miércoles, 6 de enero de 2010

El poder de los caramelos


Este año es la segunda vez en mi vida que he ido a ver la cabalgata de reyes con mi hijo, el año pasado con su añito el pobre no se enteró de nada, es más tuve que consolarle un buen rato porque el pobre se murió de miedo, ¡qué gran idea que abriese una cabalgata de reyes un dragón tirando fuegos artificiales por la boca!, me parece estupendo que seamos multiétnicos, le da una riqueza al barrio desconocida para gente por ejemplo de La Moraleja, pobres, pero usar los restos del desfile del año nuevo chino me pareció bastante cutre. Sin embargo este año he de admitir que lo hemos flipado, y mira que la cabalgata ha vuelto a ser cutre, pero ser tan cochambrosa la hace fascinante, por lo menos para nosotros que somos del barrio del otro lado de la vía.

Luego hemos vuelto a casa y hemos encendido la tele, allí estaban poniendo la Gallardonata, ¡oye que poderío!, se quejarán mucho nuestros vecinos madrileños de los impuestos de Gallardón, pero por lo menos queda clarísimo que lo reinvierte en beneficio del pueblo, un primor el desfile, ¡qué carrozas!, ¡qué señora volando por los aires!, nosotros tenemos que tirar y conformarnos con el camión del butanero tuneado para la ocasión, es el alto precio a pagar por no tener zona verde y azul. Cada vez que aparco sin pagar me hierve la sangre pensando en todas las privaciones que sufrimos los de pueblo.

Y además es una cabalgata temática, toda la obra de Julio Verne por las calles de Madrid, nada más y nada menos que Verne, ese madrileño castizo. Habrá pensando el ilustrísimo y excelentísimo señor alcalde que había que dedicársela a un genio que esté a su propia altura, a un visionario como él. Él, que imagino una ciudad llena de túneles y sin atascos, él, que imaginó una ciudad olímpica, él, que imaginó que el PP era de centro y que podría eliminar a Esperanza Aguirre, él, que por la noche al acostarse se siente incomprendido por una humanidad que simplemente no le merece.

Pero volvamos al fondo del asunto, si existe algo que le da magia a la cabalgata de reyes son los niños, y no tan niños, que van tirando caramelos. Hubo unos años en los que creo que estaba prohibido y no era lo mismo, ver pasar a las “carrozas” sin un miserable sugus que echarse a la boca es como comerse un bocata de jamón a palo seco, difícil de tragar. Como la audiencia tuvo que bajar los caramelos debieron ser indultados. Fue una idea fantástica, los mejores momentos de la cabalgata no son cuando pasan los reyes saludando, de eso nada, el mejor momento de la cabalgata es ver a dos señoras de sus buenos sesenta años metiendo codos para atrapar un caramelo con publicidad de Toisaras. Ni la lucha en el barro es un espectáculo a su altura.

Y es que a la humanidad le encantan las cosas gratis, si te dan algo por feo y horroroso que sea lo acabas cogiendo. Cosas que si lo piensas en frío ni se te ocurriría tocar, los calendarios que te dan en el banco, los bolis con publicidad de la frutería, los periódicos que reparten en el metro, no creo que nadie en su sano juicio pagaría un duro por ellos, pero como son gratis… Lo peor es que una vez que hemos calmado nuestra ansia de posesión nos damos cuenta de lo gilipollas que somos y los codiciados artículos acaban en el cubo de la basura. Bueno, los jubilados no, los jubilados no tiran nada, ellos son auténticos especialistas en estos menesteres, además como no tienen mucho que hacer les encanta hacer cola en cualquier sitio que repartan algo, lo mismo les da que regalen tomates que la sardinada de las fiestas municipales, allí están ellos, impenitentes, desafiando a los elementos.

Por eso tengo mis teorías sobre la composición de los caramelos, por los efectos que producen en la gente dudo mucho de que se trate de jarabe de glucosa con algún aditivo para darles sabor y color. Yo creo que los caramelos de la cabalgata están llenos de drogaina, si no cómo se explica que he visto a un señor arrebatarle uno a un niño con los ojos inyectados en sangre, a otro pisarle a un abuelo la mano y ni por esas lo soltó, a un grupo lanzarse en plancha a por ellos como peces a los que echan pan. Es lamentable, y encima seguro que luego los tiran porque a su edad deberían vigilar el azúcar. Por eso proclamo: ¡Niños que vais en las carrozas, francotiradores edulcorados, el año que viene tirad a matar!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has hecho carcajear con tu final tan pintoresco (me lo imagino!!!! jajajajjajajajaj)
Saludos. Alejandra.

Newland23 dijo...

Ufff!! A mí me dieron mucho miedo, si son capaces de hacer eso por unos caramelos no quiero ni pensar que harían por un billete de cinco euros...

Anónimo dijo...

Me encanta el nuevo look del blog!!!!!!!!!
Un besito
Alejandra.

Newland23 dijo...

El dibujo es un regalo de reyes, me encanta!!!!

Señorita Hormiga dijo...

Jajaja es bestial, pero también agudiza el ingenio de la gente, como los fantásticos paraguas al revés. Impresionante todo lo que puede dar de si una cabalgata.