domingo, 28 de febrero de 2010

Blas de Lezo y Olavarrieta


Cuando me decidí a escribir un blog tenía clarísimo que en él hablaría mucho de la historia y de sus personajes, no hay más que ver el nombre del mismo y mi segundo post, pero me equivoqué, es más divertido leer historia que hablar de ella, no obstante de vez en cuando haré una excursión por la misma, como hoy, porque toca hablar de Blas de Lezo. Vaya por delante que la gloria militar me la pela, pero este Blas de Lezo era un crack. No es que se me hinche el pecho de orgullo pensando en el heroico imperio español pero claro, si lo comparo con lo que me parecen los ingleses y su imperio Blas de Lezo me hace casi llegar hasta el orgasmo. Lástima que somos un país acomplejados porque al bueno de Blas no le conoce ni el tato, si hubiera sido inglés posiblemente Nelson a su lado sería un particular.

Blas de Lezo nació en 1689, luego era un vasco pre sabiniano, ¿qué quiere decir eso?, pues que se creía español y como tal se vio envuelto siendo un adolescente en la guerra de sucesión española del lado de los borbones. Dejando a un lado gibraltares, onces de septiembres (el de la Diada no el de Bin Laden) y demás acontecimientos que aún nos siguen marcando trescientos años después, esa guerra fue de lo más interesante. Porque tuvo que ser de las últimas veces que España pintaba algo en el mundo, ahora no creo que nadie plantease una guerra para quedarse con las infantas y cuatro millones de parados, pero entonces era un bocado de lo más jugoso y apetecible. El premio que nos tocó fue la flor de lis y una dinastía de reyes débiles e incompetentes (perdóname Carlos III) que llevan el Bourbon hasta en el apellido.

A Blas de Lezo se le conocía como Patapalo, o como Mediohombre y es que el pobre tenía cierta predisposición a hacer de diana humana. En una batalla naval siendo aún guardiamarina una bala de cañón le rebano la pierna izquierda y poco después una esquirla le reventó el ojo izquierdo. Así quedó de joven, cojo y tuerto, pero con gran sentido táctico que se las hacía pasar moradas a los ingleses que trataban de dominar el Mediterráneo, y no solo los burlaba, sino que apresó al mando de una fragata once barcos de la pérfida Albión. De esa manera a los 24 años llegó a capitán de navío. Ser capitán no le hizo más hábil a la hora de esquivar proyectiles y un año más tarde una herida le inutilizó el brazo derecho, de manera que a los 25 años ya estaba cojo, manco y tuerto.

Pero él siguió a lo suyo y fue destinado a limpiar de piratas el Caribe (con la pinta que debía tener seguro que acojonaba hasta al mismísimo Jack Sparrow) y después hizo lo mismo con los Mares del Sur, para entendernos es más o menos lo que ahora son las costas del Perú. No le tuvo que ir mal porque volvió a España y fue ascendido a jefe de la escuadra del Mediterráneo, su primera misión fue ir a ponerle las pilas a Génova que estaba sacando los pies del tiesto. Además de una compensación económica exigió como desagravio un homenaje a la bandera española, vivir para ver, creo que la casa real está estudiando clonarle en plan parque jurásico para que les acompañe a todas las finales de copa del rey a ver si así se libran de algún abucheo indecoroso. También le dio lo suyo y lo de su prima al infiel, tomando incluso Orán para gran disgusto de los turcos.

A los 35 años le nombraron teniente general de la armada y le mandaron de vuelta a América, allí se instaló como comandante general de Cartagena de Indias, plaza clave en el comercio de América con la península y muy codiciada por los ingleses que desde hacía tiempo disponían de cierta supremacía naval. En 1741 fue sitiada por un tal Vernon que utilizó como vil excusa que un barco corsario capitaneado por un tal Robert Jenkins fue apresado por un marino español de nombre Julio León Fandiño. Fandiño le corto la oreja a Jenkins mientras que le decía “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”, en mi opinión una grosería. Si el rey inglés de la época era ascendiente del príncipe Carlos hubiera necesitado Fandiño la ayuda de una motosierra para cercenar tan elefantiásico apéndice.

Total que en Cartagena de Indias se presentó la flota inglesa dispuesta a darle una soberana paliza a los españoles, era la escuadra de guerra más grande jamás reunida, nada menos que 186 barcos (60 más que la armada invencible), 2000 cañones y 23000 combatientes. Lezo contaba para defenderse con 6 barcos, 3000 hombres y 600 indios flecheros que debían tener la misma puntería con las flechas que mi madre con una zapatilla, es decir, eran prácticamente infalibles. Más de 15 días aguantaron el bombardeo de los ingleses y viendo la situación perdida Lezo mandó volar sus buques para bloquear el paso de la bahía y se replegó a la Fortaleza de San Felipe de Barajas para resistir el asedio hasta la muerte.

Vernon logró entrar en la bahía sabiéndose ganador y da la orden de asaltar la fortaleza que ya solo defendían 500 hombres, pero comete un error de principiantes, digno de los diferentes captores del Equipo A, las escalas de asalto son cortas. De esta manera quedan debajo de las murallas a merced de los defensores que se dan un festín a su costa, mueren a cientos y muchos más vuelven heridos a las embarcaciones. No les quedan ganas de seguir intentándolo por tierra y continúan el bombardeo un mes más, pero sucede lo que en la época es inevitable, aparecen las enfermedades a bordo de los barcos de manera que el cólera y el escorbuto arrasan con la marinería. No les queda más remedio que izar velas camino de Jamaica con el rabo entre sus blancas piernas. Dice la leyenda que Vernon gritaba “God damn you Lezo” en su retirada, lo que traducido al cristiano viene a ser algo así como “Qué te folle un pez Lezo”.

Fue un duro golpe para los ingleses cuyo rey prohibió que se hiciese cualquier tipo de referencia a tamaño bochorno, a pesar de que ya había emitido de antemano monedas y medallas conmemorativas de tan suculento acontecimiento. Pero no fue así y gracias a esta victoria se mantuvo la hegemonía Española en América medio siglo largo más, hasta que en Trafalgar la flota fue aniquilada y los ingleses se hicieron dueños y señores de los mares.

Blas de Lezo murió en Cartagena de Indias poco después de la batalla victima posiblemente de la peste, tras su muerte cayó en el olvido sin merecerlo porque a mí me parece digno de ser recordado. Va por ti Blas.

viernes, 26 de febrero de 2010

Ser guay


Yo no soy guay, a pesar de que ser guay es algo vocacional y casi un oficio para mucha gente. Gente que tiene una vida maravillosa, un trabajo interesantísimo, unos niños guapos y cultos, unos cónyuges comprensivos y un perro de una raza rara japonesa que les lleva el Financial Times los domingos a la cama. Sea verdad o mentira esa es la sensación que dan y todos en un momento de debilidad queremos ser como ellos. Gente que siempre está espléndida aunque acaben de cruzar un huracán o el Sinaí, que al sonreír enseñan todos los dientes y son tan blancos que te provocan un ataque epiléptico, que van al gimnasio todos los días y casi ni sudan, que tienen millones de amigos y presumen de una vida social digna de una estrella de cine.

