Si existe algo en este mundo que no soporto son los anti todo, la gente con prejuicios, los predicadores, los que solo pueden ver en blanco y negro y además lo llevan a gala. Teniendo en cuenta lo que voy a escribir después casi me parece que empiezo con una justificación, pero no lo es, es simplemente una reivindicación. Y lo digo porque a muchos que no hayan escuchado una canción de extremoduro el título de este post les echará para atrás, peor para ellos, tampoco quiero decir que a todo el mundo les tenga que gustar, pero por lo menos el que hable que hable sabiendo lo que está diciendo.
Todos tenemos una historia personal y por supuesto yo también, mi historia no se puede entender sin la música, no es que me guste escuchar música, no, es que necesito escuchar música, no entiendo la vida sin la música, todos mis recuerdos tienen banda sonora, y por supuesto no estoy hablando solo de rock, porque me gusta todo, o casi todo, depende del momento. No voy a empezar ahora un debate sobre mi cultura musical, pero seguro que la canción en la que estás pensando ahora, la conozco, sé quien la toca y chapurreo la letra.
Yo crecí escuchando copla y flamenco, no sabía quiénes eran los escarabajos pero podía cantar con soltura a Manolo Caracol, Rafael Farina o a La Paquera de Jerez, es lo que había. Tuvieron que pasar muchos años para que en mis recuerdos se cuelen canciones de las Bangles o Madonna, pero fue algo transitorio porque pronto caí en las redes de mis primos mayores con los que compartía vacaciones. Es ley de vida querer ser como tus primos, así que comencé a pedirles prestadas sus cintas TDK o BASF de 90 minutos con los últimos éxitos de Judas, Iron Maiden, AC/DC o Black Sabbath. Me hice Heavy, y sí, he llevado pantalones elásticos, chupa llena de chapas y largas greñas. Hasta que llegué a la universidad y mis gustos musicales se fueron ampliando al ritmo que disminuían mis melenas. Desde entonces he escuchado música compulsivamente, es más, he llegado a un punto en el que no sé concentrarme si no consigo que la música me aísle del mundo, estudiaba con música a todo volumen, trabajo con los auriculares con el volumen más alto que me permite escuchar el teléfono y, por supuesto, escucho música mientras junto estas palabras.
Extremoduro pertenece a aquella época, a mis universitarios noventa. Al principio me parecían unos tíos graciosos con letras divertidas, ni siquiera sabía aún que Extremoduro no existe y que de lo que hay que hablar es del Robe, pero eso duró lo que tardé en escuchar el Deltoya y su “Ama, ama, ama y ensancha el alma”, era un gran disco y descubrí que alguien capaz de cantar “hay que volar libre al sol y al viento repartiendo el amor que tengas dentro” podía ser un drogadicto, sí, pero también alguien especial. Hasta que llegó mayo del 96, un mes que recordaré por dos cosas, la primera es que salió a la venta el mejor disco de rock español de todos los tiempos “Agila” y que lo compré por mil pelas en Doctor CD, esa tienda de la calle Luna a cien metros de la FNAC donde se podían comprar los discos superventas, eso sí, siempre desprecintados y con dudosa legalidad. La segunda es que me rompieron el corazón como nunca antes ni después lo han hecho, en mitad de unos exámenes, que no recuerdo haber hecho.
De eso no quiero hablar, no merece ni un mal recuerdo, pero recuerdo haber escuchado esos días canciones de Extremoduro sin parar buscando consuelo, hice mío aquello de “Desde que tú no me quieres yo quiero a los animales y al animal que más quiero es al buitre carroñero. Desde que tú no me quieres yo todos los días me muero y alimento con mi carne en Monfragüe buitres negros”. También llegué a pensar que la estrofa “Mi corazón, que lo perdí en un mes de mayo se lo encontraron en un bar donde se moja con luces rojas” de la canción Tu Corazón la habían escrito pensando en mí. Pero sobre todo recuerdo pasar tardes infinitas escuchando la canción So Payaso en modo continuo perdiendo la cuenta de las veces que ya la había oído. Así me sentía yo por haber confiado en quien no lo merecía.
Desde entonces he ido comprando todos sus discos y he cantado hasta quedarme afónico en sus conciertos. Me han acompañado durante veinte largos años y creo que forman parte de mi vida, como tantas otras cosas, importantes o no. Ahora que escribo lo que me pasa me apetecía escribir de ellos, ¿por qué?, porque en medio de la crisis existencial que me inunda he escuchado por azar La Vereda de la Puerta de Atrás, la frase “Y si fuera mi vida una escalera me la he pasado entera buscando el siguiente escalón, convencido que estás en el tejado esperando a ver si llego yo” resume lo que me pasa, no sé dónde voy ni quien me espera al final del camino. Es difícil de explicar, ni yo me entiendo, pero ellos ya lo habían cantado “Dices que a veces no comprendes qué dice mi voz ¿Cómo quieres que yo sepa lo que digo? Si entre los dedos se me escapa volando una flor y ella solita va marcando el camino”.
No quiero seguirla ni alcanzarla, solo quiero que no se marchite.
