Este mes en el
Club de Lectura 2.0 hemos leído Jane Eyre de Charlotte Bronte, una
de las obras clave de la novela romántica inglesa. Nunca la había
leído antes, tampoco había visto ninguna de sus numerosas
adaptaciones cinematográficas, y la única aproximación que tenía
sobre la misma es la primera novela de la saga de Thursday Next de
Jasper Fforde llamada "El caso Jane Eyre", la cual he
vuelto a hojear al terminar la original. El efecto es curioso. Pero
toca hablar del original, porque conociendo a mis compañeros seguro
que tendremos tiempo de entrar en el juego de la ciencia ficción
aplicada a la propia escritura. Como siempre decimos, aquí se viene
leído, así que si no quieres que te estropee el libro por favor no
sigas leyendo.
Como decía, nunca había leído Jane
Eyre, en parte por falta de interés y en parte por falta de
oportunidad, a pesar de haber tenido siempre en casa un ejemplar
del libro, situado en la estantería junto a un ejemplar de Cumbres
Borrascosas, escrito por su hermana Emily. Siendo un crío elegí
este último como iniciación al romanticismo y con su lectura murió
el poco interés que me despertaba, con el resultado de que Jane
durmió el sueño de los justos, tal vez injustamente. Si soy sincero
creo que no estaba preparado para situar en su contexto a este tipo
de novelas.
Jane Eyre es una buena novela, salvo su
parte final que me parece un injerto desafortunado, aunque claro,
estamos hablando de la madre de todos los culebrones. El libro tiene
buen ritmo y es fácil de leer, su prosa es sencilla y no se pierde
en farragosas descripciones que lastrarían el conjunto, Charlotte
Bronte recrea de forma maravillosa ese ambiente íntimo y misterioso
de las casas de campo que ocultan un misterio, ese mundo de penumbras
roto por el crepitar de un fuego o la luz de unas velas, esas vidas
paralelas que viven amos y sirvientes de forma sumisa, como si fuera
imposible pensar que las cosas pudieran ser de otra manera.
No voy a entrar en muchos detalles de
la historia, aunque va a ser imposible no hacerlo, porque me
interesan más los personajes, especialmente el de Jane y algo menos
el de Rochester. También me interesa el contexto y las relaciones
entre las personas, me interesa contrastar la rigidez del puritanismo
inglés con las ideas fracasadas, en parte debido a la oposición de
este mismo conservadurismo, de una reciente revolución francesa. De
esto hablaré en el Club de lectura.
Jane es una huérfana que, tras pasar
por casa de una tía que la desprecia, acaba en un internado en el
que conoce la miseria pero en el que adquiere un nivel cultural que
le permite ganarse la vida, posteriormente, como institutriz. Tal vez
esta frase no dice gran cosa, pero contiene la esencia de quién es
Jane Eyre, un espíritu independiente, que no libre, que persigue su
felicidad sin necesidad de someterse a nadie. Visto con los ojos de
hoy parece poca cosa, pero visto con unos ojos de la primera mitad
del siglo XIX es un planteamiento cuanto menos audaz. Pero no hay
libertinaje en Jane, al contrario, ella quiere jugar en igualdad pero
siguiendo las normas que tiene grabadas a sangre y fuego en su
interior, normas derivadas de su férrea fe cristiana. Tal vez por
eso mismo Jane es noble pero rebelde, es soñadora pero sin perder
los pies del suelo y es valiente porque no tiene miedo a las
consecuencias de ser fiel a sus principios, y eso es lo que más allá
de su físico, supuestamente vulgar, enamora a los demás personajes
de la novela y a sus lectores.
Rochester es un hombre de buena
posición económica que, a pesar de ello, no deja de ser un alma
torturada. Hijo menor de un hombre mezquino, es obligado por éste a
casarse en Jamaica en busca de hacerse con la fortuna de su mujer, la
cual enloquece al poco del matrimonio. La muerte de sus familiares
hace que pase a heredar una fortuna, por lo que decide volver a
Inglaterra y encerrar a su mujer en la mansión de Thornsfield oculta
del mundo. Tras una vida de crápula por Europa, que parece más una
forma de autocastigo que de liberación regresa a Inglaterra, donde
conoce a Jane, que trabaja como institutriz de una posible hija
natural de Rochester, Adele, con una amante francesa. Rochester
aparece en el libro con 38 años, doblando la edad de Jane, y de
vuelta de todo. Tiene un secreto inconfesable y la sensación de
vivir una vida vacía, eso le hace arisco y poco accesible,
sentimentalmente inestable, cansado de seguir una rutina que valora
más el valor que los valores, harto de buscar un igual en el terreno
intelectual. Es lo que encuentra en Jane, a pesar de la diferencia de
edad y de posición, es lo que le hace volverse loco de amor (y aquí
acepto el debate) para desafiar a Dios y a los hombres, e intentar un
matrimonio imposible que se trunca en el mismo altar por la acusación
de bigamia.
Para mí aquí debería terminar la
novela, bien de manera trágica bien con la aceptación de ambos a
vivir una vida de amantes a la fuga en nombre del amor, algo
escandaloso para la época. Pero el amor pierde, y la novela también,
que a partir de este momento se convierte en una acumulación de
situaciones absurdas en las que Jane se
transforma en rica heredera, descubre a unos primos que la habían
albergado por azar cuando sola y desamparada huye de
Rochester, porque ancha debe ser Castilla pero no Inglaterra, y está
a punto de acabar en la India como misionera y esposa de uno de
ellos.
Y una vez más aquí podría haber
terminado la novela con un mínimo de sentido,
pero no, Jane, un segundo antes de dar el sí a su primo, cree
escuchar a Rochester llamarla y vuelve a buscarlo, encontrándolo
viudo, ciego y manco, todo debido a un espantoso incendio en
Thornsfield. Esta orgía almibarada culmina en boda, hijos y hasta en
una recuperación milagrosa de la vista de Rochester. Aleluya.
Leí los últimos párrafos con la esperanza de verle crecer una mano
nueva pero parece que para Charlotte ese exceso anatómico ya era
demasiado, una lástima. Sin embargo, debo decir que tan
desafortunado final no empaña lo bueno que hay en esta novela, que
es mucho. Si no la has leído todavía yo no lo dudaría, siempre y
cuando estés dispuesto a despejar la mente y tratar de entender que
esta novela va a cumplir doscientos años.
7 comentarios:
Si hubiera acabado donde tú dices, no hubiera sido un final tan feliz y tan redondo. Y es el contraste, después de tantas desgracias y penurias, lo que hace una novela feliz, como una perdiz.
Ha tenido mucha gracia lo de que no le crezca la mano a Rochester, muy bueno.
Tiene que acabar en bonito, si no vaya romanticismo de mierda...
A mí me parece que es un gran final. A lo mejor un poco forzado con esas voces que oyen, pero es un final feliz y creo que es lo que se merece Jane.
Tú es que eres más dado al drama sin redención y a la condena eterna, pero a la mayoría nos gustan los finales felices.
¿Cómo que vaya romanticismo de mierda si no acaba bien? ¡Que también hay romanticismo trágico!
Yo no puedo con el disparate, me saca de la historia la sucesión de trágicos sucesos... La infancia es creíble (sobre todo porque pasaba muchísimo) pero después todo son disparates de culebrón con prosa engolada... Y no hay nada más romántico que el desamor que acaba en suicidio!
A mí me gusta que acabe bonito...
Yo estoy con Newland y con Livia.
Y el drama con muertes mola.
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