martes, 15 de septiembre de 2009

Yo soy de romanos


Yo soy de romanos, si, pero soy más de cartagineses, es una de las múltiples contradicciones que han ido marcando mi vida. Y es que nunca me han gustado los ganadores, no son interesantes. Los ganadores son los abusones del colegio, los niños de papá, los guapos e incluso los que la tienen más grande. ¿Dónde está el mérito?

Los romanos eran unos cabrones que no querían ir al recreo con los demás niños, les zurraban de lo lindo y encima les quitaban el bocadillo. Si además se quejaban corrían el riesgo de acabar con un ojo morado y un brazo roto en el hospital. Por desgracia en todos los colegios sigue habiendo niños así. Normalmente tienen éxito y nadie les recrimina nada, es más, sus amigos les ríen las gracias y los desconocidos piensan que son solo travesuras. Si eres saharaui, palestino o tibetano seguro que a ti no te parecen tan simpáticos.

Y sé de lo que hablo porque fui un niño gordito. Bueno, no, yo no fui un niño gordito, yo fui un gordito que tuvo la mala suerte de ser niño y eso viviendo al otro lado de la vía se pagaba caro. Además sacaba buenas notas, ¡qué ironía del destino! Visto con un poco de perspectiva entiendo a todos aquellos que tenían el deseo diario de darme de hostias. ¡Si les iba provocando!

Pero no me quiero desviar del tema, volvamos a los romanos. Cuando habían terminado la primaria y comenzaban el instituto llego Aníbal, ¡qué crack! Estaban los romanos presumiendo de su incipiente barba cuando de repente Aníbal se les coló en la fiesta y les partió la cara. Y lo peor no es que te partan la cara, lo peor es que lo hagan delante de los de tu clase y delante de la reina del baile. Acabas siendo el hazmerreír y te crecen los enanos.

Dicen que a Aníbal de pequeño le hicieron jurar odio eterno a Roma, yo no me lo creo, las cosas se odian por vocación no por obligación. Y lo sé porque nadie quiere por obligación, se quiere por inconsciencia. Y del amor al odio solo hay un paso.

Aníbal era el Julio Salinas de la antigüedad, tuvo arrinconados a los italianos, dominó el partido de cabo a rabo pero le faltó rematar. Él, como Julio Salinas, llegó hasta la misma puerta y cuando se vio allí solo delante de Pagliuca se le puso el sol. En ese momento supo que la había pifiado, y cuando miró atrás para ver quien le iba a cubrir las espaldas vio la aterradora silueta de Zubizarreta. ¡Joder!, me he cruzado los Alpes en elefante y me ponen de portero a Zubizarreta, ¡porca miseria! Aunque el partido aún estaba empatado solo podía perder. Y perdió.

Y perder es molesto, primero por orgullo pero sobre todo porque la distancia que separa tu cabeza de los hombros tiende a incrementarse peligrosamente o terminas viendo pasar a las rubias desde una cruz. Y claro, eso está bien si fueran las once de la mañana y en vez de subido a una cruz estuvieras subido a un andamio con las manos llenas de yeso, pero agonizar con las piernas partidas da muy mal rollo, las rubias ni te miran.

Así que los pobres cartagineses fueron borrados de la faz de la tierra y los romanos fueron en busca de otros niños a los que amedrentar. ¡Y vaya si lo hicieron! Yo en el fondo les estoy muy agradecido, fueron creando mitos románticos compañeros de mi adolescencia (a falta de mejor compañía, sobre todo femenina) y en algún momento, quién sabe cuando, romanizaron a algún pobre salvaje que fue antepasado mío. Gratias maximas

2 comentarios:

el chico de la consuelo dijo...

Es cojonudo a estas alturas de la pelicula escribir un comentario aqui, al principo, pero estaba yo repasando los romanos,por eso de que mañana tengo que intoducirme por primera vez en el proceloso mundo de las Galias.
Es mi primer tortazo para bajarme los humos de persona leida en historia, porque mis conocimientos tienen agujeros negros, entre ellos la historia de Francia.
Y claro la cosa no tendría mayor problema si no hubiera tenido la idea peregrina de que mis churumbeles no fueran al cole francés.
Y me he dicho igual el amigo juanjo cuenta de una manera ocurrente algun capitulo y en esas estabamos dando un repaso...
pero como soy tipo facilmente enganchable pues ya me he quedado dando tumbos por tu prehistoria bloguera.
Y por aqui que me quedare un rato mientras me zampo un bocata de pavo empanao con tomate.
abrazos.

Newland23 dijo...

Qué ilusión, además, creo que era un post estupendo de lo que ahora no sé escribir. Tengo que ponerme las pilas. Otro abrazo.