martes, 9 de julio de 2013

Canciones de película (los 80)

Como lo prometido es deuda, a petición de @ZoeRavenclaw , vuelvo a subir otro post de música de cine, esta vez de los 80. Aunque la verdad visto el éxito del anterior...

Pero lo haremos bien, vuelvo a comprometerme a escribir un post para el que gane, así que si siguen los mismos concursantes y la misma línea de peticiones me voy a ir montando ya el mismo post para películas de los 70. Vuelvo a moderar los comentarios y hay de plazo hasta que termine el jueves. Creo que esta vez es más fácil.

La lista de películas es:

  • Érase una vez en América
  • Cuenta conmigo
  • Good morning Vietnam
  • Mad Max, más allá de la cúpula del trueno
  • Regreso al futuro
  • Los inmortales
  • Panorama para matar
  • Un pez llamado Wanda
  • La chaqueta metálica
  • Cuando Harry encontró a Sally


1 Chuck Berry – Johnny B. Goode
2 Cole Porter – Night and Day
3 Duran Duran – A View to a Kill
4 The Rolling Stones – Paint it, Black
5  The Beach Boys – I Get Around
6 Queen – One Year of Love
7 Frank Sinatra – It Had to be You
8 Domenico Modugno - Nel blu, dipinto di blu 
9 Tina Turner – We Don't Need Another Hero 
10 Ben E. King – Stand by me

lunes, 8 de julio de 2013

Volverán las oscuras malandrinas

Volverán las oscuras malandrinas
en su balcón de Génova sus nidos a colgar,
y, otra vez, Sorayas y Cospedales
a votarlas llamarán;
pero aquéllas que el suelo recalificaban
con usura y dicha al desahuciar,
aquéllas que cobraron magros sobres...
ésas... ¡no gobernarán!
 
 
Volverán las túpidas madreselvas
de las cárceles las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
a Esperanza saludarán;
las querellas, ganadas del rojerío,
cuyas gotas escuchábamos llorar
a la Mato, con sus lágrimas de arpía...
ésas... ¡no escaparán!
 
 
Volverán de la rabia en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu dignidad, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Rato ante su altar,
como ellos te han robado..., desengáñate:
¡así no te robarán!
 

Y que Bécquer me perdone

domingo, 7 de julio de 2013

Cleopatra


La antigüedad era una cosa muy chunga, pero chunga de narices, tan chunga debía ser que están todos muertos. No, en serio, en la antigüedad lo de envejecer estaba muy sobrevalorado, y si no que se lo pregunten a Cleopatra VII, Cleopatra para los amigos y la historia, última reina del Egipto Ptolemaico, una satrapía macedónica con capital en Alejandría, cuyo primer rey fue uno de los diádocos de Alejandro Magno, Ptolomeo I Sóter (el salvador). Cleopatra era hija de Ptolomeo XII Auletes (el que toca la flauta), una mierda de sobrenombre, porque ya es triste que tu dinastía comience por el salvador y tú seas como Bartolo y acabes tocando la flauta de un agujero sólo.

Auletes, además de tocar la flauta, se dedicó a tocar las narices a su pueblo. Por lo visto era un pájaro que, mientras que la gente las pasaba moradas, se dedicaba a ir de fiesta, emborracharse y matar elefantes, perdón, a matar elefantes no, que me lío. Tan mal lo debió ver que pensó que era buena idea pedir a los romanos que le ayudasen a no perder el empleo, y los romanos encantados porque eran fáciles de sobornar para después, si hacía falta, decir si me has sobornado no me acuerdo. Por eso, untó de lo lindo a un tal Pompeyo y a un tal César, ¿os suenan?, el primero era rico y codicioso, el segundo listo pero más tieso que la mojama. Auletes se dejó así un ojo de la cara y la isla de Chipre, que ocuparon los romanos, para disgusto de los egipcios que no pensaron aquello de más se perdió en Cuba y se sublevaron. Son un pueblo de tradiciones estos egipcios.

