En
la segunda quincena de septiembre, los esforzados miembros del
Club
de Lectura 2.0
hemos leído “La noche en que Frankenstein leyó el Quijote”, un
pequeño libro de título genial, repleto de anécdotas relacionadas
con la literatura y escrito por mi admirado Santiago
Posteguillo. Con esta lectura hemos completado con relativo éxito
nuestro maratón estival, y yo creo que este libro, que yo mismo
propuse, nos ha dejado un buen sabor de boca.
Cuando
a finales del año pasado me tocó pensar en los libros que
propondría al resto del club, me propuse firmemente acertar con las
propuestas, y aunque mis compañeros no estarán muy de acuerdo,
porque los conozco, creo que después de todo lo que hemos compartido no es tan difícil intentarlo, otra cosa es que un libro salga rana
por pura mala suerte, pero aquí hemos venido a jugar, aunque no con
Posteguillo, que me parece un valor seguro, del cual me he leído
casi todos sus libros de romanos, tan bien escritos, tan bien
documentados y tan entretenidos. Juntar esa experiencia con nuestra
curiosidad lectora parecía una buena idea.
La
Editorial Planeta, que publica el libro, nos dice de él lo
siguiente: “¿Quién escribió las obras de Shakespeare? ¿Qué
libro perseguía el KGB? ¿Qué novela ocultó Hitler? ¿Quién pensó
en el orden alfabético para organizar los libros? ¿Qué autor burló
al índice de libros prohibidos de la Inquisición? Estos y otros
enigmas literarios encuentran respuesta en las páginas de La noche
en que Frankenstein leyó el Quijote, un viaje en el tiempo por la
historia de la literatura universal de la mano de Santiago
Posteguillo, uno de los novelistas históricos más reconocidos por
la crítica y el público de los últimos años. Y un profesor de
literatura…poco convencional.”
Como
ya os podéis imaginar poco puedo desvelar del contenido del libro,
porque sería destrozarlo, y os recomiendo con rotundidad su lectura.
Dentro de él nos encontramos casi de todo, a saber, escritores que
escapan a la muerte, tal cual, libros que se libran de ser destruidos
e incluso personajes de ficción que por aclamación popular terminan
siendo resucitados. Entre medias vemos por qué un determinado libro
llamó la atención, o no, de un avispado editor, encontramos
editoriales que se niegan a pagar derechos de autor pasándose de
listas, escritores acusados de tener un negro a sueldo, incluso se
trata, en uno de los capítulos, la historia de cómo Galdós no ganó
el premio Nobel, algo que los lectores habituales de las aventuras y
desventuras de nuestro club saben que nos duele, lo más curioso es
que el motivo que valía hace un siglo hubiera valido hoy, así
somos.
Sólo
hay una cosa que le reprocho a “La
noche en que Frankenstein leyó el Quijote”, y es su
brevedad. Creo que despacha muchas historias en muy poco espacio, sin
entrar en mucha más profundidad de lo que Posteguillo puede creer
necesaria, pero me temo que no es la misma profundidad que espera un
lector entregado y ávido de más detalles. Que el libro se quede en
una colección de relatos para pasar cinco minutos es una auténtica
pena, y ojo, yo creo que es algo muy calculado por Posteguillo, que
tal vez trata de vender un producto ligero que atrape a cualquier
tipo de público. Estoy seguro de que este libro se debe vender como
churros como regalo socorrido en navidades y demás ocasiones.
Como
siempre, encontraréis otras opiniones en las reseñas
de Desgraciaíto,
Carmen,
Paula
y Bichejo, ¡corred a leerlas!
3 comentarios:
Ya me figuraba que eras muy fan, con todos los libros que tiene de romanos. A mí no me ha molestado que las historias fueran cortas, al revés, se agradece mucho. Algunas no daban mucho de sí, y de todos modos, creo que se propone más la pincelada que el ensayo profundo, y luego cada cual que profundice si quiere. Y al final del libro, en los agradecimientos, dice que los capítulos están sacados que relatos que hizo para el periódico Las Provincias.
Estoy con Carmen. Para mí la brevedad de las historias ha sido un punto a favor. Si se enreda de más acabamos como con el señor que caminaba y se perdía en la retórica.
Gracias por el dato, buscare el libro
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