La gente guay está por todos los lados, algunos moran en la tierra pero la mayoría habitan en las nubes, nubes de algodón de azúcar en la que retozan angelitos asexuados, donde suena de hilo musical los grandes éxitos de Björk y proyectan en sesión continua un ciclo de cine iraní y surcoreano. La gente guay no anda como los demás, simplemente levita porque son seres que están por encima del bien y del mal, ya pueden caer bombas de racimo a su alrededor que no será su problema, no por falta de sensibilidad, es que simplemente no se dan cuenta. Son como una especie de secta secreta infiltrada en la sociedad porque todos tenemos familiares, amigos, compañeros de trabajo y hasta vecinos guays y encantados de conocerse.

Ser guay es la quinta esencia del buenrollismo, del intentar que todo parezca edulcorado y caramelizado por muy mal que huela alrededor, de ignorar la realidad del mundo y vivir con los ojos mirando hacia dentro como si fuésemos ciegos atrapados en el país de las maravillas. Porque la gente guay vive en su planeta virtual del que es imposible sacarla, siempre tratarán de auto convencerse de que la maldad en el mundo no existe y de que los problemas son aquellas cosas insignificantes que les suceden a los demás y de que nada es para tanto. Por eso, cuando algo realmente malo les sucede su mente se desconecta porque no puede asimilar la verdad del mundo y sufren de amnesia selectiva para amputar de su cerebro ese recuerdo no deseado.

Son motivos más que suficientes para no acabar de fiarme de la gente guay, no me la creo. Me gusta la gente con los pies bien plantados en el suelo, gente que llora y suelta maldiciones cuando le va mal y se embriaga de felicidad cuando la fortuna le sonríe. Porque los guays me dan mucha grima y hasta miedo, porque nunca levantan la voz ni chillan hasta no parecer humanos, no muestran más sentimiento que el de su felicidad y su optimismo, y yo, que me he vuelto desconfiado a base de palos y de fracasos, nunca les doy la espalda temiendo que en ese momento se les caiga la máscara y acabe con un cuchillo de cocina clavado entre los omóplatos.

Por eso yo no soy guay, ni pretendo serlo. Yo no quiero ser amigo de todo el mundo y no quiero caerle bien a toda la gente. No quiero tener una frase de cumplido para cada persona y para cada situación, no me provoca ataques de ansiedad saber que alguien no me soporta, no me quita el sueño que la gente crea que soy borde, mordaz y desagradable. No quiero que el mundo sea perfecto y acepto la injusticia y el dolor como el reverso de una moneda que caprichosamente puede ir aleatoriamente cayendo de un lado o de otro, sin pedir explicaciones ni sorprendiéndome de nada. Porque para mí las nubes no son más que vapor de agua y los angelitos son sátiros descarriados que follan como conejos. Y no molo mazo, ni siquiera molo mil, no me importa.

lunes, 22 de febrero de 2010

Cuentos infantiles


Desde que soy padre en prácticas no me ha quedado más remedio que desarrollar la paciencia y también la imaginación. Porque hay que armarse de paciencia y de imaginación para entretener a un niño tan activo como el mío (pero me encanta). Al principio me conformaba con ir tirando de los cuentos populares y los que vienen en libritos con versiones resumidas para niños, por poner un ejemplo puedo citar a “El Mago de Oz”. El problema es que cuando se lo has leído tres veces él, por decisión propia y espontánea, llega a la conclusión de que el mago es tonto, Dorotea es tonta (odio el nombre de Dorothy), el león es tonto y el hombre de hojalata y el espantapájaros dan mal rollo.

Por eso he comenzado a contar cuentos imaginarios, espontáneos e interactivos. Es mucho más divertido ir inventado el cuento sobre la marcha, escoger a los personajes por consenso y dar giros absurdos a la trama según esta avanza, introducirse en el mundo de la lengua de trapo y los pensamientos limpios es una terapia estupenda cuando el resto del día una vive en el mundo de la lengua viperina y los pensamientos sucios y malintencionados.

Cuando le digo a Dani que le voy a contar un cuento se vuelve loco de contento, manda el Lego a la porra y se olvida de los dibujos de la tele, salta de un brinco a mi lado y pone ojos como platos esperando la siguiente ocurrencia de su padre. Hay que tener una gran vena de actor para satisfacerle y además es imprescindible hablar despacio y con aire misterioso, exagerando cualquier cosa, por insignificante que parezca y sobre todo ahuecar más la voz, lo cual en mi caso significa poner voz de locutor de documentales de osos hambrientos pescando salmones extenuados
.
Él corresponde haciéndose el sorprendido y contestando “Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii????” con ojos como platos cada vez que algo sucede en la historia, por insignificante que sea, “el niño se llamaba Pepito”, Siiiiiiiiiiiiiiiii????, público más agradecido no puede haber. Le encantan las historias con animales, si yo le digo que le voy a contar un cuento de un príncipe enseguida el me dice que tiene un caballo y yo añado un dragón para darle algo de sustancia al asunto, pero no sé donde ha aprendido que los dragones se comen a los caballos y por eso hay que matarlos con una espada, natural. En mi generación los dragones se podían comer a los caballos y se les podía atravesar y hasta darles dos descabellos sin el menor problema, pero yo soy un padre del siglo XXI y resuelvo los problemas de otra manera. El príncipe, como si fuera el de Beckelar, le ofrece galletas al dragón, que no es que sea malo, es que tiene hambre. Éste muy agradecido se hace amigo del caballo y todos comen perdices, aunque a mí lo que me pide el cuerpo es que el dragón despedace al príncipe, que por algo soy republicano, pero no es políticamente correcto.

Si le digo que le voy a contar un cuento de una ballena y le propongo que él ponga otro personaje me sorprende nominando a la Gallina Turuleca, sí, habéis leído bien, gracias a Miliki y a mis padres la puñetera gallina me va a perseguir hasta el final de mis días, porque le veo cantándole la cancioncita de marras a mis nietos. Y es que las canciones de Miliki le encantan, sospecho que esconden mensajes subliminales que solo puedes entender si tienes menos de cinco años, luego se te olvidan para volver a reactivarse como una bomba del tiempo cuando tienes un hijo, palabra de honor, el que no recuerde “En el auto de papá” que no se preocupe, en cuanto tenga un niño se actualizará automáticamente como si se tratara del Windows XP, un día se despertará y allí estará la canción.

Total, que hay que montar una historia con una gallina, una ballena y en el último momento Dani sube la apuesta y añade un tiburón llamado Peteto, porque todos los cuentos con un tiburón son mejores, y Peteto debe ser un nombre maravilloso que va repitiéndose de cuento en cuento. Os ahorraré los detalles del cuento, pero al final todo acaba igual, el tiburón se tiene que comer a la gallina y a la ballena. Es curioso que todos los cuentos terminan con un bicho comiéndose a alguien. Cuando rendido estoy a punto de admitir que los tiburones han nacido para devorar cetáceos y gallináceas él me dice muy decidido “nooooooooooooo papi, dale galletas”.

Y es que Dani tiene razón, el mundo con más galletas sería un lugar mejor.

sábado, 20 de febrero de 2010

Mis problemas con las mujeres


Como decía Loquillo:

Hay cosas que un hombre nunca llega a saber
Los deseos ocultos de una mujer


Sí, efectivamente, creo que es así, pero como para todo en esto también existe una escala y no todos los hombres llegamos a un grado similar de conocimiento. Están los que son los putos amos, vamos, los reyes del mambo, yo ignoro si les va bien porque lo saben todo, porque están buenísimos o porque emiten un olor corporal que toca algún contacto en el cerebro femenino que hace caer todas las barreras, las emocionales y las físicas. Yo les envidio mucho. En el otro extremo estamos los setas, seres que autodenomino así porque no somos ni animales ni vegetales ni nada de nada, simplemente no existimos, además no estamos buenos y el olor que debemos emitir es el de izar el puente levadizo, atrancar la puerta y soltar a los cocodrilos en el foso. Si fuésemos a rescatar a la princesa secuestrada en la torre, ésta pagaría a sus carceleros con su dote y hasta con su virginidad por acertarnos un flechazo entre ceja y ceja.

