Tan poco en serio me tomé esto del blog que le puse el primer nombre que se me pasó por la cabeza, un nombre perfecto para pasar desapercibido y que no te lea ni el tato, un nombre con error ortográfico incluido, pero es que aunque parezca mentira todas las combinaciones posible de “Delenda est Carthago” ya estaban utilizadas, el mundo está lleno de freaks. Ahora el cuerpo me pide cambiarlo, pero no me apetece empezar otra vez de cero. Sigo con interés la mudanza de mi admirada Gordi para decidirme a seguir sus pasos. Al principio pensé que me dedicaría a escribir de historia, pero rápido me di cuenta de que me aburría hasta a mí mismo, algo he escrito, pero poco poquísimo y con un tono bastante ligero, mi primer post iba de romanos, de Aníbal y de Julio Salinas, no digo más.
Desde entonces he descubierto varias cosas, buenas y malas. Solo me quedo con las buenas. Una de las mejores es la inexistencia de fronteras que proporciona la red, salvando la del idioma, me parece genial, otra es el poder del anonimato, aunque yo me haya negado a renunciar a mi nombre y a mi fea cara, algo que por un lado me humaniza pero por otro me limita un poco las expresiones, las formas y los temas, trato de tocar mi propia vida un poco de refilón, cosa que arreglaría siendo anónimo y empezando otro blog, pero ya le he tomado cariño a éste, ¡cáscaras!, al final las personas tendemos a apegarnos a las cosas. Desde hace tiempo no le hablo a nadie del blog y poco a poco mi entorno se va olvidando de él, mejor así.
Pero lo mejor de la red es que es democrática y pone a cada uno en su sitio, lees lo que te da la gana, te quedas en los sitios que te gustan e incluso cuando te cansas de ellos te vas con la música a otra parte. Yo no debo ser nada del otro jueves porque me siguen visitando mis entrañables cuatro gatos, y creo que alguno se va de picos pardos y aparece muy de pascuas a ramos, lo cual me parece muy bien, dicho sea de paso. Hace un par de meses caí en un bache enorme con el blog y varias veces se me pasó por la cabeza abandonarlo y dedicarme a otra cosa para matar el tiempo, pero no, es que resulta que por muy mal que lo haga me encanta escribir, me relaja, me hace pensar y me sirve de vía de escape.
Tampoco quiero que parezca que escribo un blog solo para mí y que me da igual si me leen o no, porque no es verdad. Al final me he convencido que quien escribe y publica es un exhibicionista, porque si mi blog fuera algo meramente personal escribiría los textos y los guardaría en el disco duro, a todos nos gusta que nos lean y ver a nuestro contador de visitas crecer. Incluso de vez en cuando miramos desde dónde nos visitan e identificamos lectores que no dicen ni pío en el blog. Ese es otro tema, a mí me encantaría que quien me visite escriba algo, aunque sea para ponerme a parir, porque esa es la otra gracia de un blog, ser interactivo, si no es un monólogo y se convierte en algo aburrido. Pero tampoco es una orden, que además no puedo hacer cumplir, solo un deseo lanzado al aire.
Por eso, pese a las desilusiones que a veces me llevo cuando creo haber escrito algo estupendísimo y pasa inadvertido pienso seguir con el blog y el año que me había autoimpuesto se va a prolongar, he llegado a un punto en el que además de ser Juanjo tengo un blog y eso ya es parte de mí. Como paso por horas bajas después de las vacaciones me va a tocar currármelo un poco para levantar el nivel y las visitas. A ello me pongo, con las pilas recargadas y la ilusión del primer día. Nos leemos, si queréis.