Auletes se fue a Roma y esta vez ya tuvo que empeñar hasta los dientes de oro para que los romanos le reconociesen su derecho al trono... y nada más, porque no le prestaron ni un miserable soldado. Mientras, en Egipto, reinaba su hija mayor Berenice, nombre molón donde los haya, y mala hija si nos atenemos a las circunstancias. Auletes, como vio que en Roma no se comía un colín, se fue a Éfeso para sobornar al procónsul de Siria, que sí que le prestó un ejército con el que volvió a Egipto y le rebano el pescuezo a su díscola hija, nombrando poco tiempo antes de morir a Cleopatra corregente del Reino. Y se murió, y Cleopatra reinó a los 17 años, por la obra y gracia de Serapis, dios híbrido venerado por egipcios y macedonios junto, con su hermano y marido Ptolomeo XIII Filópator I (el que ama a su padre), nombre muy piadoso vistos los antecedentes familiares de los Ptolomeos.

En aquella época, ser rey de Egipto no equivalía a ser faraón, hasta que llegó Cleopatra, que era más lista que el hambre, con cierto don de gentes y que hablaba varios idiomas, entre ellos el egipcio antiguo. Eso le abrió el corazón de los sacerdotes, que la nombraron reina y faraona, y de paso le dieron su influencia y su dinero, pero las cosas no iban bien. Los hermanos se llevaban como el perro y el gato, el Nilo no se desbordaba como debía por lo que la gente de Alejandría pasaba hambre y los romanos les sacaban hasta los higadillos. Tan mal iba todo que los consejeros del rey el eunuco Potino y el general Aquilas hacen que Cleopatra tenga que exiliarse en Siria, donde busca la protección de los romanos.

Los romanos tampoco pasaban por su mejor momento. César había derrotado a Pompeyo en Farsalia y éste corrió a buscar refugio a Egipto donde el Filópator I le cortó la cabeza para mandársela a César. Un error enorme del chaval, porque los romanos se podían cortar la cabeza entre ellos pero no iban a consentir que un extranjero se tomase la justicia por su mano por muy fugitivo que fuera Pompeyo. Así que César se presentó con un pequeño ejército en Alejandría a ver qué pasaba, de momento no iba a cargarse al chaval pero le tomó la matrícula. Además de general victorioso, César era el testamentario de Auletes, que había encargado a Roma velar por el cumplimiento de su testamento y por el bien de Egipto, sabiendo todos que eso suponía que el gobierno de facto en Egipto era de los romanos, y los romanos de donde entraban ya no se iban jamás.

César consiguió forzar un acuerdo entre los cuatro hermanos que quedaban, Ptolomeo XIII y Cleopatra gobernarían en Egipto, mientras que los hermanos menores Ptolomeo XIV Filópator II y Arsinoe IV gobernarían en Chipre. Dicen las malas lenguas que por entonces César y Cleopatra eran algo más que amigos y residentes en Alejandría, por lo que Filópator el mayor se sublevó junto con Arsinoe, que no se quedaba atrás de ninguno de sus hermanos si lo que estaba en juego era un cetro real. Reunieron un ejército que por poco no derrota a los acorralados amantes, pero al final César consigue algunos refuerzos y se lleva la victoria. En la huida la barcaza de Filópator encalla y éste muere ahogado, y voy yo y me lo creo, mientras que Arsinoe es mandada a Roma como prisionera de César. De esa manera Cleopatra, con la protección de César queda como reina indiscutible de Egipto y se casa con su segundo hermano, un niño de 10 años.

Cleopatra está plenamente enamorada del aura de César, al que considera casi como un Dios, tanto es así que tiene un hijo con él, Ptolomeo XV Cesarión. César también está encantado de la vida en Alejandría, pero ser el primer hombre de Roma es algo complicado y pronto debe partir a combatir y derrotar a Farnaces rey del Ponto. Tras ello, vuelve a Roma a donde le sigue Cleopatra que vive allí como concubina suya, para escándalo de los romanos que nunca la aceptan y ningunean cuanto pueden. Eso incluye a Calpurnia, la mujer de César, y a su amante, Servilia (madre de Bruto y hermana de Catón el joven), porque según la mentalidad romana cuernos extranjeros eran menos cuernos, y, además, hasta una reina egipcia era inferior a la última de las romanas. Eran orgullosos estos romanos.

