Cuando me decidí a escribir un blog tenía clarísimo que en él hablaría mucho de la historia y de sus personajes, no hay más que ver el nombre del mismo y mi segundo post, pero me equivoqué, es más divertido leer historia que hablar de ella, no obstante de vez en cuando haré una excursión por la misma, como hoy, porque toca hablar de Blas de Lezo. Vaya por delante que la gloria militar me la pela, pero este Blas de Lezo era un crack. No es que se me hinche el pecho de orgullo pensando en el heroico imperio español pero claro, si lo comparo con lo que me parecen los ingleses y su imperio Blas de Lezo me hace casi llegar hasta el orgasmo. Lástima que somos un país acomplejados porque al bueno de Blas no le conoce ni el tato, si hubiera sido inglés posiblemente Nelson a su lado sería un particular.
Blas de Lezo nació en 1689, luego era un vasco pre sabiniano, ¿qué quiere decir eso?, pues que se creía español y como tal se vio envuelto siendo un adolescente en la guerra de sucesión española del lado de los borbones. Dejando a un lado gibraltares, onces de septiembres (el de la Diada no el de Bin Laden) y demás acontecimientos que aún nos siguen marcando trescientos años después, esa guerra fue de lo más interesante. Porque tuvo que ser de las últimas veces que España pintaba algo en el mundo, ahora no creo que nadie plantease una guerra para quedarse con las infantas y cuatro millones de parados, pero entonces era un bocado de lo más jugoso y apetecible. El premio que nos tocó fue la flor de lis y una dinastía de reyes débiles e incompetentes (perdóname Carlos III) que llevan el Bourbon hasta en el apellido.
A Blas de Lezo se le conocía como Patapalo, o como Mediohombre y es que el pobre tenía cierta predisposición a hacer de diana humana. En una batalla naval siendo aún guardiamarina una bala de cañón le rebano la pierna izquierda y poco después una esquirla le reventó el ojo izquierdo. Así quedó de joven, cojo y tuerto, pero con gran sentido táctico que se las hacía pasar moradas a los ingleses que trataban de dominar el Mediterráneo, y no solo los burlaba, sino que apresó al mando de una fragata once barcos de la pérfida Albión. De esa manera a los 24 años llegó a capitán de navío. Ser capitán no le hizo más hábil a la hora de esquivar proyectiles y un año más tarde una herida le inutilizó el brazo derecho, de manera que a los 25 años ya estaba cojo, manco y tuerto.
Pero él siguió a lo suyo y fue destinado a limpiar de piratas el Caribe (con la pinta que debía tener seguro que acojonaba hasta al mismísimo Jack Sparrow) y después hizo lo mismo con los Mares del Sur, para entendernos es más o menos lo que ahora son las costas del Perú. No le tuvo que ir mal porque volvió a España y fue ascendido a jefe de la escuadra del Mediterráneo, su primera misión fue ir a ponerle las pilas a Génova que estaba sacando los pies del tiesto. Además de una compensación económica exigió como desagravio un homenaje a la bandera española, vivir para ver, creo que la casa real está estudiando clonarle en plan parque jurásico para que les acompañe a todas las finales de copa del rey a ver si así se libran de algún abucheo indecoroso. También le dio lo suyo y lo de su prima al infiel, tomando incluso Orán para gran disgusto de los turcos.
A los 35 años le nombraron teniente general de la armada y le mandaron de vuelta a América, allí se instaló como comandante general de Cartagena de Indias, plaza clave en el comercio de América con la península y muy codiciada por los ingleses que desde hacía tiempo disponían de cierta supremacía naval. En 1741 fue sitiada por un tal Vernon que utilizó como vil excusa que un barco corsario capitaneado por un tal Robert Jenkins fue apresado por un marino español de nombre Julio León Fandiño. Fandiño le corto la oreja a Jenkins mientras que le decía “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”, en mi opinión una grosería. Si el rey inglés de la época era ascendiente del príncipe Carlos hubiera necesitado Fandiño la ayuda de una motosierra para cercenar tan elefantiásico apéndice.
