Ahora ya puedo decirte que odio que me llames millita, aunque realmente es lo único que odio de ti. Porque a alguien como tú solo se le puede querer, porque eres guapa, por fuera, que es lo más evidente, pero sobre todo por dentro, de llamar la atención, vamos.
Por qué alguien es más especial que otra persona es difícil de explicar, será cuestión de química o algo por el estilo, pero desde que te conocí has sido la niña de mis ojos en esa empresa que tan ingratamente te ha tratado, y sé que es algo recíproco, esas cosas se notan. Te escribiría mil tonterías de esas que suelo escribir yo para hacerte sonreír, pero hoy no me salen, de hecho solo me apetece esconderme aquí, en esta página de la que he hecho refugio y en la que solo tienen un hueco las cosas importantes, como tú. Por eso te escribo aquí y no en otro sitio, para poder recordarte siempre que lea la historia de este día de mierda, para recordar a esa niña de ojos marrones que escribe en los cuadernos con letra de colegio de monjas, que se pone solemne cuando habla en serio y que se ríe hasta de su sombra cuando es necesario, con ese acento mestizo que espero no olvidar jamás.
Antes, cuando me has llamado, me he vuelto de corcho, no me lo podía creer y me ha costado todo el día asimilarlo, me ha dolido en el alma porque me dueles, y no he sabido decirte palabras de consuelo que en ese momento no me salían, solo he podido abrazarte y te prometo que me hubiera pasado la mañana así para que llorases tranquila en mi hombro, pero no era el sitio, ya lo sabes, desgraciadamente sí que era el momento. Me parece mentira que no vayamos a comer ya juntos el miércoles, como habíamos planeado, lejos de miradas estúpidas que no habrían entendido nada si hoy me hubiese quedado a tu lado llorando, porque, joder, qué difícil se me ha hecho darme la vuelta e irme mientras que recogías tus cosas.
No quiero hablar del trabajo porque sería rebajarte demasiado, no te lo mereces, realmente lo del trabajo es lo que menos me preocupa porque ahora sí que puedo decirte sin que se te suba a la cabeza que eres buena de rabiar, te lo prometo, es verdad de la buena, si alguien no lo ha visto desde luego que peor para él, hoy ha metido la pata y solo espero que un día tenga motivos suficientes para darse cuenta de ello. Sé que te va a dar pereza empezar de nuevo, pero hay que hacerlo, cuando te apetezca, mientras disfruta de esos dos soles que tienes y no dejes que te vean ni un día de bajón, si me entero te voy a dar para el pelo. Seguro que antes de que todos nos demos cuenta ya estás trabajando, si no es así es que todos los recursos humanos del planeta se han vuelto absolutamente locos.
Te vas y no he tenido tiempo de buscarte ese parecido razonable que te había prometido, a lo mejor porque no te pareces a nadie, al menos no a nadie que yo hubiera conocido, y lo supe desde que muy educadamente en un correo me pediste, sin conocerme y de usted, eso sí, ayuda para especificar bien vete a saber qué cachivache que ahora me importa un pimiento. ¿Quién nos lo iba a decir, verdad?, quién me iba a decir que un día como hoy, Dewcita, te echaría tantísimo de menos.