Cuento todo esto por puro despecho hacia mi yo post-adolescente porque vaya por delante que desde hace tiempo ya no juego a este juego de rescatar princesas desagradecidas, para beneficio de mi estabilidad mental y mi autoestima, eso sí, pero aunque no lo juegue sí que lo sigo observando, por interés científico, casi como el que va a clase de oyente para tomar apuntes.

Fui un adolescente que no estaba nada preocupado por las chicas, aún no me lo explico pero era así, además era tres años menor que mis amigos por lo que no pasaba de la categoría de mascota, alguien sin el menor interés para las chicas que se arrimaban al grupo y el sentimiento era recíproco. Después cuando me entraron los picores propios de la edad no sabía aplicar bien las reglas del juego y además en el reparto yo estaba convencido de que me habían dado muy malas cartas. Y es que en aquel tiempo las mujeres para mí eran algo sagrado e inaccesible, ellas tenían el poder absoluto y como los emperadores en el circo un gesto de su pulgar te podía mandar al cielo o al infierno. Me pasaba las horas pensando en qué tenía que hacer para tener una oportunidad y que alguna despistada cayese rendida a mis pies, por supuesto me equivocaba, ya me podía haber disfrazado de vaca alienígena que no hubiera llamado más la atención de nadie, ese era el error, creer que tenía que hacer algo especial y no ser yo mismo.

Cuando me empecé a aburrir de ser ignorado cambié de táctica me volví absolutamente borde, era mi versión patética del seamos misterioso, con ello conseguí lo evidente, empeorar las cosas, además de invisible era desagradable, y me parecía estupendo. Una pena porque fueron años perdidos en mi evolución pokemon. Porque sí, un día como los pokemon sufrí una evolución y fue para mejor, evidentemente. Descubrí que la misma energía que utilizaba para encontrar la frase más borde e hiriente la podía emplear en encontrar una frase ingeniosa y que hiciese reír, la mala leche es parte del lote, si no yo no sería Juanjo ML, pero es verdad que se puede emplear de muchas maneras. Y todo cambió, bueno, menos en lo fundamental, seguí sin comerme un rosco.

Porque cuando por fin alguien mostró algo de interés en mi persona yo no sabía qué hacer. Si una chica me invitaba a su casa a cenar y ver una peli pues yo iba, cenaba y veía una peli. Si otra me metía dentro de un probador para consultarme qué tal le quedaban unos vaqueros pues yo la decía que bien (aunque estaba mejor sin ellos). Y si una tercera, diez años mayor que yo, me llamaba para ir al cine y después tomar algo eso era precisamente lo que sucedía, ahora siento el rubor del pardillo y comprendo porque no me volvían a llamar para una segunda cita.

Pero era un comienzo, y a partir de entonces comenzaron mis verdaderos problemas con las mujeres, para bien y usualmente para mal, algo que yo consideraba una tragedia y de la que ahora me descojono, porque paradojas de la vida, resulta que hoy en día yo me llevo con las mujeres estupendamente. Vivir para ver.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Monstruos al volante


Conducir por Madrid debe ser una delicia, que sí, no es coña, pero si eres el chófer del rey y unas motos te escoltan mientras que otras van cortando el tráfico a tu paso. En caso contrario eres hombre (o mujer) muerto. Por si no fuera difícil convivir en unas calles y carreteras habitualmente colapsadas y tener que sufrir la nieve, la lluvia y la niebla invernal, nosotros, los avezados conductores, ponemos mucho de nuestra parte para que sea mucho más divertido compartir esas horas perdidas al volante camino del trabajo.

Tengo fichados a diferentes tipos de conductores, aunque seguro que existen más y este post se puede ir completando, pero de momento voy a hablar de algunos grupos que llaman mi atención, todos ellos son unos campeones.

El Acosador: Su perfil es un hombre de mediana edad que conduce un BMW oscuro. Es uno de los reyes de la carretera, pero no ocupa la punta de la pirámide, el resto de los vehículos le son tan molestos como los conos de los carriles reversibles. Si osas cruzarte en su camino serás victima de ráfagas de luces y cuando mires por el retrovisor podrás verle hasta los empastes mientras te grita “apártate sucio gusano”. Es un ser despreciable que merece ser devorado por una jauría de hienas hambrientas o acabar en las redes de la benemérita, lo mismo da.

El Empanao: Es un ente recién llegado de otro planeta, o por lo menos tiene pinta de eso, de no enterarse de nada. Solo sabemos de él que ocupa el primer escalón de la pirámide y que es de ideología progresista, vamos de centro o de izquierdas porque por la derecha jamás le verás circular. Además a su ritmo infernal de 85 por hora en la autopista le veras conducir tomando una postura defensiva en guardia a dos centímetros del volante, porque claro, a esa velocidad puede suceder cualquier cosa. Su relación con el acosador es la misma que tiene un león con una gacela pero si fuera una película no sería otra que “no me chilles que no te veo”.

El Cobardica: Es un especialista en librarse en el último momento, tiene la habilidad de ir a toda leche por la autopista y justo en los últimos cien metros antes del radar suele clavar frenos para despistar a las autoridades. Es el mismo bragazas que si ve un coche de la benemérita a 119 puede adelantarle durante diez minutos escrupulosamente a 120. Personalmente le desprecio, no vale ir avasallando al personal y luego cagarse delante de los radares, si tienes huevos u ovarios demuéstralo hasta el final, que unos euros y unos puntos no castren tu personalidad.

El Pachulomipirulo: Aunque podría confundirse con el acosador no está claro que sean de la misma especie, coinciden en una cosa, tú sobras en la carretera. Este espécimen basa su poder en el tamaño de su coche por lo que gusta de conducir un todoterreno aunque existen versiones proletarias al mando de furgonetas de reparto y camiones de ocho ejes o autobuses de pasajeros. Son especialistas en cambiar de carril exista hueco o no, ya frenarás tú, en saltarse las rotondas porque en su opinión el código de circulación sobra y la única ley aplicable es la del peso máximo autorizado.

El Gusiluz: Es un espécimen que generalmente sale de su madriguera en invierno, sobre todo cuando llueve o hace ligera niebla. No importa que vayas en un atasco y le tengas solo medio metro delante de ti, él tendrá puesto su antinieblas dando por saco y dejándote ciego, no tiene piedad. También le podrás ver con circulación fluida y ligera niebla, no importa si ves perfectamente a medio kilómetro delante de él, su coche tiene antiniebla trasero y él va a usarlo, si no te gusta te jodes.

El Buitre Carroñero: Esperar no se ha hecho para él, le reconocerás fácilmente. Además siempre negara que es un ser despreciable y se jactará de que hace lo correcto, lo dice de corazón porque el mundo más allá de sus retrovisores es tan virtual como el país de nunca jamás. Si en su afán de desincorporarse en el último metro ralentiza todo su carril eso ya no va con él, si se mete de manera cutre salchichera haciendo frenar a todos los que pacientemente esperan su turno pues que les den, que para eso son seres débiles, torpes y molestos. No sé si alguna vez en un acto de autocrítica habrán pensado cuanto colaboran en formar los atascos aunque personalmente lo dudo.

