Esta
primera quincena de septiembre, los maratonianos miembros del Club
de Lectura 2.0, hemos leído “El país imaginado”, una novela
del escritor argentino Eduardo Berti a propuesta de Carmen. Se trata
de una novela corta ganadora del premio Premio Las Américas en la
que el autor, con muchísima valentía, nos sitúa en la China de
comienzos del siglo XX. Es el segundo libro del club, el primero fue
“El imperio del sol”, que nos traslada al lejano oriente,
concretamente a esa China de entreguerras, en su caso con el Japón,
que vive entre el ocaso del imperialismo y la llegada de Mao, y cuya
lectura no solo nos traslada en el espacio, sino que también nos
traslada en el tiempo y, sobre todo, nos lleva a un modo de ver la
vida muy diferente del que nuestros occidentales ojos están
acostumbrados a observar.
La
editorial Impedimenta nos hace esta introducción del libro: “Animada
por el melancólico encanto de la niñez que se escapa, impulsada por
la fina exquisitez de su tono narrativo, El país imaginado traza una
elegante fábula acerca de la memoria y las oportunidades perdidas.
Imbuida de una atmósfera mágica, de delicados elementos que
prefiguran lo que ha de ser el país imaginado, esta bella historia
nos traslada a una China de principios del siglo XX repleta de
fantasmas, de bodas entre vivos y muertos, de supersticiones y ritos
ancestrales. En medio de todo ello se encuentra la protagonista, una
joven que vive atemorizada por el compromiso nupcial que para ella
desean pactar sus padres y que, mientras, solo tiene ojos para la
hija de un vendedor de pájaros ciego, la hermosísima Xiaomei, con
quien inicia una tímida relación de amistad y dependencia. En sus
citas en el parque al que los ancianos van a pasear a sus pájaros,
las dos descubren la importancia de lo que se cuenta y de lo que no,
de la lealtad y de la belleza, con todo su poder para huir de los
abismos abiertos por los demás.”.
Me
parece una descripción tan fantástica que poco más puedo hacer
para mejorarla. Está claro que, cuando nos ponemos delante de esta
historia, uno piensa al momento que el país imaginado es la propia
visión del autor sobre un rincón del mundo tan distante y tan
diferente, y en parte es así, pero cuando uno lee el libro la visión
cambia, pasando a ser ese país imaginario un mundo que vive a
caballo entre la realidad y la fantasía, que va y viene del mundo de
los vivos y del de los muertos, que flota entre cuentos, mitos y
supersticiones y que, al mezclarlo, conforma una realidad frágil y
difusa en la que queda mucho espacio tanto para los sentimientos como
para su silencio.
“El
país imaginado” es una pequeña joya que va atrapando sin
estridencias, de forma progresiva y suave, superando uno tras otro
todos los prejuicios que se pudieran tener antes de comenzar su
lectura. Y lo digo de primera mano, porque nada bueno podía esperar
de un escritor argentino que no sólo nos cuenta una historia de un
mundo que en teoría le debería ser ajeno, es que además tiene el
valor de hacerlo narrando en primera persona con un personaje
adolescente y femenino, dando un triple salto mortal tan arriesgado
como cargado de éxito. Porque es capaz de ponernos en el pellejo de
los personajes, que son a la vez tan creíbles como increíbles,
llenos de sentimientos tan profundos como reprimidos, que es, tal
vez, la peculiaridad de ese mundo oriental del que solemos sentirnos
tan distanciados.
Eduardo
Berti va mucho más allá de todo esto y hace que lleguemos a ver el
alma de unos personajes que a cada página nos parecen más parecidos
a nosotros y mucho más humanos, y todo esto sin salirse nunca del
filo que separa nuestros mundos, sin salirse jamas de un hechizo que
por momentos me ha recordado a otras historias llenas de fantasía de
la literatura iberoamericana, de la que no me cabe duda habrá bebido
el escritor. “El país imaginado” es un libro en el que los
detalles importan, en el que la belleza importa, que deja un regusto
lleno de melancolía pero que al terminarlo sabe a poco porque uno
quisiera prolongar su estancia en ese mundo que tal vez ya no exista,
que tal vez jamás haya existido.
Como
siempre, encontraréis otras opiniones en las reseñas
de Desgraciaíto,
Carmen,
Paula
y Bichejo,
y esta vez no estoy en condiciones de presuponer qué opinión
tendrán del libro, así que haced como yo y corred a leerlas.