de nuestro estado, han pasado cientos de años y cientos de cosas, aún recordamos con pavor cómo subieron las aguas hasta los límites actuales y de cómo todos querían entonces ser castellanos.
Pero esa es otra historia que ya contaré otro día.
6 comentarios:
Buenísimo. En el siguiente deberías hacer un recopilatorio de los partes de guerra de cuando se recuperaron para los ECC Kastro Urdiales y Laredo. Por ejemplo
Prometido, pero realmente no se llegaron a perder, se defendieron heróicamente a capa y espada :)
Tomo nota
JJ tienes que dejar de comerte las setas que encuentras por el campo ...
Soy un incomprendido :(
joder, no has podido ponerle la etiqueta pedaladas, por que esto se pasa del pedal!!
Éste es un subgenero dentro del pedal, es más, será una saga
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