Para colmo, ningún rey podía entrar en Roma, aunque fuese un rey de importación, por lo que la pobre Cleopatra vivía en las afueras de Roma más aburrida que una ostra sin poder ir a los espectáculos y teniéndose que conformar con las escasas visitas que César podía hacerle, porque las cosas no le iban muy bien a él tampoco. Sus enemigos políticos le hacían la vida imposible, tanto que un día con un poco de mala uva le asestan 23 puñaladas contra las que no puede hacer otra cosa que morirse y convertirse en dios  Si ya os advertí que la antigüedad era algo muy chungo. Cleopatra, con el corazón partío y muerta de miedo, se vuelve a Egipto con Cesarión, aunque todavía no había dicho su última palabra.

viernes, 5 de julio de 2013

Canciones de película (los 90)


Estaba preparando un post sobre lo buenísimas que eran antes las bandas sonoras de las películas (que en ello estoy y lo terminaré haciendo) y mientras miraba y escuchaba unas y otras me ha ido dando un pequeño ataque de nostalgia, pero de buen rollo, de recordar con cariño canciones que aparecían en las películas de los (a)dorados años 90. Creo que fue una década de películas inolvidables que marcaron a los que ahora tenemos cuarenta.

Por eso, me he entretenido en buscar canciones, que éstas sí que son de todos los tiempos, que formaban parte de sus bandas sonoras y casi de mi vida, porque todas estas películas por algún motivo u otro son especiales para mí. Así que os propongo un pequeño juego, pero sin mirarlo por ahí, tiene que ser de manera espontánea y sin hacer trampas. Escucháis las canciones y escribís las películas en las que aparecen en los comentarios. Yo creo que no es muy difícil así que animaos.

Como premio me comprometo a escribir un post el martes que viene del tema que me proponga y en el tono que me proponga el ganador, en este blog o si quiere y tiene en el suyo, que hay gente para todo. Pondré la moderación de comentarios y en caso de que haya más de un acertante lo echaré a suertes el lunes por la mañana. Aquí os dejo la lista de películas y detrás las canciones. A por ellas.
  • Fargo 
  • Pulp Fiction
  • Cadena Perpetua
  • Atrapado en el tiempo
  • LA Confidential
  • El gran Lebowsky
  • Atrapado por su pasado
  • En el nombre del padre
  • Las aventuras de Priscilla reina del desierto
  • Persiguiendo a Amy
RECTIFICO: Gana el que más acierte, o el que se atreva a jugar o a este paso el que renuncie con más estilo :___)

1 The Kinks - Dedicated follower of fashion

 2 The Hang Ups – Jump Start

 3 CCR – Looking Out My Backdoor

 4 Jackie Gleason- But not for me (A falta de encontrar el original nos conformaremos con Ella Fitzgerald que no es moco de pavo)

 5 Al Green -Let's Stay Together

6 Johnny Otis - Willie and The Hand Jive (Aquí sólo he encontrado una versión del gran George Thorogood)

7 Ce Ce Peniston – Finally

8 Santana – Oye como va

9 Tony Orlando - Tie a Yellow Ribbon Round the Ole Oak Tree
10 Sonny and Cher – I got you babe

lunes, 1 de julio de 2013

Te debo unas palabras


Te debo unas palabras, las que me guardé sin querer, las que no tuve tiempo de decirte, las que no me dejan escribir porque son tuyas y ya no puedes leerlas. Las que tengo atravesadas, desordenadas, emborronadas por las lágrimas... Quiero gritarlas, lanzarlas fuera de mí y soltar con ellas toda la rabia que llevo por dentro. Quiero imaginar que, de alguna manera, te llegarán y no morirán en el espacio absurdo que rodea a los que ya no creemos en nada. Quiero imaginar que las escuchas y me sonríes con los ojos, como cuando todo iba tan mal que los te quiero estaban desnudos de pudor, como cuando todo iba tan bien como para pedirte con sorna que no me hicieras esta putada. Que no te hicieras esta putada.

