viernes, 3 de septiembre de 2010

Cómo estropear unas vacaciones

Ponga en un bol:

- 200 gramos de improvisación.
- 150 gramos de dejadez.
- Una pizca de estupidez.
- Unas gotas de confianza.

Remueva bien, deje reposar la mezcla dos meses.

Miércoles por la tarde, suena mi teléfono, es mi padre, ¿mí padre?, si ya he hablado con él esta mañana, me da mal rollo, mi padre no regala un segundo innecesario de móvil a la compañía. Descuelgo, me llama membrillo, seguramente tiene razón, algo habré hecho.

Mi padre es todo lo que la genética me negó, guapo, simpático, con don de gentes y sobre todo listo, más que el hambre. Ese sexto sentido hace que desconfíe de sus hijos, siempre, nunca lo dirá, pero yo sé que en la sombra repasa todas nuestras acciones hasta asegurarse de que no hemos metido la pata, y menos mal. Antes de irnos de vacaciones tan felices a su casa del pueblo me preguntó, como el que no quiere la cosa, si teníamos todo preparado para el cole del niño, sí, respondí con aplomo, bueno menos la solicitud del comedor que es a principios de septiembre. Yo mismo decidí que el día seis iríamos a hacer la solicitud, porque es un día que a mi entender se puede incluir entre los de primeros de septiembre, pero no, cada vez que doy algo por supuesto termina siendo una tremenda cagada.

Para mi padre principios de un mes es el día uno, el día dos puede ser que sea demasiado tarde, así que el día uno por la tarde se presentó en el colegio para informarse, anónimamente, sin decirnos ni pío y sí, una vez más nos dejó en evidencia, el día tres se acababa el plazo de solicitudes y yo tan ricamente haciendo el primo a 400 km. Como existen pocas plazas de comedor, cosa que no entiendo, ponen requisitos de admisión, cosa que sí entiendo, así que piden la vida laboral de los padres, en nuestro caso solo la mía. Total, que vuelta a toda prisa a Alcorcón para sacar la dichosa vida laboral y entregar la documentación a tiempo, además humillado y con el rabo entre las piernas.

Y total para nada, porque como no trabajamos los dos ya me han dicho que no tendremos plaza, salvo que nos den la beca de comedor, algo que sabremos a finales de mes cuando ya llevemos quince días de curso. Pequeños desajustes administrativos. Pero claro, si mi mujer quiere buscar trabajo necesitamos al niño en el comedor, pero no tenemos comedor por no tener trabajo, es la pescadilla que se muerde la cola, podríamos intentar cambiarle de centro pero a lo mejor tenemos comedor cuando ya sea tarde. He peregrinado por los colegios de la zona pero ninguno se moja a decirme que le sobrará una plaza de comedor, con lo cual para qué le voy a cambiar de colegio cuando sé que en el que tiene plaza es un buen colegio y además bilingüe… un jaleo. Así que estoy a la espera de que otro colegio de la zona (el único que me ofrece algo de confianza) me diga si me puede dar plaza de comedor para ir a hablar con un ente llamado “la comisión”, encargado de gestionar posibles traslados extraordinarios de expedientes. Lo de la comisión me repele y me acojona, me imagino a unos señores/as con los ojos inyectados en sangre retorciéndome en un potro de tortura, desnudo y con una bola en la boca para que mis alaridos no alerten a las siguientes víctimas. Bueno, como en las solicitudes veo el anagrama de la comunidad a la que me imagino es a Esperanza torturándome, porque Esperanza me da mucho miedo, pero eso quizá sea un delirio paranoide que tal vez no venga a cuento.

La realidad es que he fastidiado dos de mis seis días de vacaciones para no resolver nada, de seis días cuatro me los pasaré al volante, estoy más cabreado que si tuviera que trabajar. Por lo menos la vuelta será más agradable, estoy haciendo tiempo para que mi padre se escape de su trabajo donde no trabaja más que 33 días al año para no hacer nada, cosas de las prejubilaciones que nosotros no conoceremos. Sólo serán cuatro horas para recordarme que soy un inconsciente y un dejado, mi plan es que cuando conduzca él probaré a hacerme el muerto.

2 comentarios:

El niño desgraciaíto dijo...

Lo de los colegios, bueno, la administración de educación es de lo peor que hay. Es nombrarla y se me erizan los cabellos.

Yo tengo la teoría de que nadie en ninguna consejería de educación o ministerio, nadie que mande, está claro, ha ido nunca a un colegio público más que a inaugurarlo y por eso hacen esos proceso imposibles e imbéciles que son intrínsecamente injustos.

Ves? Ya me he calentado! Me callo que al final me va a salir una úlcera.

Anniehall dijo...

Pobrecito