Después del gran y anónimo post que le dediqué a Atila, que si no habéis leído ya le podéis dar al hipervínculo, a medio petición del Explorador hoy voy a atreverme a hablar un poco de otro de esos personajes cuya mera mención hacían que le temblaran las canillas a media antigüedad. Asombrosamente, para liarla lo parda que la lió, es un gran desconocido para el gran público, y no se lo merece en absoluto, porque fue capaz de montarse un imperio, eso sí, a base de cortar cabezas, allí donde hoy en día los marines fracasan, su nombre es Tamerlán.
Tamerlán es el nombre occidentalizado de Timur Lang. En unos lados he leído que significaba Timur el Tuerto y en otros Timur el Cojo, espero por su bien que solo tuviera uno de los dos problemas, aunque ya igual le da, porque si de verdad era cojo y tuerto debía ser un espectáculo andante. Sé que es cruel, pero mi profesor de máquinas eléctricas era cojo y tuerto y le llamábamos el Fistro, no digo más, corría la leyenda de que algún chirifú le había pegado un linternazo, y yo me la creo, aunque en su defensa diré que era un profesor estupendo, gracias a sus lesiones cambié la alta tensión por los miliamperios. Yo no tengo ni idea de si Tamerlán era cojo o tuerto, pero un fistro desde luego que no era, por si acaso vamos a zanjar el asunto llamándole Timur el Grande.
Timur nació en 1336, 40 años después de que los cristianos abandonaran definitivamente tierra santa, cerca de Samarkanda, en la actual Uzbekistán. Era de origen turco y mongol, ambos pueblos llegados del centro de Asia, no hay que olvidar que por entonces en la actual Turquía a duras penas el imperio bizantino, cristiano, resistía a los otomanos, musulmanes, al igual que lo era Tamerlán. Tras la muerte de Gengis Kan, el imperio mongol se había desintegrado en una serie de kanatos, uno de ellos era la Transoxiana, allí creció la criatura. Tamerlán era de origen noble y naturaleza trepa, de manera que se declaró heredero sanguíneo del bueno de Gengis Kan. Por supuesto, a la hora de reclamar reinos, cualquiera podía decir que era descendiente de quien le viniera en gana, a falta de pruebas de ADN estoy seguro de que a Gengis Kan le salieron más hijos bastardos que al Cordobés y a Maradona juntos.
Tamerlán, con solo 26 añitos, dio lo que ahora llamamos un golpe de estado, parece ser que a su propio suegro, porque las familias reales de entonces no eran tan amorosas como las de ahora, posiblemente no todos cobraban de los presupuestos generales del kanato. Tras eso, y tras eliminar a todos los posibles rivales, se proclamó Emir en 1370 y fijó su capital en Samarkanda. A partir de ahí todo fue coser y cantar, guerreando y conquistando territorios con una fiereza y eficacia que en nada tenían que envidiar a su supuesto ancestro , todo ello con la idea de devolver su esplendor al imperio mongol y emular, de paso, a Alejandro Magno. Porque oye, era nacer entre el Indo y el Orontes y a cualquier gobernador, rey o emir le daba por fundar un imperio al estilo del rubiales macedonio de cabeza leonina.
Apoyado por un ejercito brutal y sanguinario, en unos 25 años había conquistado territorios desde la actual Turquía hasta la India, luego se dio una vuelta por las estepas rusas y más tarde se encaminó a Siria, siendo recordadas con pavor las tomas de Bagdad y Damasco, ciudades que ya habían sido un siglo antes conquistadas a los mamelucos y destruidas por otro supuesto nieto de Gengis Kan, llamado Hulagu Kan. Está claro que vivir en la antigüedad era un sinvivir, si es que vivías, porque las tropas de Tamerlán agradecían la resistencia de los sitiados separándoles de forma traumática la cabeza del resto del cuerpo y después, con las cabezas decapitadas, se entretenían haciendo macabras pirámides que servían de aviso a navegantes. Obviamente, como ya me he cansado de repetir en otros post, la vida humana no valía un pimiento, y más la de los enemigos, la palabra genocidio prácticamente significaba defensa propia, acompañada de ese término, ahora tan de moda, que es la guerra preventiva.
Llegado a este punto, Tamerlán se encontró con que el único imperio que le podía hacer algo de sombra era el otomano, y entonces si alguien te hacía sombra debía ser eliminado. Por supuesto que los otomanos pensaron lo mismo, y la cagaron, pero a base de bien. Los otomanos estaban a punto de hacer caer al imperio bizantino, de hecho poco más que la misma Bizancio les quedaba a los romanos de oriente, los otomanos se habían hecho ya con los territorios de Anatolia y de los balcanes cuando se enfrentaron a Tamerlán. En 1402 hubo una batalla tremenda, llamada de Angora (Ankara), en la que pudieron combatir cerca de medio millón de soldados, eso para la época es una auténtica barbaridad, tanto que a mí me cuesta creerlo, allí el genio militar de Tamerlán le dio la victoria y los otomanos fueron arrasados. Imagino que los bizantinos estaban esperando su turno para ser conquistados cuando Tamerlán dio media vuelta y puso rumbo a China. De esa forma Bizancio resistió aún cien años a los otomanos que al final se acabaron recuperando y los conquistaron.