El Misterioso: Con él la conducción se hace de lo más divertida, jamás advierte a los demás de lo que piensa hacer, esto lo combina con una rara habilidad para ignorar tus propias advertencias porque está claro que si él no da pistas no piensa fiarse de las tuyas. Los intermitentes solo los utilizan el día que van a pasar la ITV y muchas veces se los tiene que poner el iteuvista porque ni se acuerdan de cómo se encienden. De todas formas sabe que las bombillas lucen porque pone las emergencias cuando aparca en doble fila. Cuando menos lo esperas cambia de carril sin avisar utilizando esa debilidad que tú llamas distancia de seguridad o simplemente para repentinamente en medio de la calle para ir a recoger a los niños sin la más mínima advertencia. Para ellos todo es evidente.

El Competitivo: Él no salé por la mañana del garaje, él sale de boxes. Él no para a echar gasolina, él pasa por el pit lane. Él no espera delante de los semáforos, él está en la parrilla de salida. Él no acelera cuando tu intermitente para cambiar de carril para no dejarte pasar, no, él simplemente trata de mantener la posición. Él no llega al trabajo aparca y ficha, él necesita que el vigilante le enseñe la bandera de cuadros. Para eso tiene un bólido de tropecientos caballos, llantas de aleación y volante deportivo.

La Benemérita: Son los reyes de la selva, depredadores naturales, son la punta de la pirámide y lo saben, por donde pasan imponen respeto y terror. Son cazadores compulsivos y muy profesionales, conocen todo tipo de trucos para cobrarse una presa, las trampas y las emboscadas, el camuflaje, la caza directa, solitarios, en parejas, en jauría. Son los putos amos y nosotros simplemente carne que calme ese hambre atrasada que les devora por dentro.

domingo, 14 de febrero de 2010

Canciones de amor

Con lo importante que es para mí la música creo que ni la he mencionado jamás en el blog, como pequeño desagravio y aprovechando que es San Valentín aquí van unos videos con versiones del amor alternativas.

Bruce Springsteen: The river
We went down to the courthouse
and the judge put it all to rest
No wedding day smiles no walk down the aisle
No flowers no wedding dress
Porque no siempre es de color rosa
http://www.youtube.com/watch?v=7HxZKa4NwGo

Dire Straits: Romeo & Juliet
When you can fall for chains of silver,
You can fall for chains of gold,
You can fall for pretty strangers
And the promises they hold
Porque no siempre es eterno
http://www.youtube.com/watch?v=QVbd9wd9rrg

The Cure: Maybe someday
I'll see you smile as you call my name
Start to feel, and it feels the same
And I know that maybe someday's come
Maybe someday's come...
Porque no siempre es posible
http://www.youtube.com/watch?v=dXApkUvP7Do

REM: Everybody hurts
Well, everybody hurts sometimes,
Everybody cries. And everybody hurts sometimes
And everybody hurts sometimes. So, hold on, hold on
Porque no siempre nos hace felices
http://www.youtube.com/watch?v=IPZzWYkdS6Y

Billy Joel: Just the way you are
Don't go trying some new fashion
Don't change the color of your hair
You always have my unspoken passion
Although I might not seem to care
Porque no siempre es así de desinteresado
http://www.youtube.com/watch?v=QPiK_yGG8ag

Fleetwood Mac: Go your own way
Loving you isn't the right thing to do
How can I ever change things that I feel?
If I could, maybe I'd give you my world
Porque no siempre es correspondido
http://www.youtube.com/watch?v=0GN2kpBoFs4

Leonard Cohen: I’m your man
If you want a lover
I'll do anything you ask me to
And if you want another kind of love
I'll wear a mask for you
Porque no siempre es digno
http://www.youtube.com/watch?v=tKjSr1zOTq0

Rod Stewart: Maggie May
Oh Maggie I wish I'd never seen your face
You made a first-class fool out of me
But I'm as blind as a fool can be
You stole my heart but I love you anyway
Porque no siempre nos conviene
http://www.youtube.com/watch?v=tlWpnLdPwvk

Queen: Crazy little thing called love
This thing called love
I just can't handle it this thing called love
I must get round to it I ain't ready
Crazy little thing called love
Porque nos puede volver locos
http://www.youtube.com/watch?v=MrelPOP518g

The Beatles: All you need is love
All you need is love, all you need is love,
All you need is love, love, love is all you need.
Love, love, love, love, love, love, love, love, love.
Porque todo no es suficiente
http://www.youtube.com/watch?v=NzJ2NKp23WU
EDITO Por aportaciones de ND
Ornella Vanoni: L'appuntamento
Sto aspettando quando ad un tratto ti vedrò
Spuntare in lontananza
Amore, fai presto, io non resisto
Se tu non arrivi non esisto
Non esisto, non esisto
Porque muchas veces te sientes perdido sin alguien
Bruce Springsteen: Brilliant disguise
Now you play the loving woman I'll play the faithful man
But just don't look too close into the palm of my hand
We stood at the alter the gypsy swore our future was right
But come the wee wee hours maybe baby the gypsy lied
So when you look at me you better look hard and look twice
Is that me baby or just a brilliant disguise
Porque hay veces que, aunque no tenga sentido, sigues queriendo

viernes, 12 de febrero de 2010

¿Cuándo va a ser la última vez?


Llevo unos días dándole vueltas a una cosa y seguramente que es otra de mis elucubraciones sin la mayor importancia, una gilipollez con todas las letras y un coñazo, debe estar relacionado con la crisis de los cuarenta a pesar de que aún me quedan unos añitos, no muchos, para sufrirla, aunque yo soy tan original que puedo tener la crisis de los cuarenta a los treinta y seis. Lo siento por mis escasos lectores, a los que de vez en cuando castigo con un peñazo como éste, pero la misión del blog es principalmente ahorrarme el psicoanalista, así que si a partir de ahora alguien le pega a la cruz de cerrar la ventana lo entenderé perfectamente.

Eso que ronda por mi cabeza es la teoría de la relatividad, casi nada, esa que dice que la percepción del espacio y el tiempo depende del estado de movimiento del observador o es relativa al observador. En este caso el observador soy yo y aunque sea incapaz de viajar a una velocidad cercana a la de la luz tengo que dar la razón a Einstein, el tiempo es relativo, dicho sencillamente, creo que el paso del tiempo no es tan constante como puede hacer creer el segundero de un reloj suizo.

Es decir, por mucho que el Sistema Internacional de Unidades diga que un segundo es la duración de 9.192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del
isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0 K, yo no me lo trago. O eso o el cesio cada día oscila más rápido. También hay que tener un par de cojonazos para aseverar con tal rotundidad esa cifra, seré ingeniero pero me río de los del cesio en su cara. Yo mismo podría dar mis propias definiciones de segundo y nadie me las podría discutir. Por ejemplo, un segundo es:

- La mil millonésima parte del tiempo que tarda en devolverme hacienda un dinero que es mío.
- La centésima parte del tiempo que tardo en aburrirme cuando llego al trabajo.
- Diez veces el tiempo que tardaría Michelle Pfeiffer en mandarme a freír monas si la propusiese amor eterno.
- Mil veces el tiempo que tarda mi banco en cobrarme una comisión por un recibo devuelto aunque sea culpa suya.

Si la gente se traga lo del cesio lo de Michelle Pfeiffer debería ser ley.