Total que en Cartagena de Indias se presentó la flota inglesa dispuesta a darle una soberana paliza a los españoles, era la escuadra de guerra más grande jamás reunida, nada menos que 186 barcos (60 más que la armada invencible), 2000 cañones y 23000 combatientes. Lezo contaba para defenderse con 6 barcos, 3000 hombres y 600 indios flecheros que debían tener la misma puntería con las flechas que mi madre con una zapatilla, es decir, eran prácticamente infalibles. Más de 15 días aguantaron el bombardeo de los ingleses y viendo la situación perdida Lezo mandó volar sus buques para bloquear el paso de la bahía y se replegó a la Fortaleza de San Felipe de Barajas para resistir el asedio hasta la muerte.
Vernon logró entrar en la bahía sabiéndose ganador y da la orden de asaltar la fortaleza que ya solo defendían 500 hombres, pero comete un error de principiantes, digno de los diferentes captores del Equipo A, las escalas de asalto son cortas. De esta manera quedan debajo de las murallas a merced de los defensores que se dan un festín a su costa, mueren a cientos y muchos más vuelven heridos a las embarcaciones. No les quedan ganas de seguir intentándolo por tierra y continúan el bombardeo un mes más, pero sucede lo que en la época es inevitable, aparecen las enfermedades a bordo de los barcos de manera que el cólera y el escorbuto arrasan con la marinería. No les queda más remedio que izar velas camino de Jamaica con el rabo entre sus blancas piernas. Dice la leyenda que Vernon gritaba “God damn you Lezo” en su retirada, lo que traducido al cristiano viene a ser algo así como “Qué te folle un pez Lezo”.
Fue un duro golpe para los ingleses cuyo rey prohibió que se hiciese cualquier tipo de referencia a tamaño bochorno, a pesar de que ya había emitido de antemano monedas y medallas conmemorativas de tan suculento acontecimiento. Pero no fue así y gracias a esta victoria se mantuvo la hegemonía Española en América medio siglo largo más, hasta que en Trafalgar la flota fue aniquilada y los ingleses se hicieron dueños y señores de los mares.
Blas de Lezo murió en Cartagena de Indias poco después de la batalla victima posiblemente de la peste, tras su muerte cayó en el olvido sin merecerlo porque a mí me parece digno de ser recordado. Va por ti Blas.
Blas de Lezo nació en 1689, luego era un vasco pre sabiniano, ¿qué quiere decir eso?, pues que se creía español y como tal se vio envuelto siendo un adolescente en la guerra de sucesión española del lado de los borbones. Dejando a un lado gibraltares, onces de septiembres (el de la Diada no el de Bin Laden) y demás acontecimientos que aún nos siguen marcando trescientos años después, esa guerra fue de lo más interesante. Porque tuvo que ser de las últimas veces que España pintaba algo en el mundo, ahora no creo que nadie plantease una guerra para quedarse con las infantas y cuatro millones de parados, pero entonces era un bocado de lo más jugoso y apetecible. El premio que nos tocó fue la flor de lis y una dinastía de reyes débiles e incompetentes (perdóname Carlos III) que llevan el Bourbon hasta en el apellido.
A Blas de Lezo se le conocía como Patapalo, o como Mediohombre y es que el pobre tenía cierta predisposición a hacer de diana humana. En una batalla naval siendo aún guardiamarina una bala de cañón le rebano la pierna izquierda y poco después una esquirla le reventó el ojo izquierdo. Así quedó de joven, cojo y tuerto, pero con gran sentido táctico que se las hacía pasar moradas a los ingleses que trataban de dominar el Mediterráneo, y no solo los burlaba, sino que apresó al mando de una fragata once barcos de la pérfida Albión. De esa manera a los 24 años llegó a capitán de navío. Ser capitán no le hizo más hábil a la hora de esquivar proyectiles y un año más tarde una herida le inutilizó el brazo derecho, de manera que a los 25 años ya estaba cojo, manco y tuerto.