Pero fue camino de China, en 1405, donde Tamerlán sufrió su primera y última derrota, y no fue en el campo de batalla. Timur estaba maquinando cómo hincarles el diente a los chinos, que ya debían ser una legión, más o menos por la actual Kazajistán, cuando le dio un chungo que se lo llevó por delante, desgraciadamente para él en eso sí que se pareció a Alejandro, porque lo más normal en esos casos era morir por una ingesta masiva acero forjado. También era normal que los imperios creados por el carisma personal se desintegrasen a la muerte de su conquistador, y aquí se confirmó la regla, los sucesores de Tamerlán se repartieron los pedazos para gran alivio de chinos y otomanos.
Tamerlán fue un pieza, sin duda, pero la vida entonces era así. En su haber podemos poner que en sus territorios floreció la economía, que se reactivaron rutas comerciales como la de la seda, que era un amante del arte y que la cultura conoció una época de esplendor. Como siempre me queda la duda de si habría que admirarlo o que despreciarlo, es difícil. De cualquiera de las maneras imagino que Alá ya le habrá juzgado.
Tamerlán es el nombre occidentalizado de Timur Lang. En unos lados he leído que significaba Timur el Tuerto y en otros Timur el Cojo, espero por su bien que solo tuviera uno de los dos problemas, aunque ya igual le da, porque si de verdad era cojo y tuerto debía ser un espectáculo andante. Sé que es cruel, pero mi profesor de máquinas eléctricas era cojo y tuerto y le llamábamos el Fistro, no digo más, corría la leyenda de que algún chirifú le había pegado un linternazo, y yo me la creo, aunque en su defensa diré que era un profesor estupendo, gracias a sus lesiones cambié la alta tensión por los miliamperios. Yo no tengo ni idea de si Tamerlán era cojo o tuerto, pero un fistro desde luego que no era, por si acaso vamos a zanjar el asunto llamándole Timur el Grande.
Timur nació en 1336, 40 años después de que los cristianos abandonaran definitivamente tierra santa, cerca de Samarkanda, en la actual Uzbekistán. Era de origen turco y mongol, ambos pueblos llegados del centro de Asia, no hay que olvidar que por entonces en la actual Turquía a duras penas el imperio bizantino, cristiano, resistía a los otomanos, musulmanes, al igual que lo era Tamerlán. Tras la muerte de Gengis Kan, el imperio mongol se había desintegrado en una serie de kanatos, uno de ellos era la Transoxiana, allí creció la criatura. Tamerlán era de origen noble y naturaleza trepa, de manera que se declaró heredero sanguíneo del bueno de Gengis Kan. Por supuesto, a la hora de reclamar reinos, cualquiera podía decir que era descendiente de quien le viniera en gana, a falta de pruebas de ADN estoy seguro de que a Gengis Kan le salieron más hijos bastardos que al Cordobés y a Maradona juntos.
Tamerlán, con solo 26 añitos, dio lo que ahora llamamos un golpe de estado, parece ser que a su propio suegro, porque las familias reales de entonces no eran tan amorosas como las de ahora, posiblemente no todos cobraban de los presupuestos generales del kanato. Tras eso, y tras eliminar a todos los posibles rivales, se proclamó Emir en 1370 y fijó su capital en Samarkanda. A partir de ahí todo fue coser y cantar, guerreando y conquistando territorios con una fiereza y eficacia que en nada tenían que envidiar a su supuesto ancestro , todo ello con la idea de devolver su esplendor al imperio mongol y emular, de paso, a Alejandro Magno. Porque oye, era nacer entre el Indo y el Orontes y a cualquier gobernador, rey o emir le daba por fundar un imperio al estilo del rubiales macedonio de cabeza leonina.
Apoyado por un ejercito brutal y sanguinario, en unos 25 años había conquistado territorios desde la actual Turquía hasta la India, luego se dio una vuelta por las estepas rusas y más tarde se encaminó a Siria, siendo recordadas con pavor las tomas de Bagdad y Damasco, ciudades que ya habían sido un siglo antes conquistadas a los mamelucos y destruidas por otro supuesto nieto de Gengis Kan, llamado Hulagu Kan. Está claro que vivir en la antigüedad era un sinvivir, si es que vivías, porque las tropas de Tamerlán agradecían la resistencia de los sitiados separándoles de forma traumática la cabeza del resto del cuerpo y después, con las cabezas decapitadas, se entretenían haciendo macabras pirámides que servían de aviso a navegantes. Obviamente, como ya me he cansado de repetir en otros post, la vida humana no valía un pimiento, y más la de los enemigos, la palabra genocidio prácticamente significaba defensa propia, acompañada de ese término, ahora tan de moda, que es la guerra preventiva.