Todos tenemos una historia personal y por supuesto yo también, mi historia no se puede entender sin la música, no es que me guste escuchar música, no, es que necesito escuchar música, no entiendo la vida sin la música, todos mis recuerdos tienen banda sonora, y por supuesto no estoy hablando solo de rock, porque me gusta todo, o casi todo, depende del momento. No voy a empezar ahora un debate sobre mi cultura musical, pero seguro que la canción en la que estás pensando ahora, la conozco, sé quien la toca y chapurreo la letra.
Yo crecí escuchando copla y flamenco, no sabía quiénes eran los escarabajos pero podía cantar con soltura a Manolo Caracol, Rafael Farina o a La Paquera de Jerez, es lo que había. Tuvieron que pasar muchos años para que en mis recuerdos se cuelen canciones de las Bangles o Madonna, pero fue algo transitorio porque pronto caí en las redes de mis primos mayores con los que compartía vacaciones. Es ley de vida querer ser como tus primos, así que comencé a pedirles prestadas sus cintas TDK o BASF de 90 minutos con los últimos éxitos de Judas, Iron Maiden, AC/DC o Black Sabbath. Me hice Heavy, y sí, he llevado pantalones elásticos, chupa llena de chapas y largas greñas. Hasta que llegué a la universidad y mis gustos musicales se fueron ampliando al ritmo que disminuían mis melenas. Desde entonces he escuchado música compulsivamente, es más, he llegado a un punto en el que no sé concentrarme si no consigo que la música me aísle del mundo, estudiaba con música a todo volumen, trabajo con los auriculares con el volumen más alto que me permite escuchar el teléfono y, por supuesto, escucho música mientras junto estas palabras.
Extremoduro pertenece a aquella época, a mis universitarios noventa. Al principio me parecían unos tíos graciosos con letras divertidas, ni siquiera sabía aún que Extremoduro no existe y que de lo que hay que hablar es del Robe, pero eso duró lo que tardé en escuchar el Deltoya y su “Ama, ama, ama y ensancha el alma”, era un gran disco y descubrí que alguien capaz de cantar “hay que volar libre al sol y al viento repartiendo el amor que tengas dentro” podía ser un drogadicto, sí, pero también alguien especial. Hasta que llegó mayo del 96, un mes que recordaré por dos cosas, la primera es que salió a la venta el mejor disco de rock español de todos los tiempos “Agila” y que lo compré por mil pelas en Doctor CD, esa tienda de la calle Luna a cien metros de la FNAC donde se podían comprar los discos superventas, eso sí, siempre desprecintados y con dudosa legalidad. La segunda es que me rompieron el corazón como nunca antes ni después lo han hecho, en mitad de unos exámenes, que no recuerdo haber hecho.
De eso no quiero hablar, no merece ni un mal recuerdo, pero recuerdo haber escuchado esos días canciones de Extremoduro sin parar buscando consuelo, hice mío aquello de “Desde que tú no me quieres yo quiero a los animales y al animal que más quiero es al buitre carroñero. Desde que tú no me quieres yo todos los días me muero y alimento con mi carne en Monfragüe buitres negros”. También llegué a pensar que la estrofa “Mi corazón, que lo perdí en un mes de mayo se lo encontraron en un bar donde se moja con luces rojas” de la canción Tu Corazón la habían escrito pensando en mí. Pero sobre todo recuerdo pasar tardes infinitas escuchando la canción So Payaso en modo continuo perdiendo la cuenta de las veces que ya la había oído. Así me sentía yo por haber confiado en quien no lo merecía.
Desde entonces he ido comprando todos sus discos y he cantado hasta quedarme afónico en sus conciertos. Me han acompañado durante veinte largos años y creo que forman parte de mi vida, como tantas otras cosas, importantes o no. Ahora que escribo lo que me pasa me apetecía escribir de ellos, ¿por qué?, porque en medio de la crisis existencial que me inunda he escuchado por azar La Vereda de la Puerta de Atrás, la frase “Y si fuera mi vida una escalera me la he pasado entera buscando el siguiente escalón, convencido que estás en el tejado esperando a ver si llego yo” resume lo que me pasa, no sé dónde voy ni quien me espera al final del camino. Es difícil de explicar, ni yo me entiendo, pero ellos ya lo habían cantado “Dices que a veces no comprendes qué dice mi voz ¿Cómo quieres que yo sepa lo que digo? Si entre los dedos se me escapa volando una flor y ella solita va marcando el camino”.
No quiero seguirla ni alcanzarla, solo quiero que no se marchite.
6 comentarios:
Robe Iniesta es grande a pesar de Robe Iniesta.
Agila me parece un disco buenísimo. También me gustó mucho Rock Transgresivo.
La verdad es que después de Agila no me he comprado ni escuchado ningún disco nuevo.
Daeddalus, no hubiera sabido decirlo mejor con menos palabras, espero que nos dure mucho tiempo.
ND, después de Agila no han vuelto a hacer un disco tan bueno en conjunto, pero creo que si han hecho una decena de sus mejores canciones, brujelea un poco por la red.
No es que sea súper fan pero me gustan sus canciones. De hecho hay una que no recuerdo ahora ni como se llama ni la letra, mierda de memoria, que me encantaba. Quién sabe, a lo mejor ni siquiera era suya :)
Annie con esas pistas a lo mejor era el himno nacional ;)
No, ya me he acordado y resulta que era de Platero. Ya sabía yo que me fallaba la memoria para lo importante.
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