Pero volviendo al tema del tiempo, recuerdo los años del colegio como eternos, los días eran largos y los meses no terminaban nunca, parecía que el tiempo no avanzaba y que todos éramos inmortales. Pero según iban pasando los años el tiempo iba acelerando, los días acortándose (aunque el sol sigue oficialmente poniéndose y saliendo a la misma hora) y las estaciones a sucederse como si giraran dentro de la ruleta de la fortuna. Y todavía cuando los años comenzaban en septiembre y se catalogaban por el número de un curso tenía una referencia a la que agarrarme, el año de COU está fijo en mi mente y recuerdo perfectamente que hice y con quien me juntaba, que fuese 1991 es anecdótico. ¿Pero el 2004? Comienza a ser difícil diferenciarlo del 2003 o del 2005, todos ellos se empiezan a parecer como gotas de agua.

Y a pesar de todo me permito el lujo de malgastar el tiempo como si fuera infinito, como si todo lo que tengo al alcance de la mano fuera a permanecer allí siempre. Me trago la falsa ilusión de que no existe ninguna diferencia entre un día y otro, de que no estoy perdiendo nada cada día que el reloj me saca de la cama. Y encima soy tan imbécil de desear que cinco de los días de la semana pasen lo más rápido posible como si estuvieran malditos, cuando el único que se está consumiendo soy yo. Creo que aquí es donde encuentro la explicación a la teoría de la relatividad, el tiempo varía porque yo, el observador, no soy el mismo.

Está clarísimo y a pesar de ello vivo como si no fuera a existir una última vez, y no me refiero a la gran última vez en la que las hojas del calendario dejarán de caer para mí, me refiero a la última vez que sucederán montones de cosas a las que no estoy valorando como se merecen. Me refiero a cosas tontas y cotidianas como cuándo daré los buenos días por última vez a ese compañero que me cae genial y que tal vez mañana cambie de trabajo, a la última vez que veré ese programa de televisión que me gusta o escucharé esa canción que me pone los pelos de punta. Pero también a cosas realmente importantes como cuándo será la última vez que veré a mis padres o mi hijo me dirá te quiero. No lo sé y vivo como si no tuviera importancia, ¡qué triste!, soy un membrillo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Ser gordo sigue siendo una maldición


Lo he vuelto a hacer, he vuelto a engordar. No tanto como para parecerme de nuevo al tío que me mira con cara de luna llena desde mi carné de identidad (¿por qué coño los hacen para diez años?) pero si lo suficiente como para no reconocerme en el tío con cara de lechuguino que me mira desde el pasaporte. Lo más curioso es que la foto del pasaporte era la misma que la del DNI pero empecé a asustarme cuando en los aeropuertos me miraban con cara de ¿a quién le has quitado la documentación? y desde mi subconsciente algo me obligaba a inflar un poco los mofletes delante del policía de turno. Así que el pasaporte misteriosamente desapareció porque no me apetecía mucho quedarme retenido en un aeropuerto, vete a saber en qué lugar del mundo, sin otra misión que comer hasta engordar los cincuenta kilos que me harían reconocible ante la autoridad.

¿Qué hace que mi vida sea un continuo tobogán de kilos y masa?, ¿por qué tengo un fondo de armario que incluye un vestuario completo en cuatro tallas diferentes? Pues fundamentalmente la mala suerte, una triple combinación de hechos que me llevan directamente hasta un accidente cardiovascular y no existe suficiente Danacol en el mundo que lo pueda remediar.

Primero, soy diesel, no consumo nada, soy un jodido superhombre, estoy genéticamente programado para metabolizar hasta la última caloría que se atreve a caer en mi estómago, la proceso, la almaceno pero no la consumo. Lástima que vivamos en un mundo en el que es más barata una hamburguesa que unos tomates, hoy los pobres son gordos y los ricos delgados y modelados en un gimnasio, es de locos. Pero si hubiera una guerra y nos quedásemos sin víveres os vería morir a todos, sin excepción, no es ni un deseo ni una esperanza pero si un consuelo. Con 1200 kilocalorías me apaño, está medido, es un hecho y una condena.

Segundo, soy más feliz delante de un chuletón que un niño en una piscina de bolas, es así y no me avergüenza reconocerlo, lo que me lleva los demonios es el plato de menestra que me meto todos los días entre pecho y espalda sabiendo que alguien se come mi chuletón y después se pone unos pantalones de la talla cuarenta. No creo en la justicia, básicamente no creo en nada. Porque me gusta comer, disfrutaría si en lugar de boca tuviese un embudo por el que no dejasen continuamente de caer jugosos estofados, arroces melosos empedrados con sabrosos mariscos, legumbres hechas con amor y a fuego lento, flanes con nata caseros, bombones y confituras. Todo esto debería pasar por mi cuerpo y no dejar rastro de su presencia, pero no es así y cada bocado se vuelve un reproche y cada digestión un boleto más para la rifa de un nicho alquilado por diez años en el cementerio municipal.

Tercero, y la peor, la que haría a las dos anteriores insignificantes, la ansiedad que de vez en cuando me atenaza y que me arrastra como una espiral al sumidero. La ansiedad es el peor monstruo que puede habitar dentro de uno, es esa sensación de tener millones de hormigas dentro molestando a miles de gatos furiosos que no saben cómo escapar de nuestro cuerpo. Es la sensación de no poder más, de necesitar que nuestra alma se libere de su envoltorio carnal pero sin encontrar nunca la salida, es la angustia más absoluta tomando el mando de nuestro cerebro. Y yo que nunca he tomado ni una miserable pastilla que me libere de ella lo arreglo todo comiendo, compulsivamente, como si no existiese un mañana, peor aún, como si me diese igual que existiese un mañana y es horrible porque después del impulso inicial que me arrastra hacia la nevera viene la culpa, la rabia y la depresión, el me da igual todo, el no puedo más con la vida.

Y no escribo para dar pena porque no existe nada en el mundo que me toque más las pelotas que dar pena, y menos por mi sobrepeso. Porque ser gordo no me hace ser más simpático, no me hace ser mejor persona, no tengo una belleza interior digna de destacar atrapada en mi tejido adiposo, no soy ni más inteligente ni más interesante, simplemente soy más voluminoso porque nada tiene que ver la acumulación de grasa con la capacidad intelectual, y quien se crea todas esas patochadas sacadas del manual del gordo feliz no solo se confunde sino que además me ofende. Y nada lo va a remediar, soy así y así terminaré mis días, han pasado ya seis años desde la famosa frase que me retumba en la cabeza, “si sigues así no sé si vivirás cinco años más, pero diez no”, cuatro años más y me saldré con la mía. Lo que pase en el año once me importa un huevo.

domingo, 7 de febrero de 2010

ECC – Los I juegos ibéricos


Año 2599. “Alcorcón 4-0” es ahora un barrio residencial de la colonia “Madripolis”, capital de los “Estados Confederados Castellanos” (ECC), pequeño estado mesetario que hace varios siglos formaba parte de un país llamado España. Hace siglos que desapareció cualquier tipo de referencia a todo aquello, vivimos años de ignorancia y barbarie tras la quema de bibliotecas, museos y universidades. Sin embargo y a pesar de la inquisición esgaeliana algunos relatos han ido pasando de padres a hijos para perpetuar nuestra historia, aunque muchas de ellas surcan por el delgado estrecho que separa la verdad y la leyenda, una dice así:

En tiempos del reinado de Froilan II de Castilla tuvieron lugar los primeros juegos ibéricos de la historia, esto es un hecho seguro porque hemos encontrado placas grabadas que ensalzan el valor de aquellos que llevaron honor y gloria a sus patrias. También hemos encontrado un busto en bronce de un tal Milinko Pantic pero no podemos confirmar que participara en los juegos, aunque sí que fue un insigne castellano porque portaba el glorioso escudo con el oso y el madroño en su camiseta.

