martes, 18 de enero de 2011

Et maintenant?


Sabía que este día tenía que llegar, lo mismo que llegará el día en el que no seamos nada el uno para el otro, y me duele, y me dolerá, pero ya no lo sabrás y mi dolor será en balde. Te vas, y la sensación de vacío que me dejas en el estómago me sorprende, sobre todo porque ya hacía tiempo que te habías ido, a pesar de que físicamente sigues estando cerca, tampoco vas a leer esto, no importa. Son las cosas de la vida, de la agenda, de la desidia, de lo imposible... aunque no me canso de repetirme, de repetirte, lo importante que eres para mí ahora que, tal vez, ya es tarde.

Recuerdo perfectamente el día en el que te conocí, me gustaste mucho porque tenías cara de niña buena y ojos de lista, de listísima, y una forma de ser que invitaba a compartir una sonrisa. Afortunadamente no se me ocurrió al conocerte hacer el chiste fácil de la revista y las medias con tu nombre porque hubieras pensado que soy un idiota y ha sido mejor que te hayas ido dando cuenta a tu manera. Recuerdo tu español dubitativo y con acento francés, cambiando las zetas por eses y sin pronunciar una jota como Dios manda, estoy seguro de que te costaría horrores entenderme porque hablo como una metralleta, sin embargo ponías cara de pillarlo todo y no me pedías repetir una palabra. En un pispas hablabas mejor que yo pronunciando perfectamente robot, Juanjo y manzana.

Qué hacías en la empresa patera nunca lo sabré, pero me alegro de que por una vez te hayas equivocado en algo, no fue mucho tiempo el que pasamos juntos pero para mí fue importante porque comenzaron a cambiar muchas cosas en mi cabeza, de alguna tú tienes la culpa. Por cosas de las empresas me tocó ser algo parecido a tu jefe, y jamás escuché una queja a pesar de que sé que era algo duro contigo, luego me han contado que te lo hice pasar un poco mal, pero jamás de tus labios, ya sabes que no era por putearte, era porque eres buenísima y esperaba de ti todo lo que te he visto hacer, y muchas más cosas que harás, no tengo duda. No sé que pensarías de mí el día que pediste la cuenta y sin mover ni una ceja te dije que eran cosas que pasaban porque nunca hemos hablado de ello, pero se me rompió el alma cuando tuve que decirte que no era necesario que volvieses mañana.

Es gracioso que recuerde primero el principio y el fin, y no las cosas que pasaron entre medias, cosas de esas que unen a las personas, muchas risas y alguna que otra lágrima, posiblemente más mías que tuyas porque soy un llorón y tú eres una educada chica francesa. Te encantaba chincharme y repetirme una y mil veces que soy un quejica, y te prometo que de tanto decírmelo me quedé con la copla, cada vez que pienso en quejarme por algo veo tu rostro echándomelo en cara y se me pasan las ganas de hacerlo, porque eres de las pocas personas cuya opinión me importa y me tomo en serio porque sé que tienes la cabeza bien amueblada, a lo mejor demasiado, pero no eres fría, todo lo contrario, eres cariñosa y te haces querer, mucho más que lo que anteayer pensaba.

Tienes la culpa de que me atreviese con el francés, mitad por apuesta contigo mitad por demostrarte que no soy tan negado como parezco ser, y me ha salido el tiro por la culata porque efectivamente soy más torpe que Monsieur Patata. Vamos, que hemos hablado una vez en francés y porque a la otra francesa presente le dio la gana, porque no acabo de entender esa teoría de que con una persona se habla en el idioma en el que se la ha conocido, pero si tú lo dices será verdad, que para eso eres políglota y tienes mucha más experiencia conociendo personas que hablan como les da la gana. Y aunque contigo haya sido un fracaso me has abierto un mundo que desconocía, has derribado algunos prejuicios y me has hecho ganar Bélgica, Suiza y Francia, como aquel día en el que coincidimos sin saberlo en el mismo avión a Paris y conseguí que todas las azafatas me miraran con mala cara, o aquel día que compramos ese queso que olía a perros muertos en Estrasburgo y que unos días (y unas cuantas pituitarias torturadas) más tarde cenamos en tu casa.

Creía que eras nuestra pero me equivocaba del todo, tú eres de aquí y de allá, eres del mundo y no veo cómo nadie te va a poder cortar las alas. Me duele enterarme de tu marcha cuando ya tienes fecha de partida y ni siquiera sé los motivos, aunque me los puedo imaginar, al final son los motivos de todos, la tierra tira, la sangre tira, el sol ya no importa y menos irse por Chueca de farra. Te vas y siento que se va un trocito de mí, y, aunque ya nos hemos contado todas las mentiras del a nosotros no nos va a pasar, casi pienso en ti en pasado, aunque apenas teníamos ya presente. Te deseo buena suerte en la ciudad de los ladrillos rosas, en la que espero verte algún día para poder charlar largo y tendido, si es que alguno de los dos todavía recuerda el idioma del otro, bueno, tú seguro que sí, que para eso eres la lista y yo el de la mala memoria. Aunque lo mejor será mirarte a los ojos y poder decirte con ellos esas palabras de afecto que significan lo mismo en cualquier idioma y que a veces son tan innecesarias.






Et maintenant que vais-je faire
De tout ce temps que sera ma vie
De tous ces gens qui m'indiffèrent
Maintenant que tu es partie

Toutes ces nuits, pourquoi pour qui
Et ces matins qui reviennent pour rien
Ce cur qui bat, pour qui, pourquoi
Qui bat trop fort, trop fort

Et maintenant que vais-je faire
Vers quel néant glissera ma vie
Tu m'as laissé la terre entière
Mais la terre sans toi c'est petite

4 comentarios:

Sil dijo...

Jo, qué bonito. Aunque sea una despedida, es muy muy bonita. Ahí hay mucho respeto y mucho cariño :)

Anniehall dijo...

Qué perra es la agenda, la rutina, la vida cotidiana...

Y qué despedida más chula. Ojalá la lea.

molinos dijo...

He estado aquí y te he leído.

Haz que lo lea.

el chico de la consuelo dijo...

puffffff, pufffffffff,pufffffffff.
los pelos com espinete tengo.