Vini, vidi, vinci (por Gordi)


Creo que nunca he contado de dónde sale mi fascinación por los romanos. Hoy es el día.

Siempre he tenido un interés casi malsano por las palabras: dice mi madre que antes de saber leer ya preguntaba una y otra vez qué significaban las palabras que escuchaba por primera vez. Cuando empecé a leer fue mucho peor: leía con un Sopena de esos para colegiales, porque si no entendía alguna palabra no seguía.

Por eso tenía muchas ganas de dar latín, porque pensaba que respondería a todas mis preguntas sobre el lenguaje. Leía en el diccionario eso de del latín nosequé, y enloquecía buscando otras palabras con la misma raíz, me preguntaba por qué significaban otras cosas, me asombraba de las inquietantes vicisitudes por las que había pasado cualquier palabro hasta llegar a significar algo cognoscible.

Empecé segundo de BUP con mucha ilusión. Latín. Iba a aprender latín. Iba a aprenderlo TODO.

Cuánta ingenuidad.

En seguida me di cuenta de que no. Tenía un profesor que entonces me pareció espantoso y pensé que dejar de prestar atención era el mejor castigo para él, que se lo merecía todo. Adolescentes. Puaj.

Suspendí latín. Y mi páter me puso un ultimátum: si no apruebas en septiembre busca un buen hobby para hacer en casa porque no vas a salir hasta que cumplas taitantum. Así que cogí el libro de latín y lo dejé sobre la mesilla de noche. Santiago Segura Munguía. LATÍN. Y allí se quedó.


Creo que aquel libro de textum estaba embrujado o algo porque, curiosamente, a medida que mi interés por abrirlo decrecía, aumentaban sin medida mis ganas por saberlo todo sobre el populus romanus. Lo miraba de reojo mientras leía el "Yo, Claudio" y "Claudio, el dios y su esposa Mesalina", de Robert Graves. Me acordé de él cuando vi "Calígula", de Tinto Brass. Pensaba en la gramática cuando descubrí qué significaba el SPQR de los estandartes de Astérix y Obélix, o el INRI de Inriquito, el RIP de las lápidas, o  por qué a San José se le llama Pepe. Empecé a leer biografías autorizadas de los prohombres romanos: Julio César, Nerón, Tiberio, Augusto, Espartaco, Trajano... y por todas partes aparecían esas frases tan famosas QUE YO NO SABÍA EXACTAMENTE QUÉ DECÍAN. Joder, tuve que aprender a declinar. Y sintaxis. Y me aprendí de memoriam el libro primero de Bello Gallico:
Gallia est omnis divisa in partes tres, quarum unam incolunt Belgae, aliam Aquitani, tertiam qui ipsorum lingua Celtae, nostra Galli appellantur. Hi omnes lingua, institutis, legibus inter se differunt. Gallos ab Aquitanis Garumna flumen, a Belgis Matrona et Sequana dividit. (...)
De repente todo empezaba a tener sentido. Aquellas palabras bailaban adelante y atrás y construían mensajes de grandes hombres que vivieron y conquistaron el orbe tantos siglos atrás y que yo podía entender. Me fascinaban. Me fascinan, hasta hoy.

Saqué un sobresaliente.

Acabáramus.

1 comentario:

Gordipé dijo...

¡¡¡LO HAS HECHO!!!


Eres taaaaan ideal y estás tan loco XDDD

Gracias, payo.