La idea de los juegos ibéricos parece ser que fue un clamor de los diferentes estados peninsulares acostumbrados a medirse las fuerzas y a tocarse los huevos (recíprocamente no reflexivamente) durante siglos, ahora que eran independientes lo echaban de menos. En una conferencia de líderes celebrada en un carguero de bandera maltesa en aguas internacionales, porque en aquellos tiempos nadie se fiaba de nadie, se pusieron las bases del CID (Comité Ibérico Deportivo), organismo que debía determinar que deportes eran los elegidos para participar en los juegos, no faltó quien expresara su protesta más enérgica por el nombre del CID ya que evocaba a un castellano opresor que según la leyenda murió con las botas puestas.

Muchos fueron los deportes presentados a examen pero pocos los elegidos, el CID decidió que la lista final de deportes ibéricos estaría compuesta por: El lanzamiento y esquiva de piedras, el tiro de cuerda, el lanzamiento de boina, las carreras de burros, el corte de troncos, el tiro de reja, el lanzamiento con honda, el lanzamiento de hueso de aceitunas, la calva, la rana y los bolos. La delegación catalana trató sin éxito de incluir los Castellers para gran disgusto de Joanlaporta III que ya veía un título seguro para su delegación sin sospechas de ayudas arbitrales. Pero no fue el único que tuvo que ceder en sus pretensiones, la delegación navarra vio desestimada su propuesta de correr los 800 metros lisos delante de manada de toros bravos e incluso Zetapé Jr., haciendo una vez más gala de su gran visión política, en un gesto altruista se auto boicoteó vetando la lucha leonesa por ser un deporte violento que en nada ayudaba a su alianza de las ibernaciones (no confundir con hibernaciones que era lo que le sucedía al cerebro de todos los Zetapés desde tiempos inmemoriales).

De esa manera comenzaron los I Juegos Ibéricos Sidney 2092. ¿Qué por qué Sidney?, pues porque fue el terreno más cercano a la península ibérica que todos los participantes consideraron suficientemente neutral, Ibarretxe IV propuso ir a Marte que era territorio de Euskal Herria tras la colonización iniciada por el comandante Egibar pero los castellanos temiéndose una encerrona alegaron que era imposible jugar a la rana con la gravedad marciana. El alcalde de Madripolis, Ruin Rapiñón, intentó que le concediesen la organización alegando que además de tener una corazonada llevaba casi un siglo intentando organizar algo, pero no coló y las delegaciones pusieron rumbo a Sidney para asombro de los australianos que no entendían que hacían un grupo de tipos raros lanzando boinas, palos y piedras.

Las competiciones estuvieron muy disputadas, y se desarrollaron en un ambiente de deportividad y nobleza digno de alabar, como ejemplo de esto último se puede destacar la final del torneo de lanzamiento y esquiva de piedras. El representante aragonés que ya había demostrado su puntería escalabrando a gallegos, canarios y valencianos, en una jugada al borde del reglamento le atizó con un canto de doscientos gramos en todas las pelotas al representante extremeño. Después de que los jueces deliberasen durante media hora, la misma que se estuvo retorciendo en el suelo el golpeado, se dio al lanzamiento por válido ya que se consideró que la posición adelantada del testículo derecho lo validaba. El golpeado camino de la ambulancia aceptó con caballerosidad el resultado.

En el lanzamiento de hueso de aceitunas no hubo color, el murciano en su segundo lanzamiento propulso el hueso hasta Nueva Zelanda entre bravos y vítores, pero el representante andaluz en su tercer lanzamiento consiguió que el güito adquiriese un movimiento uniformemente acelerado que atravesó Australia, la Antártida y al alcanzar la velocidad de escape de la atmósfera se desintegró dejando un haz de fuego tras él. En el lanzamiento de boina se tuvo que abrir la mano y dejar a cada representante utilizar su gorro típico, llegaron a la final una boina castellana, una txapela, una barretina y un sombrero cordobés. Fue el primer título para los vascos, al cual siguió el de corte de troncos, que estaba cantado. Para no abusar en lugar de dar con el hacha al tronco daban con el tronco al hacha pero ni por esas, fue una victoria clara. Ibarretxe IV no cabía en sí de emoción al escuchar el Eusko Abendaren Ereserkia en Sidney, afueras de Bilbao.

Pero el momento cumbre fue el de la carrera de burros, la delegación catalana daba por segura la victoria ya que contaban con la fortaleza de su propia raza autóctona de burros. Los castellanos fueron descalificados porque se descubrió que su burro no era un burro sino un canguro tuneado, el pobre Froilan II no sabía donde meterse. Y en eso apareció el burro asturiano dejando a la grada con la boca abierta. ¡Qué belleza de burro!, herraduras de fibra de carbono, orejas perfectamente modeladas en el túnel del viento, alerón trasero y doble difusor. Porque los asturianos desde hace siglos son grandes amantes de los deportes de competición, su burro pilotado por un tal Flipando Alonso dobló a todos los participantes varias veces.

Los juegos terminaron y todos se dieron por ganadores, a la vuelta a la península siguieron las hostilidades y los típicos roces que se dan entre vecinos mal avenidos, pero eso ya es otra historia que contaremos otro día.

sábado, 6 de febrero de 2010

De cómo nació Dani (II)


Dicen que la naturaleza es muy sabia, yo lo dudo cuando cada día miro a mi alrededor o a mi espejo, pero un parto no me parece desde luego natural, es una aberración, es algo complicadísimo y con una tasa de fallo enorme si se le deja a la propia naturaleza seguir su curso. Pienso que es mucho más eficaz poner un huevo y empollarlo, siendo consciente de que pasar nueve meses calentando un huevo es un coñazo insoportable, pero más solidario es, ya que por lo menos cabe la posibilidad de compartir la tarea. No voy a descubrir nada si afirmo que a un hombre promedio no le importaría pasarse las horas sentado encima de su huevo si ponen en la tele un partido de fútbol y tiene a su alcance unas latas de cerveza.

Y es que lo de la dilatación es insufrible y complicado, cuatro centímetros, cinco, seis, siete, ocho, ¿ocho?, todavía me estremezco al recordarlo, a los ocho centímetros la hijaputa saca algo parecido a una aguja de hacer punto y la introduce sin piedad para romper aguas, impresionante momento que no voy a pormenorizar, creo que todavía mi estómago no ha vuelto a su sitio después de la experiencia, el líquido amniótico no es agua de colonia precisamente. Era el momento de partir hacia el paritorio y en el que la hijaputa formuló la pregunta fatídica:

- ¿Dónde está la ropa del bebé?
- (Mecagoenmiputacalavera) Nos la hemos olvidado en casa con las prisas.
- ¿Os la habéis olvidado? (sonrisa de satisfacción)
- Sí.
- Menudos padres, si no tengo ropa cuando nazca lo meto en la incubadora.
- Ya digo que me la traigan (hijaputa)

Salgo corriendo de allí porque para eso están los padres, los de verdad:

- Papá nos hemos dejado la ropa en casa ¿puedes traerla a la clínica?
- Por supuesto, ahora mismo (menudos padres)
- Date prisa, muchas gracias.
- Claro (membrillo)

En el paritorio siguió el show de la hijaputa:

- Ahora tienes que hacer lo que te han enseñado en el curso de preparación al parto.
- No lo he hecho.
- ¿No lo has hecho?, ¡joder!
- No, es una gilipollez.
- No tenéis ropa, no habéis hecho el curso, menudos padres.
- (quetefolleunpez)

Afortunadamente en ese momento pasó a tomar el mando de las operaciones el ginecólogo, mi ídolo, ¡mi héroe!