Te debo un adiós y no un hasta mañana que ahora ya es para siempre... y no me lo creo. Te debo decirte cuánto te he admirado, cuánto te he llorado y lo grande que es el hueco que has dejado. No podrías imaginar, ni remotamente, lo difícil que es habitar ese espacio que era tuyo y en el que todos nos encontramos perdidos sin tu referencia, no podrías entender que entro en tu habitación cuando nadie me ve y me siento en tu cama porque es como volver a estar contigo, por lo menos hasta que vuelvo a abrir los ojos y la realidad hace que te desvanezcas y en tu lugar sólo quede mi cara de idiota, no podrías creer que al escuchar una canción que me recuerda a ti el tiempo se detiene y se me escarcha el alma.

Te debo no olvidarte porque no quiero que el tiempo te transforme en la imagen que encierra una foto enmarcada, te lo debo, y por eso me da miedo ir olvidando tus gestos, tu manera de andar, el timbre de tu voz... Te debo que no te olviden, te debo saber contestar, en su momento, a todas las preguntas que sobre ti me harán, sin desmerecer lo grande que eras, lo valiente que eras, lo generoso que eras... y me aterroriza fallarte, porque mereces quedarte para siempre en ese cielo prefabricado desde el que nos cuidas y velas nuestras noches, como el superhéroe que fuiste. Te debo creer que ese cielo es de verdad, aunque sé que tú no lo creerías, pero lo que ya nunca podrás saber es que, llegados a este punto sin retorno, importa más ganar que jugar limpio y sin hacer trampas.

Cómo hablar de los libros que no se han leído


Este mes, mis compañeros del Club de lectura 2.0, han tenido a bien elegir "Cómo hablar de los libros que no se han leído" escrito por Pierre Bayard. Si tengo que decir la verdad, no me ha entusiasmado, aunque tampoco me ha dejado indiferente, que ya es algo. Admito que, en general, no me siento muy atraído por el ensayo, que lo mío es leer novela, y si a esto se suma que me he leído el libro en francés la realidad es que a muy duras penas he sido capaz de leer seguidas más de seis o siete páginas.

El nombre del libro, "Cómo hablar de los libros que no se han leído", deja poco a la imaginación del lector en lo referente al tema que trata. El autor, a través de ciertos libros, que utiliza como esqueleto sobre el que construir su disertación, usa el tabú de que no se debe hablar de los libros que no se han leído para construir un discurso sobre la lectura y sus diferentes connotaciones.

Si he de decir la verdad, después de terminar el libro no sé si he aprendido algo sobre cómo hablar de libros que no he leído, es más, no sé si he aprendido algo sobre cómo hablar de libros en general, y si eso me resultaría útil de alguna manera, ya que, desgraciadamente, vivo en un mundo hostil a la lectura en el que hablar de libros en las conversaciones cotidianas es algo tan exótico como hablar de la cría en cautividad del Dragón de Komodo.

No debe ser el caso del autor que, en mi opinión, utiliza este ensayo para dos cosas. En primer lugar es un pretexto para hablar de libros, porque a pesar de las apariencias este libro es una declaración de amor a la lectura, de cualquier genero y en cualquier circunstancia. En segundo lugar, y aquí ya tengo mis dudas, sirve para dar un pequeño palo, cargado de sarcasmo y cierto cinismo, a toda esa gente remilgada que pretende que la lectura, y su divulgación, sea un hecho elitista, estirado y presuntuoso.

