Cuando compramos a Tito (mi perro) dejé de ser el rey de la casa, fue un palo duro pero lo conseguí sobrellevar porque a Tito el mando a distancia de la tele le importa un bledo. Año y medio le duró al pobre el cetro, tras ese tiempo nació el auténtico portador de la corona y éste sí que es un rival imbatible a pesar de su aspecto inofensivo. Todos cometemos el error de poner dibujos animados a los niños y desde ese momento la vida familiar no vuelve a ser la misma. Y no penséis que es posible volver atrás, de eso nada, los niños, incluso los que no saben aún decir ni ajo, tienen armas más poderosas que las nuestras para poder conseguir sus antojos, su llanto ataca directamente a nuestras frecuencias características hasta hacernos entrar en resonancia.
Siempre han existido padres que se han jactado de que sus hijos no ven la tele, suelen ser gente de principios. Pensando en ellos las multinacionales de la animación inventaron los dibujos animados educativos, un ejemplo claro son los Baby Einsteins. He visto a los padres mas estrictos caer en la trampa, los supuestos dibujos educativos son secuencias con música, marionetas, formas, colores y unas cuantas palabras inofensivas para en teoría estimular a los bebes e incluso aumentar su intelecto. ¡Mentira podrida! ¡Estos vídeos no podrían estimular ni a una magdalena!, la verdad es que están hechos para enviar mensajes subliminales a los niños que son activados como los cilones de Galáctica. Un mensaje codificado de una de las marionetas y los pequeños quedan atrapados para siempre en las redes de Disney.
Todo eso pasa delante de nuestros ojos y sin que nos demos ni cuenta. A partir de ahí nuestros hijos ya no nos pertenecen más y rinden pleitesía a los personajes de la casa de Mickey Mouse, esa especie de portal de Belén postmoderno donde habitan todos los personajes Disney con los que hemos crecido pero que ya han alcanzado la tercera dimensión. Cada vez que los veo no puedo dejar que pensar que detrás de sus caras angelicales se esconde un plan para saltar cual comandos a través de la pantalla, robarnos a los niños y echarnos de nuestras casas. Los niños estarán seguramente encantados de no volvernos a ver y cenar con Mickey y Minnie presidiendo la mesa. Hasta Pluto le pegará un mordisco en el pescuezo a nuestro perro, usurpará su cesto, se comerá su pienso y ladrará a los vecinos que bajen por las escaleras.
Cuando yo era pequeño los dibujos animados eran otra cosa, incluso los que han perdurado antes eran mucho mas sosos y mucho más ñoños, aunque afortunadamente la mayoría han fallecido por el camino. Bueno, todos no porque queda aún algún padre nostálgico que hace ver a sus hijos Heidi y la Abeja Maya mientras observa con satisfacción a los chavales delante de la pantalla con ojos como platos y la boca abierta. Pero no es admiración lo que sienten los chavales, realmente abren así la boca porque no pueden evitar su perplejidad ante tanta mugre y tanta caspa. Reconozco que los dibujos de ahora son otra cosa. Y voy hablar de los hechos para los más pequeños porque los hechos para adolescentes en mi infancia habrían tenido más rombos que un jersey de la transición.
Los dibujos modernos son videoclips llenos de música y color, sobre todo mucho color. No me extraña que existan niños que se hayan vuelto epilépticos ante tal barbaridad de cambios de planos y colores. Es como un truco de hipnosis, los niños se quedan absortos porque sus tiernos cerebros no pueden procesar a esa velocidad tanta información. Cada dos segundos, como mucho, reciben un pulso que les resetea de manera que no son capaces de cansarse nunca de lo que ven. Luego están los personajes, el 90% son animales antropomórficos con voces estridentes. Alguna vez he mirado a la cristalería que tenemos en el mueble donde está la tele y he visto a las copas retorcerse más que el cerebro de Tarantino.
Resumiendo, los dibujos de hoy en día son una mezcla de planos vertiginosos en plan Matrix, animales parlantes con voz de soprano y escenas más coloridas que un cuadro de Kandinsky. El peligro que tienen es que absorben a las criaturas y las hacen olvidar todo el contacto con el mundo real, es lo perfecto para muchos padres que precisamente lo que necesitan es una niñera barata. Como peaje pagamos miles de artículos relacionados con los personajes de los dibujos, pero es lo de menos. Lo más triste es que en cualquier caso siempre es el niño el que siempre sale perdiendo.