- Empuja cuando notes las contracciones (M).
- No noto nada, tengo anestesia.
- Pues empuja cuando yo te diga (M).
- Vale.
- Ahora no, cuando yo te diga (M).
- Claro, si hubiera hecho el curso…(HP)

Así comenzaron una serie de intentos de expulsión a los que yo asistía con la misma perplejidad con la que asistiría a una invasión alienígena de Alcorcón (4-0). Aquello que en otros momentos más apasionados era absolutamente reconocible para mí parecía ahora un sangriento campo de batalla. Y a cada intento fallido la hijaputa apostillaba “si hubiera ido al curso…” Deseaba matarla con mis propias manos, ahogarla con los restos del cordón umbilical, asfixiarla con una ingestión masiva de placenta. Mi héroe debió leerme el pensamiento y con toda la educación del mundo la dijo “tu trabajo es decirla cuando lo hace bien para que aprenda, si no lo vas a hacer puedes irte y termino yo solo”. En ese momento le hubiera besado en la boca, creo que no me hubiera importado ni que el niño fuese suyo. La hijaputa calló y paso a colaborar, pero no estaba derrotada. Porque entonces llegó la ropa y esa era todavía su última bala.

De repente apareció una cabeza redonda con tonos rosas y azulados, un último esfuerzo y las hiperbólicas manos de M atraparon a Dani sacándole de su cómodo refugio con un gesto mezcla de suavidad y firmeza. Me sorprendieron varias cosas a la vez, lo alargado que parecía, su tono azulado en contraste con lo blanco del cordón que no dejaba de salir, nunca imaginé que un cordón umbilical pudiera ser tan grande. Y además allí estaba Dani con su cara perfecta, con sus enormes ojos azules mirándonos ya a todos, con su nariz ni grande ni pequeña perfectamente proporcionada con una boca de labios carnosos y regordetes justo encima de esa barbilla con un hoyuelo que todos los ML nos enorgullecemos de tener. Quien no me conozca pensará que mis palabras son fruto del amor de padre, pero se equivocan, mi destreza de juntapalabras no puede ni aproximarse a lo lindo que es, los demás, los que han tenido la suerte de verle con sus propios ojos saben que no miento.

También tengo que decir que nunca me he sentido tan orgulloso de su madre como en aquel momento, tengo serias dudas de si yo lo hubiera soportado con su aplomo y entereza, seguramente no, lástima que se le terminó en cuanto fue consciente de que su hijo había nacido, desde entonces hace de ella lo que quiere. Es un sin vivir, por eso a los dos segundos la madre de la criatura exclamó alarmada:

- ¡No llora!
- No le he cortado el cordón, ya llorará (M).
- (no me fío)

Porque antes de cortarle el cordón le tomaron las huellas a madre e hijo en el papel ese de la partida de nacimiento, muy profesional, imposible de cometer un error. Y se cortó el cordón, y lloró por primera vez, y se me saltaron las lágrimas al escuchar su primer acto de rebeldía ante la vida, porque respirar por primera vez es un acto de rebeldía suprema que demostró que él ya era un ser independiente aunque no se irá de casa hasta dentro de treinta años. No dejo de repetírmelo cada día para que no se me olvide jamás, que no me pertenece, que él no soy yo, que un día se marchará.

Estaba totalmente flipado cuando por fin me asignaron una misión:

- Haz algo, sujeta a tu hijo mientras que termino de coser a tu mujer (M).
- Vale, me encanta ser útil.

Me lo entregó con el desinterés del que ya ha hecho su trabajo, el niño no era su negocio, el negocio era su madre. Le sujeté por primera vez y fue lo más natural del mundo, le miré a los ojos y tuvimos nuestra primera conversación:

- Hola, ya estoy aquí.
- Hola, soy papá.
- Ya lo sé, tienes una voz inconfundible.
- Te voy a querer siempre.
- Claro.

Si hubiéramos estado solos el momento habría sido perfecto, pero no, estaba la hijaputa que iba sacando la ropa para vestirle con cara de desaprobación:

- No está mal la ropa… ¿y el gorro?
- ¡Coño! No tenemos gorro, ¿había que traer un gorro?, ¡menudos padres somos!
- No pasa nada, ya le hago yo uno con un pañuelo (sonrisa de condescendencia)
- Gracias (hijaputa).
- Es que si no le tengo que meter en la incubadora.
- (hijaputahijaputahijaputahijaputa)

Y así vino Dani al mundo y así le presentamos en sociedad, con su cachirulo, dispuesto a comerse el mundo, yo estoy seguro de que se lo va a comer.

jueves, 4 de febrero de 2010

De cómo nació Dani (I)



Dani nació una noche a principios del otoño, seguramente quería regalarnos otra primavera para hacernos olvidar que los días empezaban a ser más cortos y las noches más largas y frías. Con él los días eran eternos y las noches también, pero daba igual, a lo mejor por eso nació a las cinco de la mañana, como símbolo de todas las cinco de la mañana que a partir de entonces íbamos a compartir y que aún seguimos compartiendo. Supongo que algún día cuando pase las noche fuera de casa, vaya usted a saber con quién y haciendo qué, echaré de menos las noches de insomnio y las mañanas en la oficina bostezando.

Todo comenzó a las doce de una noche en la que una luna llena grande como una galleta presidía el cielo:

- Creo que estoy de parto
- ¿Has roto aguas?
- No, pero estoy de parto
- Vale, seguro que la M30 está vacía, no perdemos nada yendo (gran momento de sensibilidad por mi parte)

Y es que si una mujer dice que está de parto es que está de parto. Punto pelota.

Llegamos a la clínica enseguida, era privada y no había nadie, eso nos mosqueo un poco pero en el fondo era mejor, nos atenderían bien, ¡ja! La recepcionista estaba físicamente sopa (no diré literalmente sopa para que Anniehall no la visualice nadando entre fideos), mientras se desperezaba hizo la pregunta del millón:

- ¿Qué os pasa?
- Pues nada, venimos a la una de la mañana para putearte y no dejarte dormir.
- ¡Ah!, vale, no os preocupéis, llamo a la matrona y sigo durmiendo.
- Gracias.

La matrona apareció al cuarto de hora y tenía menos sensibilidad que las piernas de la momia de Lenin, ¡menuda hijaputa estaba hecha!, con cara de mosqueo porque debería estar en un cuarto viendo la teletienda y habíamos osado molestarla con nuestras menudencias nos volvió a preguntar:

- ¿Qué os pasa?
- Pues nada, venimos a la una de la mañana para putearte y no dejarte ver la teletienda.
- Eso decís todas, seguro que es una falsa alarma.

Entonces desaparecieron y allí me quedé esperando como un bobo. La siguiente noticia que tuve fue que la falsa alarma eran cuatro centímetros de dilatación y vi pasar a la hijaputa corriendo como una gacela en busca del anestesista. Por poco no llegan a tiempo de poner la epidural. Una vez puesta me dejaron entrar a mí. Creo, sin tratar de ofender a nadie, que la epidural es el mejor invento de la humanidad, y no soy mujer, lo de parir con dolor está muy bien si es una decisión personal pero me parece un error. Por la misma regla de tres deberíamos operarnos de apendicitis sin anestesia ni nada, no entiendo a quien hace del sufrimiento virtud, pero eso es otro tema.