Llegado a este punto, Tamerlán se encontró con que el único imperio que le podía hacer algo de sombra era el otomano, y entonces si alguien te hacía sombra debía ser eliminado. Por supuesto que los otomanos pensaron lo mismo, y la cagaron, pero a base de bien. Los otomanos estaban a punto de hacer caer al imperio bizantino, de hecho poco más que la misma Bizancio les quedaba a los romanos de oriente, los otomanos se habían hecho ya con los territorios de Anatolia y de los balcanes cuando se enfrentaron a Tamerlán. En 1402 hubo una batalla tremenda, llamada de Angora (Ankara), en la que pudieron combatir cerca de medio millón de soldados, eso para la época es una auténtica barbaridad, tanto que a mí me cuesta creerlo, allí el genio militar de Tamerlán le dio la victoria y los otomanos fueron arrasados. Imagino que los bizantinos estaban esperando su turno para ser conquistados cuando Tamerlán dio media vuelta y puso rumbo a China. De esa forma Bizancio resistió aún cien años a los otomanos que al final se acabaron recuperando y los conquistaron.
Pero fue camino de China, en 1405, donde Tamerlán sufrió su primera y última derrota, y no fue en el campo de batalla. Timur estaba maquinando cómo hincarles el diente a los chinos, que ya debían ser una legión, más o menos por la actual Kazajistán, cuando le dio un chungo que se lo llevó por delante, desgraciadamente para él en eso sí que se pareció a Alejandro, porque lo más normal en esos casos era morir por una ingesta masiva acero forjado. También era normal que los imperios creados por el carisma personal se desintegrasen a la muerte de su conquistador, y aquí se confirmó la regla, los sucesores de Tamerlán se repartieron los pedazos para gran alivio de chinos y otomanos.
Tamerlán fue un pieza, sin duda, pero la vida entonces era así. En su haber podemos poner que en sus territorios floreció la economía, que se reactivaron rutas comerciales como la de la seda, que era un amante del arte y que la cultura conoció una época de esplendor. Como siempre me queda la duda de si habría que admirarlo o que despreciarlo, es difícil. De cualquiera de las maneras imagino que Alá ya le habrá juzgado.
7 comentarios:
Yo tengo ganas de leerme el libro de Ruy de Clavijo que fue embajador de Enrique IV (creo) a Tamerlán, pero siempre que he encontrado una edición, era bastante poco apetecible.
Buen relato.
Sí, imagino que no haran una edición para coleccionistas del libro de Ruy :) ¡Qué tiempos aquellos!, ya había que tener pelotas para irte a Samarkanda como embajador de Castilla, reino, como todos sabemos, en buenas relaciones con el islam. Si alguna vez en tu vida encuentras la edición buena avisa. ¡Y gracias!
El motivo del viaje era que Tamerlán se aliara con Castilla contra Turquía (imperio otomano) para que dándole los dos cada uno desde un lado no se pusieran los turcos muy gallitos.
Tuvo que ser un viaje impresionante.
Por cierto, en Amazon hay como treinta o cuarenta versiones en inglés del libro de Clavijo. en la casa del libro hay 6 (2 de ellos ebooks).
Plas plas plas, que bueno. Hay un poema de Borges, malillo (para sus parámetros), y en un documental vi lo del viaje de Clavijo, que pasada. Mi lado maggufo se flipa con la historia de la maldición de su tumba, y su descubrmiento el día anterior al comienzo de la Operación Barbarroja. Friker Jiménez debería hacer un especial ajajaj
Muy ameno e instructivo, muchas gracias. Un abrazo :)
ND, pues eso lo tengo que buscar, porque me parece mentira que Castilla con la que tenía en sus fronteras se pusiera a pelearse con los otomanos, claro, que siempre hemos sidos más papistas que el Papa.
Explorador, muchas gracias, así da gusto. No sé, eso de las maldiciones no va conmigo, pero ya fue casualidad que a Hitler se le cruzaran los cables justo ese día, bueno cruzados ya los tendría, ese día les dio alimentación. Yo con poder ir a lo que quede de Samarkanda me conformaría, aunque lo veo negrísimo :)
Da gutso aprender así.
Gracias Annie, aunque son solo lo que decís vosotros, tonteridas :)
Un beso
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