Siempre han existido padres que se han jactado de que sus hijos no ven la tele, suelen ser gente de principios. Pensando en ellos las multinacionales de la animación inventaron los dibujos animados educativos, un ejemplo claro son los Baby Einsteins. He visto a los padres mas estrictos caer en la trampa, los supuestos dibujos educativos son secuencias con música, marionetas, formas, colores y unas cuantas palabras inofensivas para en teoría estimular a los bebes e incluso aumentar su intelecto. ¡Mentira podrida! ¡Estos vídeos no podrían estimular ni a una magdalena!, la verdad es que están hechos para enviar mensajes subliminales a los niños que son activados como los cilones de Galáctica. Un mensaje codificado de una de las marionetas y los pequeños quedan atrapados para siempre en las redes de Disney.
Todo eso pasa delante de nuestros ojos y sin que nos demos ni cuenta. A partir de ahí nuestros hijos ya no nos pertenecen más y rinden pleitesía a los personajes de la casa de Mickey Mouse, esa especie de portal de Belén postmoderno donde habitan todos los personajes Disney con los que hemos crecido pero que ya han alcanzado la tercera dimensión. Cada vez que los veo no puedo dejar que pensar que detrás de sus caras angelicales se esconde un plan para saltar cual comandos a través de la pantalla, robarnos a los niños y echarnos de nuestras casas. Los niños estarán seguramente encantados de no volvernos a ver y cenar con Mickey y Minnie presidiendo la mesa. Hasta Pluto le pegará un mordisco en el pescuezo a nuestro perro, usurpará su cesto, se comerá su pienso y ladrará a los vecinos que bajen por las escaleras.
Cuando yo era pequeño los dibujos animados eran otra cosa, incluso los que han perdurado antes eran mucho mas sosos y mucho más ñoños, aunque afortunadamente la mayoría han fallecido por el camino. Bueno, todos no porque queda aún algún padre nostálgico que hace ver a sus hijos Heidi y la Abeja Maya mientras observa con satisfacción a los chavales delante de la pantalla con ojos como platos y la boca abierta. Pero no es admiración lo que sienten los chavales, realmente abren así la boca porque no pueden evitar su perplejidad ante tanta mugre y tanta caspa. Reconozco que los dibujos de ahora son otra cosa. Y voy hablar de los hechos para los más pequeños porque los hechos para adolescentes en mi infancia habrían tenido más rombos que un jersey de la transición.
Los dibujos modernos son videoclips llenos de música y color, sobre todo mucho color. No me extraña que existan niños que se hayan vuelto epilépticos ante tal barbaridad de cambios de planos y colores. Es como un truco de hipnosis, los niños se quedan absortos porque sus tiernos cerebros no pueden procesar a esa velocidad tanta información. Cada dos segundos, como mucho, reciben un pulso que les resetea de manera que no son capaces de cansarse nunca de lo que ven. Luego están los personajes, el 90% son animales antropomórficos con voces estridentes. Alguna vez he mirado a la cristalería que tenemos en el mueble donde está la tele y he visto a las copas retorcerse más que el cerebro de Tarantino.
Resumiendo, los dibujos de hoy en día son una mezcla de planos vertiginosos en plan Matrix, animales parlantes con voz de soprano y escenas más coloridas que un cuadro de Kandinsky. El peligro que tienen es que absorben a las criaturas y las hacen olvidar todo el contacto con el mundo real, es lo perfecto para muchos padres que precisamente lo que necesitan es una niñera barata. Como peaje pagamos miles de artículos relacionados con los personajes de los dibujos, pero es lo de menos. Lo más triste es que en cualquier caso siempre es el niño el que siempre sale perdiendo.
3 comentarios:
Me quedo con Candy Candy, jajajajajaja. ooohhh!!! Antony!!! jajajajaja
Esos dibujos son para llorar melaza!!!!
Puestos a ver dibujos japoneses me quedo con Bola del Dragón :)
yo no sé porqué odio las conversaciones sobre Dibujos animados... pero las odio.
Publicar un comentario