En 1999 yo era un auténtico pipiolo que no tenía ni puta idea de la vida, ahora no es que sea un viejo lobo de mar pero a mi yo postuniversitario le daría sopas con honda. No me olvidaré nunca de ese fin de año, por el frío que pasé en la nave de Azuqueca en la que trabajaba, sí, aquella que no tenía ni calefacción, ni baño, ni enganche legal a la red eléctrica, tampoco podré olvidar el pánico de todos a un colapso informático mundial y de la pasta que se gastó para evitar que el año nuevo no fuese el 1900 o el 19100. Recuerdo que un cliente me llamó un día para que le pusiese con el responsable del efecto 2000 de la empresa, aún me descojono de la risa, si no teníamos un retrete íbamos a tener un especialista en algo, ¡criatura!
También recuerdo la tremenda polémica generada por si el nuevo siglo (y milenio) comenzaba el uno de enero del 2000 o un año más tarde, yo mantuve, y mantengo, que el 2000 pertenecía al siglo XX pero es ya una polémica tonta y estéril, aunque yo tenía razón, seguro. Empezara cuando empezase el siglo XXI, la verdad es que prometía cambios a todos los niveles y en mi opinión no ha defraudado. Los nostálgicos pensaran/pensaremos que todo ha ido a peor y que el mundo es un asco, a lo mejor, pero en general a mí me gusta el cambio, vale, la globalización puede que sea una puta mierda pero la sensación de tener todo el mundo al alcance de la mano a mí me resulta acojonante.
Creo que aún soy lo bastante joven para poder apreciar el tiempo pasado con la suficiente reflexión, aunque cada vez lo siento pasar más deprisa, a lo mejor es por eso que las cosas que pasaron hace ya diez años me parecen muy cercanas pero muy distantes a la vez. No sé como explicarlo bien, creo que voy perdiendo la perspectiva del tiempo. Me parece que fue ayer cuando a Clinton le enjuiciaban por ir manchando vestidos ajenos, pero a la vez me deja de piedra que desde entonces hemos sufrido a su sucesor genocida (me niego a escribir su nombre hoy) y al Nobel de la paz (juas!). En 1999 no podía ni imaginar que vería caer rascacielos y volar trenes por los aires por culpa de una panda de mal nacidos llamados Al Qaeda. Tampoco me hubiera tomado en serio a alguien que me hubiera dicho que esa basura llamada Gran Hermano se seguiría emitiendo diez años después, sin embargo hoy me atrevo a afirmar que durará otros diez años más.
Pero también pasaron cosas en 1999 que ahora me parecen de ciencia ficción, existían unas cosas que se llamaban pesetas y que según todo el mundo cundían muchísimo más, si claro, antes un billete de mil duros no se sacaba de la cartera si no era a punta de pistola pero curiosamente uno de cincuenta euros lo sacamos hasta para pagar un café. Sin darnos cuenta en los últimos diez años nos hemos vuelto unos nuevos ricos, así nos hemos dado la hostia que nos hemos dado para terminar de celebrar la década. Pero también me parece de ciencia ficción que hace diez años la OTAN bombardeara Yugoslavia, que se rodase The Matrix, que existiese la estación MIR o que utilizásemos el Windows 98, que era realmente lamentable por cierto. Que no existiese ni la ADSL ni la tarifa plana me parece prehistórico, por no hablar de vivir sin móviles que hacen hasta café y sin monovolúmenes.
Esta década ha sido tan fugaz y difusa que no la sé ni denominar, porque si existieron los ochenta o los noventa, ¿qué coño es esta década?, ¿los cerentas?, la década más importante de mi vida y ni siquiera tiene nombre. Porque sí, ésta ha sido la década más importante de mi vida, en ella me he hipotecado, en ella he construido a mi familia y he dado vida, una vida tan bonita e irrepetible que me tiemblan las piernas pensando si estaré a la altura de lo que él se merece, también me he buscado la vida y he creado un perfil profesional más o menos decente (sin coñas de algunos que esto se lee mucho por mi curro). Creo que las grandes decisiones de mi vida las he tomado en esta década sin nombre y que a partir de ahora mis preocupaciones no serán las de crear, serán las de conservar. Conservar mi casa, mi familia, el amor de mi hijo, mi trabajo, mis amigos, mi pelo…