Pero él siguió a lo suyo y fue destinado a limpiar de piratas el Caribe (con la pinta que debía tener seguro que acojonaba hasta al mismísimo Jack Sparrow) y después hizo lo mismo con los Mares del Sur, para entendernos es más o menos lo que ahora son las costas del Perú. No le tuvo que ir mal porque volvió a España y fue ascendido a jefe de la escuadra del Mediterráneo, su primera misión fue ir a ponerle las pilas a Génova que estaba sacando los pies del tiesto. Además de una compensación económica exigió como desagravio un homenaje a la bandera española, vivir para ver, creo que la casa real está estudiando clonarle en plan parque jurásico para que les acompañe a todas las finales de copa del rey a ver si así se libran de algún abucheo indecoroso. También le dio lo suyo y lo de su prima al infiel, tomando incluso Orán para gran disgusto de los turcos.
A los 35 años le nombraron teniente general de la armada y le mandaron de vuelta a América, allí se instaló como comandante general de Cartagena de Indias, plaza clave en el comercio de América con la península y muy codiciada por los ingleses que desde hacía tiempo disponían de cierta supremacía naval. En 1741 fue sitiada por un tal Vernon que utilizó como vil excusa que un barco corsario capitaneado por un tal Robert Jenkins fue apresado por un marino español de nombre Julio León Fandiño. Fandiño le corto la oreja a Jenkins mientras que le decía “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”, en mi opinión una grosería. Si el rey inglés de la época era ascendiente del príncipe Carlos hubiera necesitado Fandiño la ayuda de una motosierra para cercenar tan elefantiásico apéndice.
Total que en Cartagena de Indias se presentó la flota inglesa dispuesta a darle una soberana paliza a los españoles, era la escuadra de guerra más grande jamás reunida, nada menos que 186 barcos (60 más que la armada invencible), 2000 cañones y 23000 combatientes. Lezo contaba para defenderse con 6 barcos, 3000 hombres y 600 indios flecheros que debían tener la misma puntería con las flechas que mi madre con una zapatilla, es decir, eran prácticamente infalibles. Más de 15 días aguantaron el bombardeo de los ingleses y viendo la situación perdida Lezo mandó volar sus buques para bloquear el paso de la bahía y se replegó a la Fortaleza de San Felipe de Barajas para resistir el asedio hasta la muerte.
Vernon logró entrar en la bahía sabiéndose ganador y da la orden de asaltar la fortaleza que ya solo defendían 500 hombres, pero comete un error de principiantes, digno de los diferentes captores del Equipo A, las escalas de asalto son cortas. De esta manera quedan debajo de las murallas a merced de los defensores que se dan un festín a su costa, mueren a cientos y muchos más vuelven heridos a las embarcaciones. No les quedan ganas de seguir intentándolo por tierra y continúan el bombardeo un mes más, pero sucede lo que en la época es inevitable, aparecen las enfermedades a bordo de los barcos de manera que el cólera y el escorbuto arrasan con la marinería. No les queda más remedio que izar velas camino de Jamaica con el rabo entre sus blancas piernas. Dice la leyenda que Vernon gritaba “God damn you Lezo” en su retirada, lo que traducido al cristiano viene a ser algo así como “Qué te folle un pez Lezo”.
Fue un duro golpe para los ingleses cuyo rey prohibió que se hiciese cualquier tipo de referencia a tamaño bochorno, a pesar de que ya había emitido de antemano monedas y medallas conmemorativas de tan suculento acontecimiento. Pero no fue así y gracias a esta victoria se mantuvo la hegemonía Española en América medio siglo largo más, hasta que en Trafalgar la flota fue aniquilada y los ingleses se hicieron dueños y señores de los mares.
Blas de Lezo murió en Cartagena de Indias poco después de la batalla victima posiblemente de la peste, tras su muerte cayó en el olvido sin merecerlo porque a mí me parece digno de ser recordado. Va por ti Blas.