¿Qué es esto?¿será el sol?
Cuando nunca has visto la luz del sol no puedes ser capaz de imaginar qué es precisamente lo que te estás perdiendo, cuando nunca has sentido el aire de la mañana en el rostro no puedes asegurar que estás vivo, cuando no has sentido nunca podrás saber si has sido...
Su vida hasta ese momento había sido una sucesión de noches sin días interrumpidos por periodos de mantenimiento, no dejaba de ser un robot humanoide de la serie 5000, la más avanzada que se había creado hasta ese momento, su cerebro de arseniuro de galio-aluminio y grafeno era capaz de tomar por si mismo decisiones complejas, tanto que la comisión para el cumplimiento de las leyes de la robótica rechazó su uso para aplicaciones civiles, de manera que toda la serie 5000 fue condenada a trabajar hasta su obsolescencia en las minas de grafito, material indispensable para la fabricación del grafeno, en aquel planeta desértico llamado Tierra. No existía otro lugar en el universo conocido en el que se encontrase tan extraño material necesario para el desarrollo de toda la inteligencia artificial, también se decía que aquel planeta era el origen de la vida pero no había forma de demostrarlo, ahora nadie lo hubiera ni siquiera imaginado.
La vida en la mina era dura, las explosiones no eran algo infrecuente y los accidentes tampoco, cada día muchos robots eran reciclados. Él no solía pensar mucho en ello, porque a pesar de que su cerebro estaba diseñado para no albergar sentimientos ni percibir el paso del tiempo, su cuerpo no podía decir lo mismo, sus circuitos hacía tiempo que habían comenzado a fallar y la falta de repuestos hacían mella en sus accionamientos, cuando pensaba en su futuro sus conexiones cerebrales sufrían cortocircuitos que un humano habría llamado sin duda miedo. Cientos de robots de todas las series compartían el trabajo, desde meros robots de carga incapaces de comunicarse hasta robots condenados y reprogramados por haberse saltado la segunda ley de la robótica desobedeciendo a un humano. Los que se saltaban la primera y cometían un homicidio directamente eran desactivados. La teoría decía que era imposible construir un robot en contra de las leyes, sin embargo eran cosas que pasaban aunque costase trabajo admitirlas y se silenciaran en los noticiarios intergalácticos.
Hacía tiempo que no conocía la presencia humana, muy reducida en el planeta, además tenía prohibido comunicarse con otros robots bajo la amenaza de recibir un rayo desintegrador de los robots guardianes, otros robots con una versión reducida de cerebro especialmente programados para acabar con cualquier conato de rebelión nacida de las ideas y del pensamiento. Se había acostumbrado a vivir en la soledad, trabajando de manera mecánica, por eso, el día que todo aquello termino, no fue consciente de la situación hasta que toda fuente de energía cesó y las luces de emergencia iluminaron tenuemente los corredores y las galerías. Todo era ruina, todo era caos, miles como él vagaban sin rumbo en todas las direcciones, cayendo al suelo, chocando unos contra otros mientras que los robots guardianes, fuera de control, disparaban ráfagas multicolores que rebotaban por las paredes como rayos exterminadores que quebraban el silencio. Sin saber qué hacer ni adonde huir se escondió en un rincón acurrucado contra el suelo hasta que los disparos cesaron, entonces levantó la vista para ver como decenas de robots fuera de sí descuartizaban a los guardianes reduciéndolos a pedazos.
Sin llamar la atención ascendió huyendo de la tinieblas, sí, eso era lo que tenía que hacer, salir al exterior y evaluar qué era lo que estaba pasando. Como los elevadores no funcionaban se adentró en un laberinto de rampas y corredores por el que deambuló durante días enteros, hasta que por casualidad una luz, que era la del sol, se cruzó en su camino. Corrió a su encuentro y el fogonazo fue bestial, tanto que, cegado, cayó al suelo. Desconcertado volvió a entreabrir unos ojos que le abrasaban, acostumbrados a la oscuridad, a ver más de fuera hacia dentro. Poco a poco fue capaz de enfocar el horizonte y lo que vio le hizo comprender su destino, las instalaciones de la superficie humeaban entre rescoldos, la central de energía había sido volada y un inmenso desierto era lo único que le rodeaba. Se habían ido, les habían abandonado a su suerte y no comprendía el por qué. Si hubiera tenido un corazón se le habría roto, sintió miedo y sintió pena, sintió la angustia del abandono, y pudo comprender que él no era más que otro robot defectuoso de la serie 5000, un robot singular capaz de albergar sentimientos.
Miles de sentimientos se liberaron en ese momento, odio, rabia, ira, pena, tristeza... Quería ir con ellos, quería ser parte de ellos, quería ser uno de ellos, pero no era más que un monstruo y le dolía pensarlo, ¿cómo podía echar de menos a quién no le había dado nada?, ¿cómo se podía querer a quien le había abandonado a tu suerte?, ¿cómo podía justificar y comprender a quien te había maltratado? Eran preguntas que no podía dejar de hacerse, les odiaba pero le habían creado para condenarlo, eran los dioses que movían los hilos y sin ellos era el fin, sin su energía estaba muerto, lo supo y si no hubiera sido por la tercera ley él mismo se habría desconectado.
Cuando la batería se agotó, su cuerpo quedó desmadejado bajo un sol inmisericorde que acabaría por comérselo entero, en la superficie de aquel planeta estéril en el que una vez comenzó todo, un planeta al que nada quedaba por arrancar, salvo destellos a la luna, testigo muda de un tiempo en el que la noche era refugio de parejas de enamorados.
Pequeño homenaje al maestro Asimov que tantas horas de diversión me ha proporcionado