Este
mes, los esforzados miembros del Club
de Lectura 2.0, hemos peregrinado durante el mes de marzo leyendo
“El tiempo de los regalos”, de Patrick Leigh Fermor,
a propuesta de ND, por segundo mes consecutivo. Un libro que los que
entienden de estas cosas catalogan como uno de los clásicos de la
narrativa de viajes, y sí, efectivamente, después de pasar muchas
horas de este mes, pero muchas, recorriendo media Europa a través de
sus páginas, puedo dar fe de que es así, es un libro de los que en
este club catalogamos “de señores que caminan”.
¿Qué
significa esto? Pues que a ND le va a encantar, que Paula y Bichejo
van a quejarse más que un rabino en el muro de las lamentaciones y
que Carmen va a aburrirse más que viendo un partido amistoso de los
suplentes de la selección contra la República Checa. ¿Y yo? Pues
depende, en general me gustará, pero de diez minutos en diez
minutos, tras los que o bien cambiaré de lectura o bien decidiré si
reposo en la almohada la oreja izquierda o la derecha. Y es que esta
vez, desgraciadamente, la cosa ha sido así, una lucha titánica por
seguir leyendo cada día un poco más, y no porque el libro no me
haya gustado, al contrario, me ha dejado una sensación buena, justo
la misma que cuando acabas entre calambres y medio deshidratado la
carrera popular de tu pueblo.
Afortunadamente,
el bueno de Patrick, que también le tuvo que poner empeño en
escribir el libro, fue publicando sus viajes en varios libros, y, más
afortunadamente todavía, ND sólo nos pidió leer el primero, por lo
que sus andanzas han quedado del todo inconclusas y no sé si algún
día le daré otra oportunidad, posiblemente la respuesta será sí,
porque aunque el protagonista y autor pueda parecer por momentos algo
soso y mojigato, no se tarda nada en tomarle cariño en sus andanzas.
RBA
nos hace este resumen del libro: “A
finales de 1933, a punto de cumplir diecinueve años, Paddy Leigh
Fermor se cargó la mochila a la espalda y emprendió un viaje
iniciático que le llevaría desde su Londres natal hasta Estambul,
cruzando a pie el corazón de una Europa milenaria por la que
entonces empezaba a extenderse la sombra del nazismo. El vital y
despreocupado viaje significaría para el joven Leigh Fermor dar ese
paso tan trascendental de la adolescencia a la edad adulta. Más de
cuarenta años más tarde, con la participación activa en una guerra
mundial y una vida a cuestas, el sexagenario Leigh Fermor quiso
plasmar por escrito aquella experiencia única. Fruto de ese deseo
son El tiempo de los regalos y Entre los bosques y el agua, dos
magníficos libros en los que plasma diferentes etapas de aquel
itinerario repleto de bosques, paisajes, castillos, pueblecitos y una
multitud de personas de la más diversa clase y condición. Teñidos
de una leve pero inequívoca melancolía y narrados con la sabiduría
que dan los años, El tiempo de los regalos y Entre los bosques y el
agua son dos excepcionales joyas literarias únicas en su género.
”
En
primer lugar, este señor me infunde un profundo respeto. Hay que ser
alguien muy especial para con 19 años calzarse unas botas, meterse
unas pocas libras en el bolsillo e irse caminando hasta Estambul.
Creo que sólo por eso ya me tiene metido en su bolsillo,
pero es todavía mucho más impresionante conocer las inquietudes de
su vida, que nos va contando por el camino, y muchísimo más
impresionante aún ver su nivel cultural, especialmente en el arte y
en la literatura, a su edad y reconociendo que no había sido nunca
un estudiante especialmente brillante. Al principio piensas que hay
bastante de pose y bastante de realidad inventada, hasta que, terminando el libro, descubres algunos extractos sacados literalmente
de su diario y ves que no hay trampa ni cartón en lo que cuenta.
Me
ha resultado muy interesante la parte del libro que se centra en todo
lo que tiene que ver exclusivamente con el viaje, de manera que no es
difícil visualizar el camino, pero sobre todo me llega a emocionar
la descripción de la gente con la que se va encontrando porque es
capaz de describirla dentro de su contexto politico-social del periodo de entreguerras que me parece fascinante. Sin
embargo, me ha hecho sufrir con las constantes descripciones infinitas
y las frecuentes enumeraciones que no aportaban al conjunto tanto como el autor
pudiera pensar, más bien provocan el efecto contrario; son fuente de
desesperación e invitan al abandono en los brazos de Morfeo. Y haber abandonado este libro
hubiera sido una lástima, porque es buena literatura y está escrito
con un estilo claro e impecable, todo lo impecable que podríamos
esperar de un caballero inglés con mucho mundo a sus espaldas.
Como
siempre, encontraréis otras opiniones en las reseñas
de Desgraciaíto,
Carmen,
Paula
y Bichejo,
seguro que me equivoco muy poco respecto a la previsión que hago en
el segundo párrafo. Corred a comprobarlo.
5 comentarios:
Tienes poderes de videncia, Juanjo XDD. Bueno, con Pau te has equivocado, pero con el resto lo has clavado. Tampoco era muy difícil, pero tiene su mérito.
Respecto al libro, a mí me ha gustado. Me ha encantado recorrer esos pueblos y paisajes con él y ver un mundo que ya no existe desde una mirada ingenua y optimista.
Tengo que agradecerte también el aviso del libro de este mes porque si me toca mientras trabajo seguramente o dejo el libro o dejo el trabajo.
Como adivino, regular nada más, amigo mío...
Me he quejado moderadamente (me da igual lo que digáis, he estado muy contenida), y eso ha sido gracias a un cuidado plan de lectura: 40 páginas al día durante 10 días. Nada de atracones ni lectura creativa. Plan de lectura que voy a seguir durante todo el año con los libros del club.
Llevamos un año que si tuviera que votar un naranja lo dejaría desierto. Espero que este mes hagamos un Irving y que al menos algunos disfrutemos locamente.
Yo tengo que decir que al menos los dos que he elegido yo los he disfrutado sé que no soy algunos, pero por lo que a mí respecta he acertado. El problema es que yo también quería acertar con vosotros, y ahí he fallado.
Hemos toreado en plazas peores, pero este año mi sensación es la de moverme entre el psé, bueno, vaya y el aburrimiento. Ojalá tengamos este año alguno con el que disfrutemos todos.
Me los estoy apuntando todos en mi lista "No leer ni aunque me apendicitis"
Gracias de corazón
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