Quizá lo que más me ha gustado del libro es en parte eso, el hecho de quitar importancia a la lectura de un libro en particular, dejando claro que cada libro es hijo de su autor pero sobre todo de su tiempo, que todo forma parte de algo más elevado que él denomina "biblioteca colectiva", que tener cierto dominio sobre ella es de mayor importancia que haber leído tal o cual vaca sagrada de la literatura universal. Por ello, el libro puede usarse como antídoto contra ese pudor, por el que creo que todos hemos pasado, que supone tener que reconocer en algunos ambientes, más o menos cultos, la no lectura (término que uso conscientemente en lugar de no haber leído) de un libro determinando, curiosamente en uno de los capítulos también nos habla de la existencia de ese pudor cuando admitimos el gusto por ciertos tipos de lecturas. A fin de cuentas, cualquier libro, incluso el que pueda ser considerado la obra cumbre de la literatura, no deja de ser algo insignificante, y espero que se entienda el concepto porque no es mi opinión, dentro de los miles de libros que se escriben cada día. Todo teniendo en cuenta que nuestra existencia es demasiado corta como para llegar a rascar en el cascarón del conjunto de toda la obra escrita.

Por ello, también es curioso cómo explica que ese conocimiento puede llegar incluso desde la no lectura, aunque parezca algo paradójico, porque puede llegar de otras maneras como, por ejemplo, desde la tan socorrida lectura en diagonal o también desde el estudio de la crítica y las opiniones ajenas.

Es importante sobre todo lo último, la opinión del otro, porque es capaz de conseguir que un libro que nunca ha estado en nuestras manos entre de lleno en nuestro ámbito de conocimiento, como miembro ignorado de esa biblioteca colectiva que antecede a su incorporación a nuestra biblioteca personal. Sin ir más lejos, esta reseña, y las de mis compañeros del club de lectura, harán que "Cómo hablar de los libros que no se han leído" forme parte de la biblioteca colectiva de nuestros lectores, haciendo que ellos, y no dudo de que así va a suceder, puedan a su vez hablar del libro con terceros futuros seguidores de nuestro club de lectura, de manera que, estos no lectores, adquirirán su propia referencia personal que sólo será modificada por la verdadera lectura, estando ésta marcada e influida por nuestra propia experiencia.

También me parece una reflexión de interés la que explica como, tomando como punto de partida el hecho de que un lector llegue a hablar con el autor de un libro (algo que puede llegar a ser difícil sobre todo si el escritor está muerto), se llegue a reconocer la existencia de algo que Bayard denomina "el libro interior". Aquí nos zambullimos de lleno en el fascinante mundo de la compresión lectora, de las verdaderas intenciones y sentimientos del escritor en el momento de escribir su texto y aquello que nosotros como lectores, en un determinado momento, entendemos e interpretamos. En el fondo no deja de ser otro pariente de la no lectura, y es, además, una manera de desposeer al autor de su obra, ya que ésta no deja de ser como una fotografía que es revelada en nuestro interior y que cobra vida sólo al ser leída, hecho que depende en gran parte de nuestras circunstancias que a su vez son variables. Por eso, Bayard llega incluso más lejos, considerando cada texto no como algo inmóvil, si no más bien como un ente cambiante a lo largo del tiempo. Y es verdad, todos los que hemos leído un libro en diferentes momentos de nuestra vida creemos haber leído dos libros diferentes; es fácil imaginar dicho efecto si lo multiplicamos por millones de personas cada una víctima de sus propias coyunturas.

Por último, que ya me está quedando densa la reseña, sólo me queda hablar de la parte romántica del asunto, del libro olvidado, de cómo la lectura de un libro supone el primer paso para olvidarlo, de qué nos queda de ese libro cuando el tiempo pasa. Según Bayard no queda más que una mera reseña del mismo, vacía de la mayoría de su contenido y equivalente a la que podríamos tener de cualquier otro libro del que hayamos oído hablar con cierta profundidad. Todos sabemos que esto no es verdad, que es bastante absurdo y que Bayard exagera, siendo él el primero que lo sabe, pero sí que es verdad que esa pérdida existe y es demoledora.


Hay que aceptarlo, porque la lectura es como el amor, es mejor amar y perder que no haber nunca querido. O leído.