A partir de ese momento todo era más divertido, los dos como tontos mirando el monitor para ver llegar las contracciones, porque de sentirlas nada, a cada rato venía la matrona a medir la dilatación y por fin llego nuestro ginecólogo que debo decir que es un señor estupendo. Al principio nos daba ciertos reparos porque es grande como un oso, sus cejas son densas y pobladas y con sus manos se podría jugar al tenis sin raqueta, un niño promedio de tres kilos puede perfectamente dormir la siesta en la palma de una de sus manos, pero como médico es un artista y además muy campechano. No se me olvidará nunca esta conversación:

- Quiero que mi marido asista al parto.
- Por supuesto (M).
- ¿Es obligatorio?
- Si no entras por propia voluntad te meto a hostias (M).
- Viendo tus manos entonces es obligatorio.

Y no me arrepentí, ha sido la experiencia más alucinante de mi vida.

martes, 2 de febrero de 2010

Experiencias turcas (III)


Hace ya casi tres años que volví de mi último viaje a Turquía y recuerdo todavía cada momento como si fuera ayer. Creo que pocas veces he sido tan feliz (encima me pagaban) y tengo dudas razonables de que lo vuelva a ser, porque fue un momento de cambio en mi vida en el que los más importante no era romper con el pasado, lo más importante era demostrarme de que era capaz de empezar de nuevo y que no me había acomodado tanto como para no ser capaz de rasgar una página que ya estaba demasiado usada para empezar a escribir en una nueva, aunque yo creo que con el pasado no se puede romper del todo porque somos nuestro pasado tanto como nuestro presente.

Después de las experiencias en la peluquería y en el baño turco hoy toca hablar de cómo terminé en el puticlub más cutre del planeta a diez kilómetros de la frontera de Siria y a cincuenta de la de Irak, por supuesto sin comerlo ni beberlo y víctima de un malentendido, pero eso es lo de menos, malentendido o no en unos segundos me di cuenta de que me había metido en un lío y de que no tenía ni puta idea de cómo iba a salir de él. Me gustaría decir que por lo menos aprendí la lección pero no es así, al año siguiente me vi en las mismas, esta vez en Panamá, y otra vez sin saber donde me estaba metiendo, aunque por lo menos allí no pensé que mi vida podría correr peligro y la categoría del local era diferente, algo que por cierto no era nada difícil. De cualquier manera en lo único que pensé las dos veces fue en la forma más rápida de salir de allí, que nadie se haga líos.

Uno de los problemas más gordos de viajar por Turquía es que la gente de forma habitual habla en turco, no es un idioma ni fácil ni difícil, sencillamente es imposible, del inglés si no estás en Estambul te puedes olvidar. Con tiempo e interés conseguí aprenderme una serie de palabras que hacían la vida un poco más fácil, además la gente es muy agradecida si les dices dos cosas en turco y merece la pena el esfuerzo. También existen palabras que sorprendentemente son parecidas como factura y lavabo, y otras te suenan aunque signifiquen otra cosa, comisaría es algo parecido a caracol, amigo a arcadas y sopa a chorba. Y así precisamente comenzaron nuestros problemas, porque cuando haces entender a tu conductor que una chorba es una señora, por vulgar que sea, y le dices después que quieres salir a tomar una copa a un lugar con música y de coña alguien añade que mejor con chorbas, el pobre hombre lo tiene claro, estos españoles se quieren ir de putas. Craso error.

Y deberíamos haber sospechado que en aquel rincón perdido del planeta no iba a haber una discoteca, que es lo que de verdad nos apetecía, pero por lo menos un bar cutre si que me esperaba. Así que nos montamos en el coche y después de un par de preguntas a unos paisanos tomamos una carretera secundaria con muy mala pinta, nos mirábamos pensando que algo iba mal pero el chófer nos echaba miradas tranquilizadoras con el aplomo del que se sabe campeón. Y de repente lo vimos, por supuesto no tenía luces de neón con la silueta de una señora de pechos imposibles, pero estaba claro lo que era, una nave cutre y un parking enorme en un descampado prácticamente vacío. No nos dio tiempo a bajarnos del coche cuando ya estábamos rodeados de tíos en traje con caras de malos amigos. Tratamos de irnos pero fue imposible, la entrada a ese parking era un punto de no retorno.

La sensación de estar retenido la verdad es que no es agradable, más en un sitio en el que eres consciente de que podrían hacerte desaparecer y nadie sabría más que fue de ti, como mucho al día siguiente saldríamos en el telediario como ingenieros españoles en misión de cooperación internacional secuestrados y a la semana nuestras familias se enterarían con oprobio de que éramos unos inconscientes que se fueron de putas en la frontera del Kurdistán. Afortunadamente todo fue mucho más fácil, los bigotudos proxenetas entendieron en dos segundos que no era carne lo que íbamos buscando y el chófer al darse cuenta de que la había cagado y de que su jefe le iba a correr a gorrazos si nos pasaba algo comenzó a negociar una solución razonable para irnos de allí, si no queríamos putas había que entrar y consumir, un mal menor, así que pusieron un precio razonable a nuestras consumiciones y de esa forma quedó pactado nuestro rescate.

Cutre o decadente son palabras que no pueden reflejar lo que allí vi, la decoración era espartana, la luz tenue, la atmósfera deprimente y el local estaba prácticamente vacío. Para animar el ambiente un tío con un casiotone entonaba dulces canciones no aptas ni para el hilo musical de un tanatorio. Es un misterio que me llevaré a la tumba la afición que tienen los turcos al órgano electrónico y al sonido retro. Una vez aposentados y con unas cervezas en la mesa, porque yo por lo menos no me fiaba de tomar otra cosa, nuestros captores decidieron que era el momento de presentarnos a las chicas. Chicas por su género femenino, porque ninguna debía bajar de la cincuentena, siendo optimistas.

La verdad es que yo soy bastante bobo y todo me da pena, pero creo que aquello se la hubiera dado a cualquiera, aunque ahora sonría al recordarlo. Formaron a todas en una fila y muy educadamente pasaban por la mesa de una en una dándonos de forma tímida la mano, iban vestidas con un toque un poco oriental lo cual hacía todo mucho más hortera. Me acuerdo todavía perfectamente de dos de ellas, una a la que apodamos la neumática, si me hubieran dicho que tenía una boquilla para inflarla me lo hubiera creído, era todo carne a punto de estallar, pero de la que más me acuerdo era de otra que cuando me miró y sonrió dejo ver una sonrisa formada por perfectos dientes de acero, no tenía ni una pieza dental que fuese de otro material, sentí tal escalofrío al verla que no fui ni capaz de terminar la cerveza. Imagino que tendría su público, hay gente para todo.

Como fin de fiesta nos ofrecieron que una de las chicas nos cantase algo al son del casiotone, pero era demasiado para nuestra sensibilidad, pagamos lo acordado y nos fuimos de vuelta al hotel con la cabeza gacha y la moral por los suelos. Por cierto, ese fue el día que por primera vez vi el Tigris y lloré como un memo en honor de los Asirios, quién me lo iba a decir a mí unos meses antes, Tigris y tigresas en el mismo día, soy un tío con suerte.